Editorial | John Wesley Taylor V

Te pondrá por cabeza:

Las prioridades de la educación adventista

La historia de 1 Reyes 3 resulta intrigante. “En Gabaón se le apareció en sueños Jehová a Salomón una noche. Y le dijo Dios: ‘Pide lo que quieras que yo te dé’.”1 Como educador, ¿qué haría usted con un cheque en blanco? ¿Pediría un nuevo edificio? ¿Más estudiantes? ¿Los docentes que necesita? ¿Una gran subvención? ¿Qué pediría? Salomón dijo: “Concede, pues, a tu siervo un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo y discernir entre lo bueno y lo malo”.

¿Qué le parece? ¿Fue una buena decisión?

Las Escrituras registran que “al Señor le agradó que Salomón pidiera esto”. Dios quedó sin duda impresionado y le contestó: “Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, voy a obrar conforme a tus palabras: Te he dado un corazón sabio y entendido […]. También te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria […]. Y si andas en mis caminos, guardando mis preceptos y mis mandamientos […], yo alargaré tus días”.

¿Marcó una diferencia la elección de Salomón? ¿Brindaron sus prioridades resultados tangibles? Consideremos la experiencia de una visitante del reino de Salomón. “Cuando la reina de Sabá oyó de la fama que Salomón había alcanzado para honra de Jehová, vino a probarlo con preguntas difíciles […]. Al presentarse ante Salomón […], Salomón le contestó todas sus preguntas; nada hubo que el rey no le contestara”.2 Si colocamos este incidente en un contexto de educación, notaremos que la Reina de Sabá vino a la escuela porque había escuchado que estaba sucediendo algo digno de destacar, algo que daba honra al nombre de Dios. Pero cuando llegó no dio por sentado que fuera real todo lo que había escuchado. Hizo preguntas inquisitivas, y los líderes de la escuela pudieron compartir con ella la razón de cada aspecto del programa.

Como resultado, la Reina de Sabá “quedó […] asombrada”, maravillada ante lo que estaba experimentando. ¿Qué es lo que tanto la impresionó? “La comida de las mesa, la organización de los administradores, el modo de vestir, los maestresalas y los holocaustos que Salomón ofrecía en la casa de Jehová”.

Puede resultar instructivo destacar los cinco aspectos más prominentes. En primer lugar, notó el régimen alimentario. Los alimentos que servía la escuela eran diferentes de lo que se brindaba en las escuelas a las que estaba acostumbrada. A continuación, observó la organización de la escuela, notando que existía un enfoque ordenado en la delegación de autoridad y responsabilidad. En tercer lugar, quedó impresionada con la manera distinta y sin embargo atractiva en que se vestían los que iban a esa escuela. Su atención se volvió entonces a los maestresalas. Notó que el personal era fiel, digno de confianza y comprometido con el servicio. Por último, quedó impresionada con el ambiente espiritual de la escuela, la manera en que se conducía la adoración a Dios en todo el programa educativo.

Después de inspeccionar la escuela, ¿qué conclusión sacó la Reina? “¡Es verdad lo que oí en mi tierra de tus cosas y tu sabiduría!”, anunció. “Yo no lo creía hasta que he venido y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad: tu sabiduría y tus bienes superan la fama que yo había oído”. Entonces añadió: “¡Bienaventurados tus hombres [estudiantes], dichosos estos tus siervos [maestros], que están continuamente delante de ti!”

¿Cuáles fueron los resultados de esta evaluación? La Reina de Sabá exclamó: “¡Y bendito sea Jehová, tu Dios, que te vio con agrado y te ha colocado en el trono!” El resultado más importante es que el éxito de la escuela se atribuye a la bendición de Dios. Pero hay aún más. “Luego dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, mucha especiería y piedras preciosas”. La escuela recibe una importante donación, una indicación del aprecio y la confianza que ella tiene en la institución.

La reputación de la escuela siguió extendiéndose a todo el mundo. “Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría. Toda la tierra procuraba ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón”.

En la educación adventista, tenemos un pasaje favorito: “Te pondrá Jehová por cabeza y no por cola”.3 Como educadores, queremos que nuestras instituciones sean la cabeza. ¿Qué significa eso, y cuál es la condición para lograrlo?

Para comprender el significado del pasaje, tenemos que tener en cuenta la frase que sigue a continuación: “Estarás encima solamente, nunca debajo”. Ser la cabeza, entonces, significa que tendremos éxito, siendo superior en cada aspecto esencial.  Pero, ¿cómo definiremos el éxito? ¿Serán los criterios, nuevas instalaciones, número óptimo de estudiantes, un personal altamente calificado, un mejor financiamiento?

