Perspectivas | Ty-Ron M. O. Douglas

La audacia personificada:

Conducción de la esperanza y búsqueda de la Verdad (o verdades)

Este artículo examina el tema de la esperanza en el contexto de mi propia cosmovisión espiritual1 y mi trayecto filosófico durante una asignatura de posgrado en Filosofía de la Educación que estaba completando en la época en que Barack Obama pasó de ser candidato a Presidente de los Estados Unidos.2 Mi transición de estudiante de posgrado a profesor de educación coincidió con un cambio notable en el clima ideológico de los Estados Unidos, y la campaña presidencial de Obama, en la que la esperanza fue un principio central. Basado en lo que algunos podrían describir como principios bíblicos primitivos, en un sentido mi argumento refleja el cristianismo tradicional; sin embargo, está lejos de lo tradicional, porque apoya enseñanzas que ya no son comunes en el cristianismo tradicional, principal o nominal. Encuadro mi argumento en torno a las nociones controvertidas de grandes Verdades (con “V”) y pequeñas verdades (con “v”) como tangibles, si bien en ocasiones un tanto equivocadas, manifestadas en una humanidad en busca de significado nihilista en un mundo confuso.

Creo que este tema es importante para todos los educadores, en particular para aquellos en educación superior que desempeñan su labor en partes del mundo en la que el posmodernismo ha dejado su impacto, porque poseemos y promovemos conceptos variados de verdades que colisionan, crean, clarifican y aun confunden las creencias de nuestros estudiantes, muchos de los cuales ya no aprenden de Dios en las instituciones educativas públicas o en sus hogares y quienes invariablemente luchan con sus propias nociones de verdad. Concluyo el artículo analizando mi trayecto como educador e investigador cristiano.

A diferencia del filósofo estadounidense Richard Rorty,3 que reduce el cristianismo a las enseñanzas del Nuevo Testamento, mi perspectiva abarca toda la Biblia como norma de verdad, esperanza y sabiduría, de manera que muchos cristianos, incluidos algunos adventistas del séptimo día, parecen no reconocer o aceptar. Como tal, este artículo es tanto un análisis de la búsqueda filosófica de esperanza de la humanidad como una articulación y reconocimiento de mi cosmovisión como académico cristiano no tradicional dentro del contexto de mi experiencia en estudios de posgrado y ahora como docente.

Ciertamente, las sospechas sobre espiritualidad, religión y fe abundan tanto dentro como fuera del ámbito académico. Los eruditos que ven su espiritualidad como inseparable de su trabajo en defensa de la justicia social a menudo enfrentan desafíos que abarcan el “pragmatismo profético”4 sin que los cataloguen de anti-intelectuales o que sean difamados como de mente cerrada. Denominar y adoptar la posición de académico cristiano puede ser un proceso con muchos matices y sumamente difícil.5 Saliendo de mi posición identificado como cristiano intelectual no tradicional, este artículo revela elementos personales de mis encuentros filosóficos con Platón como “filósofo rey”,6 la noción de consenso de Rorty,7 y los discursos sobre la esperanza.

El entender la posibilidad del idioma, el nivel, y el legado de cristianismo usados como “herramientas”8 para atacar y seducir a las masas es tan real como el Dios del cristianismo, comencé con precaución a navegar a través de la traicionera red de opiniones que rodean al origen del dilema filosófico de la humanidad: el Jardín del Edén.

Elena G. de White explicó que “

Una de las seducciones magistrales de Satanás consiste en mantener a los espíritus de los hombres investigando y haciendo conjeturas sobre las cosas que Dios no ha dado a conocer y que no quiere que entendamos. Así fue como Lucifer perdió su puesto en el cielo […]. En nuestros días trata de llenar las mentes de los hombres con el mismo espíritu y de inducirlos además a despreciar los mandamientos directos de Dios. Los que no quieren aceptar las verdades claras y contundentes de la Biblia están siempre buscando fábulas agradables que tranquilizan la conciencia”.9

Entender erróneamente la magnitud de la condición caída de la humanidad por medio de una esperanza equivocada en la educación como la poción mágica es meramente una mutación de las sutilezas engañosas y autocomplacientes presentadas por la serpiente (Satanás) en el Edén.

La filosofía, que puede definirse como el amor o la búsqueda de la sabiduría,10 siempre ha sido parte de la experiencia humana, si bien trasciende la existencia de la humanidad.11 El relato bíblico de la creación y la caída de Adán y Eva (véase Génesis 1-3) indica que este matrimonio no solo recibió la responsabilidad de cuidar del Edén sino que también tuvo el privilegio de aprender sobre las complejidades del universo directamente de Dios.

Puede decirse, entonces, que la filosofía –en su forma más pura–, ha sido valiosa para la humanidad y validada por Dios, siempre que los humanos no abusen de su libertad desobedeciendo los parámetros del Creador, la fuente de la sabiduría. De esta manera, no es nada nueva la creencia de Kant de que las leyes tienen por propósito liberar a los seres humanos, y que los individuos tienen que ser libres para seguir la ley.12 Fritz Guy brinda un contexto importante para esta discusión desafiando a considerar de qué manera la fe y el pensamiento filosófico pueden entrecruzarse adecuadamente con la educación cristiana y la educación adventista en particular:

“Dios y la humanidad comparten la capacidad de pensar. Podemos pensar sobre Dios, el mundo y nosotros mismos, y podemos pensar sobre el acto de pensar. Debido a esto, nuestra realidad humana se parece menos a las de las ardillas, las vacas y los chimpancés y más a la realidad de Dios. Cuanto más sabemos y entendemos, más clara y creativamente pensamos y más cumplimos con la intención de Dios para la humanidad, que fue creada a su imagen. Por ello, la expansión y extensión del conocimiento, que es la misión de la educación superior, no necesita ser considerada como una empresa hostil, o que incluso está afuera de la fe adventista. En efecto, esa expansión y extensión puede ser vista como una dimensión de nuestra fe”.13

¿Dónde, entonces, está el peligro en la búsqueda humana de la verdad y el conocimiento? En la Biblia, Génesis 3:4 y 5 delinean la introducción engañosa de la falsificación a la raza humana: “Entonces la serpiente dijo a la mujer: ‘No moriréis. Pero Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal’” (Génesis 3:4, 5).14 De esta manera, puede sostenerse que la filosofía tal como la conocemos inició con la desobediencia de Adán y Eva. Y desde entonces algunos han buscado explicar el mundo y nuestra existencia, mientras que denigran simultánea y sistemáticamente a Dios a nada más que una conjetura sin sentido.

Platón postuló muchas ideas intrigantes y esclarecedoras. Su creencia en la educación como trayecto del alma hacia “el bien” y su énfasis en la justicia, estaban arraigados en lo que parece haber sido un deseo sincero de mejorar la condición humana. Al igual que Platón, creo que cada persona tiene una naturaleza, pero no concuerdo con la calidad de esta. Platón creía que los humanos encuentran la felicidad cuando encuentran esa naturaleza;15 yo creo que encontramos la felicidad cuando permitimos que Dios cambie nuestra naturaleza, porque “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9).

A pesar de ello, el valor de Platón para la filosofía occidental está ejemplificado en sus afirmaciones de que la falta de armonía, el conflicto interno y la guerra se producen cuando las personas trabajan por fuera de su función especializada, y que la violencia es el resultado de violar esos límites. Estoy de acuerdo. Pero también creo que al igual que el cristianismo nominal, la filosofía a menudo viola esos límites. Aunque Platón reconoció que hay una Verdad que encontrar y que, al descubrirla, los humanos tienen que alinearse con ella, él, al igual que Adán y Eva, se vio engañado. Entender erróneamente la magnitud de la condición caída de la humanidad por medio de una esperanza equivocada en la educación como la poción mágica es meramente una mutación de las sutilezas engañosas y autocomplacientes presentadas por la serpiente (Satanás) en el Edén. Aunque algunos pueden señalar que Platón, que escribió sus pensamientos hace 2400 años, precede a la Biblia y el cristianismo, yo sostengo que –como descendiente de Adán– la filosofía de Platón se antepone meramente al cristianismo como religión y como experiencia. El registro bíblico indica que Cristo es el Creador en el Antiguo Testamento como así también el Salvador crucificado del Nuevo Testamento:

En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho […]. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre” (Juan 1:1-3, 14).