La pregunta más importante es: ¿Cómo define Dios el éxito? Elena White escribió: “Los números crecientes en el colegio no son evidencia de que las labores están siendo coronadas por el éxito. Es el incremento y la difusión del poder moral en el colegio lo que da testimonio de su prosperidad”.4 Más tarde añadiría: “¿Qué se necesita para alcanzar el éxito? ¿Un edificio grande y costoso? De ser así, no podemos alcanzar el éxito. Esto no brinda el éxito. Es la atmósfera de gracia que rodea el alma del creyente, el Espíritu Santo que obra en la mente y el corazón, lo que le permite ser sabor de vida para vida y permite que Dios bendiga la obra”.5

¿No son la matriculación creciente, los presupuestos equilibrados, y las instalaciones representativas los indicadores importantes del éxito? Aunque todos ellos tienen su lugar, la evidencia del éxito según la perspectiva divina se encuentra en “la fortaleza del poder moral” y “la atmósfera de gracia”. En efecto, cuando Dios estableció una escuela en el Edén, una escuela que tenía que ser “un modelo para el ser humano de todos los tiempos”,6 la matriculación sumaba dos personas, y no había ningún edificio. ¿Qué marcó la diferencia? Que Dios era el maestro.

¿Cuál es, entonces, la condición del auténtico éxito en nuestras escuelas, colegios y universidades? El final del versículo señala la respuesta: “Te pondrá Jehová por cabeza […] si obedeces los mandamientos de Jehová, tu Dios, que yo te ordeno hoy; si los guardas y cumples”. Para decirlo de otra manera: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.7 O como Dios le dijo a Salomón: “Si andas en mis caminos, guardando mis preceptos y mis mandamientos”.8

Como descubrió Salomón, las prioridades importan. Nuestros puntos de referencia no son las instituciones educativas seculares. Nuestra referencia es la Palabra de Dios. Nuestro objetivo general no es ser exitosos. Nuestro propósito es ser fiel. Porque cuando somos fieles al plan divino, entonces somos verdaderamente exitosos. Elena G. White nos recuerda: “A medida que nuestra obra se ha extendido y se han multiplicado las instituciones, el propósito que Dios tuvo al establecerlas ha sido el mismo. No han cambiado las condiciones necesarias para que prosperen”.9 “En lo que respecta a nosotros, lo mismo que al Israel de antaño, el éxito de la educación depende de la fidelidad con que se lleva a cabo el plan del Creador”.10

Pero tal vez el profeta Zacarías, en el Antiguo Testamento, lo resume mejor: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.11

John Wesley Taylor V

John Wesley Taylor V, PhD, EdD, ha sido director asociado de Educación de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día desde 2010. Obtuvo un Doctorado en Educación (PhD) de la Universidad de Andrews y un Doctorado en Educación (EdD) en Psicología Educativa en la Universidad de Virginia (Charlottsville, Virginia). Este artículo se basa en una presentación en una Conferencia sobre Identidad Adventista, del 13 al 15 de octubre de 2022, en la Universidad de Andrews. El correo electrónico del Dr. Taylor es [email protected].

Citación recomendada:

John Wesley Taylor V, “Editorial Las prioridades de la educación adventista,” Revista de Educación Adventista 43:1 (Octubre–Diciembre 2016). Disponible en https://www.journalofadventisteducation.org/es/2018.1.1.

NotAS Y REFERENCIAS

  1. Estos pasajes han sido extraídos de 1 Reyes 3:5-14. Todos los pasajes citados pertenecen a la versión Reina-Valera 95® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Usada con autorización. Todos los derechos reservados.
  2. Estos pasajes son fragmentos de 1 Reyes 10:1-24.
  3. Deuteronomio 28:13.
  4. Manuscrito 2, 1881. Véase también Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 148: “Rebajar las normas para conseguir popularidad y un aumento en número de feligreses y luego hacer de este aumento un motivo de regocijo, pone de manifiesto gran ceguedad. Si la cantidad fuera una prueba del éxito, Satanás podría pretender la preeminencia, porque en este mundo sus seguidores forman la gran mayoría. Es el grado de poder moral que compenetra una escuela lo que constituye una prueba de su prosperidad”.
  5. Manuscrito 85, 1899.
  6. Elena G. White, La educación, p. 19.
  7. Mateo 6:33.
  8. 1 Reyes 3:14.
  9. Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 227.
  10. La educación, p. 47.
  11. Zacarías 4:6.