Los escritos de Elena G. White16 y T. E. White17 concuerdan en que un cristiano cuya interpretación se base en la aceptación y legitimidad de toda la Biblia tiene que considerar que Cristo no es tan solo el Redentor del Nuevo Testamento sino también el Creador del Antiguo Testamento. Este reconocimiento resulta significativo, dado que muchos estudiosos y filósofos contemporáneos procuran posicionar a Platón y sus escritos como anteriores al cristianismo. Este argumento debe ser cuestionado a la luz del registro bíblico, que sugiere que el cristianismo es una experiencia relacional que comenzó (para la humanidad) cuando Adán y Eva fueron creados en el Jardín del Edén.

Aunque las reformas a gran escala y la inercia política podrían desmotivar a muchos educadores a imaginar y participar en prácticas fundamentales que puedan sanar, recuerdo que el primero y más importante sistema sobre el cual se puede intervenir es la institución del yo. No podemos llevar a los estudiantes ni un paso más lejos de lo que estamos preparados a ir por nosotros mismos.

En una posmoderna donde el sentimiento prevaleciente es la creencia en diversas e independientes pequeñas verdades; existe una creciente indisposición por parte de muchos de considerar la posibilidad de que exista la Verdad (con “V” mayúscula). El experimento, comenzado por la desobediencia de Adán y Eva y continuado por filósofos como Platón y Kant (que no reconoció a Dios como la Verdad) ha dejado a la humanidad con muchos huecos que llenar dentro de su consciencia colectiva. Por ejemplo, la proliferación posmoderna de pequeñas “v”, si bien “racionales”,18 rivaliza tan solo por la ausencia de paz y la proliferación de antidepresivos y de Tylenol en la sociedad posmoderna: ¡Los huecos y el dolor de cabeza resultante de nuestra arrogancia no desaparecen! El pragmatismo de Rorty y la esperanza complementaria en la “capacidad de comunicar”,19 ajustarse, y hallar un “eventual acuerdo”20 que tiene la humanidad es una perspectiva mucho menos probable que la segunda venida que burlonamente cuestiona.

El rápido deterioro del medio ambiente y la moralidad parecen sugerir que Rorty puede haber puesto su confianza en el suceso equivocado; más allá de la perspectiva de que la búsqueda de la justicia social es “la única base para una vida humana que valga la pena”,21 nos vemos forzados a hacer frente a la realidad de que los humanos están matándonos y matándose entre sí. La esperanza, en este sentido, parece insuficiente.

Platón, Kant y Rorty: todos estos filósofos parecen haber puesto su fe en algo o alguien más allá de Jesucristo y eso, para mí, es una perspectiva desesperanzada y deprimente. Reconozco que mi posición depende de la aceptación e interpretación de las Escrituras, y comprendo que hay muchos, al igual que Rorty,22 que pueden ver mi perspectiva con sospecha. Quizá la desconexión yace en los cristianos que Rorty describe y en su fracaso de entenderlos. De una u otra manera, respeto nuestro poder de elección y nuestra capacidad de mostrar desacuerdo amigablemente. Pero a diferencia de los cristianos que describe Rorty, no creo que uno pueda “llegar a ser miembro de una secta o denominación particular para prepararse para [la segunda venida]”.23 Por el contrario, uno se prepara para aceptar y obedecer la Verdad (a Dios), por medio del crecimiento de una relación diaria de amor: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Y al igual que Platón, creo que experimentamos y conocemos la verdad a medida que nos acercamos a ella.

De manera similar al rey-filósofo de Platón que tiene que hablar con los demás que aún están en la cueva,24 yo también tengo que compartir mi perspectiva mientras mes esfuerzo por esquivar las insinuaciones que llevan a pontificar y que disparan la doble alarma hacia el escepticismo y finalmente el cinismo. El abuso de Dios y la religión ha hecho que esto sea duro, sin embargo, porque hay muchos que, al igual que Mahatma Gandhi, pueden declarar: “Me gusta vuestro Cristo, pero no vuestros cristianos. Vuestros cristianos son tan diferentes a vuestro Cristo”.25 Esta perspectiva posee fundamentos válidos, si pensamos en los muchos “cristianos” y “educadores cristianos” que se desempeñan muy mal cuando representan a Cristo. También recuerdo que “es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Irónicamente, Rorty cita una porción de este pasaje bíblico al describir su “disposición a referir todas las preguntas de justificación última al futuro”.26 Cada uno de nosotros, entonces, tiene que decidir dónde pondremos nuestra fe y esperanza.

En el penúltimo período de clase de mi asignatura de posgrado en Filosofía de la Educación, jamás olvidaré un silencio sepulcral y los gruñidos posteriores que recibió la solicitud del profesor tanto a mis compañeros como a mi a articular nuestros pensamientos sobre la esperanza. El silencio fue un barómetro bastante exacto del sentido real de esperanza que tiene la gente; hubo una conciencia obvia de nuestra ineptitud. En un mundo que busca respuestas, parecen existir pocas alternativas que nos ayudan a dormir mejor por las noches.

La misma herida que arruina la urdimbre de la gran “V” sin la gran “D” (Dios) se superpone a las ideas de Rorty, por medio de la inevitable disminución de la Verdad a las pequeñas verdades. El intento inútil de la humanidad de ser Dios, sumado a la vasta y variada adoración de pseudo dioses (por ej., la adoración de la humanidad y las posesiones),27 facilitan el uso de la filosofía como anestésico, o “herramienta”28 para adormecer el dolor creado por el abismo entre la humanidad y la esperanza. Como educadores y líderes de la educación, necesitamos la audacia de crear instituciones y espacios de esperanza y sanación.

Despejemos los puntos ciegos

Aunque las reformas a gran escala y la inercia política podrían desmotivar a muchos educadores a imaginar y participar en prácticas fundamentales que puedan sanar, se me recuerda que el primero y más importante sistema sobre el cual se puede intervenir es la institución del yo. No podemos llevar a los estudiantes ni un paso más lejos de lo que estamos preparados a ir por nosotros mismos.29 Tenemos que buscar cómo conocer nuestro yo auténtico y estar dispuestos a utilizar el poder pedagógico que existe en nuestras historias, nuestro sistema de creencias, nuestras trayectorias y nuestra supervivencia, tanto dentro como fuera del ámbito académico.

Igualmente importante, tenemos que considerar de qué manera nuestra verdad, trayectorias y sistemas de creencias pueden crear puntos ciegos en nuestras lentes, enseñanza y liderazgo. Ese proceso se vio materializado durante mi experiencia en la escuela de posgrado, y es un proceso que sigue influyendo sobre mi práctica como líder y profesor. Busqué repasar el redespertar epistemológico que se produjo como parte de mi programa doctoral, donde tuve tiempo de considerar de manera crítica mis experiencias previas en el salón de clases como profesor de escuela secundaria (lo que incluyó cinco años en un colegio adventista con internado) y mis esperanzas de práctica en el futuro.

Mucho ha cambiado desde que escribí el primer borrador de este trabajo en el otoño de 2008 cuando cursaba el primer año como estudiante doctoral adventista, tomando una asignatura de filosofía de la educación en una universidad pública. Como parte de mi desarrollo profesional y responsabilidad espiritual durante el curso, escogí leer El conflicto de los siglos como contenido paralelo (curricular) para equilibrar las perspectivas a las que estaba siendo expuesto en clase.

Disfruté de El conflicto de los siglos, y recuerdo en vívidos detalles mis esfuerzos por compartir el libro con una compañera, una afroamericana de trenzas que era profundamente espiritual e inquisitiva sobre cuestiones relacionadas con la fe. Mis lentes epistemológicos entonces (que hoy describiría como una combinación de arrogancia religiosa e ignorancia colonial) me condicionó a creer que tenía mucha “verdad” que compartir con ella, en particular cuando ella compartió que por entonces estaba identificándose con los principios básicos del Rastafari.

En pocas palabras, la juzgué. Y sin embargo, la noche en que busqué ofrecerle un ejemplar de El conflicto de los siglos, ella se convirtió en mi maestra. “No puedo leer eso”, me dijo, un tanto molesta y con una mirada confundida ante mi aparente ignorancia a lo que ella encontraba ofensivo. “Mira esa tapa”, siguió diciendo. Era una tapa que había abierto en numerosas ocasiones, pero que jamás había considerado críticamente hasta que ella me llamó la atención de su contenido: La portada no tenía ninguna persona de color; desde la imagen de Jesús, hasta los ángeles, hasta los salvados, ninguno era de color. Cada aspecto de la portada era eurocéntrica, y yo había pasado por alto ese hecho.

Ese encuentro me llevó a reconsiderar mis maneras de conocer mi fe, a mí mismo, mi historia, mis pensamientos sobre el currículo, mis prácticas pedagógicas, y los reglamentos de la clase como docente, además del contexto religioso en los que había vivido esas verdades, como adventista de raza negra que había nacido en Bermuda pero que ahora estaba siendo desafiado a reflexionar en la totalidad de mi travesía, lo que incluía mi ascendencia afroamericana.

De muchas maneras, mi participación con mi compañera trascendió nuestra evaluación de Platón, Kant y Rory, pero nuestros intercambios fueron en realidad una extensión de ella. A saber, que la trayectoria de fe y sus intersecciones con nuestras identidades individuales y asociaciones institucionales es un camino complejo y recorrido a menudo, en particular para los que persiguen destinos de esperanza. Como lo destaca Stephen Mansfield30 en La fe de Barack Obama, es una travesía que Obama llegó a saber mucho antes de su travesía a los cargos públicos, y es algo que no puede ser separado de su trasfondo racial mixto, de la pérdida de su padre biológico y su padrastro, y de la oportunidad de movilizar su fe en la Iglesia Unida de Cristo Trinity, un camino que él vio como algo tanto pragmático como suficientemente potente para satisfacer sus elevadas creencias en la esperanza y la justicia.31

Yo también conozco esta lucha como afrobermudeño y afroamericano que ha tenido que enfrentar la pérdida de un padre biológico, que descansa en una tumba de San Luis (Missouri, Estados Unidos), el mismo estado donde trabajo ahora como profesor de la universidad principal. Lucho con la realidad de que podría y quizá debería haber asistido a las mismas instituciones educativas que Michael Brown de Ferguson,32 si hubiera sido criado con mi padre y al lado de su familia. Sé lo que es luchar como líder ministerial y miembro del equipo pastoral de una iglesia mayormente de raza blanca; lo sé como líder que procuró movilizar una congregación para activar los valores del folleto trimestral de Escuela Sabática sobre la participación comunitaria en el centro urbano de nuestra ciudad, antes de tan solo efectuar declaraciones filosóficas referidas a la participación comunitaria durante la Escuela Sabática. Lo sé como profesor y líder de la Universidad de Missouri durante algunos momentos problemáticos e incidentes muy publicitados de inestabilidad racial.

Formulemos preguntas críticas

Vivir, aprender y liderar en estos espacios complejos me ha forzado a ver y reimaginar mi fe mediante lentes de relevancia cultural. Tengo la audacia de creer, vivir, liderar y enseñar con la esperanza de que podamos trabajar simultáneamente con instituciones educativas, sistemas e iglesias imperfectos, aunque les presentamos desafíos y los cambiamos para mejorar. El levantamiento #ItIsTimeAU en la Universidad Andrews y la respuesta subsiguiente de la administración, hasta ahora, es un ejemplo conmovedor y prometedor de esto,33 un ejemplo que espero mejore la educación adventista y las iglesias occidentales al enfrentar con valor nuestras fortalezas subdesarrolladas y ser modelos ante el mundo de cómo responder a las diferencias y limitaciones en nuestras instituciones.

¿De qué manera nuestra comprensión y enfoques de la Verdad o las verdades impactan nuestras pedagogía y perspectivas de los estudiantes, las familias, el plan de estudios, el liderazgo y las comunidades que albergan a esas entidades?

Aun así, quedan interrogantes. Por ejemplo, uno puede preguntarse: ¿Qué verdades o Verdades de nuestros sistemas filosóficos, epistemológicos, educacionales y religiosos podrían estar inhibiéndonos como líderes y educadores de manera que nos impida hacernos preguntas vitales sobre la relevancia cultural y su impacto en el plan de estudios, tanto dentro como fuera de la institución educativa? ¿Qué pasará con nuestras instituciones y nuestra fe cinco años después de la trágica muerte de Michael Brown en Ferguson, cuatro años después de los levantamientos en el campus de Columbia de la Universidad de Missouri, dos años después de la publicación del video de #ItIsTimeAU, y más de dos años después de la finalización de una campaña de elecciones en los Estados Unidos que fue sin duda más intensa y divisiva que cualquier otra que recordemos en años recientes, lo que incluye percepciones divergentes de la verdad, los hechos, y los “hechos alternativos”?34 Como educadores cristianos, tenemos que estar dispuestos a hacernos preguntas críticas, como por ejemplo:

  • ¿Cuán cómodos nos sentimos con discutir y tratar el tema de la raza, el racismo, la cultura, la equidad y las diferencias?
  • ¿De qué manera nuestra comprensión y enfoques de la Verdad o las verdades impactan sobre nuestras pedagogía y perspectivas de los estudiantes, las familias, el plan de estudios, el liderazgo y las comunidades que albergan a esas entidades?
  • En un contexto nacional e internacional en el que las tensiones y realidades raciales han explotado, ¿de qué manera se ha visto impactada y ha sido implicada nuestra pedagogía y, quizá lo más importante, ¿cómo pueden o han contribuido positivamente los discursos en nuestras clases (tanto dentro como fuera de la institución) a la esperanza que tenemos como cristianos, sin mostrarnos ignorantes o despectivos con respecto a las injusticias?
  • Lo que es más fundamental, ¿dónde hallamos esperanza, y cómo comunicamos esta esperanza cada día a nuestros estudiantes y a otras personas dentro de nuestra esfera de influencia?

Para operacionalizar la práctica intencional

Al igual que Hooks,35 ahora enseño con la comprensión de que la docencia es un arte sagrado que requiere la atención de todo el estudiante. Esto significa actuar de manera deliberada en mi práctica y reconocer que cada interacción tiene el potencial de impactar la vida de los estudiantes. A continuación, se presentan algunas sugerencias basadas en algunos ejemplos de mi propia experiencia, en la manera a recomendar que los lectores operacionalicen estos principios:

  1. Cree un ambiente de aprendizaje de aceptación. Por ejemplo, salude a los estudiantes por nombre (pronunciándolos bien). Esto es tan importante como las calificaciones que obtienen, dado que influye sobre su sentido de pertenencia.
  2. Escuche activamente y preste atención a las experiencias de los estudiantes. Estos a menudo enfrentan dificultades personales que pueden malograr su desempeño académico. Ofrezca condolencias, extienda una fecha límite, diríjalos o anímelos a buscar ayuda de un servicio de apoyo institucional, y esté al tanto de sus progresos. Esto es tan importante como ofrecer comentarios críticos sobre su trabajo o tener altas expectativas respecto de la asistencia y la puntualidad.
  3. Reconozca que hay diferencias aun dentro de grupos étnicos y culturales similares. La forma de ver las cosas, las oportunidades y las perspectivas de los estudiantes están modelados por sus experiencias e impactan sus necesidades de aprendizaje. Lo sé basado en mi propia experiencia como afrobermudeño que aprendió sobre la experiencia afroamericana, y lo mismo podría decirse de otros grupos étnicos y culturales. Es fundamental ser sensibles y conscientes a las identidades étnicas y culturales de los estudiantes, y aún más importante comprender que existe una diversidad dentro de los grupos.
  4. Cultive un ambiente que sea inclusivo y celebre la expresión y excelencia culturales. Por ejemplo, incluya imágenes en los materiales y presentaciones curriculares que representen una gama de etnias y culturas. Es fundamental que los estudiantes se vean representados de maneras significativas. Todos somos la creación de Dios.
  5. Busque ser radicalmente equilibrado. Reconozca que hay asuntos raciales que aún desafían a las instituciones “cristianas”; pero al igual que en nuestro andar cristiano, tenemos que caminar diariamente siguiendo el ejemplo de Jesucristo. Por ejemplo, esto significa compartir con mi congregación que si no consideramos la salvación tanto de Michael Brown como de Darren Wilson (el agente de policía de raza blanca que mató a Michael Brown, un afroamericano), entonces tenemos que reconsiderar la calidad de nuestro cristianismo.

Pensamientos finales

Mi liderazgo y enseñanza se basan en la creencia de que “la verdadera educación […] es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales”.36 Para mí, esto significa comprender que la educación cristiana no tiene que ver tan solo con instituciones; por el contrario, se relaciona con educadores cristianos de cada contexto educacional que responden a las necesidades integrales de los individuos. El camino de la fe es una trayectoria, y cada encuentro representa una oportunidad invaluable de ejercer un impacto positivo en el camino de la fe de otra persona. Mi responsabilidad como educador cristiano es amar a las personas, y listo. Liderar con amor significa que valoro la relación por sobre la tarea de compartir mi religión, aun cuando soy miembro activo de la Iglesia Adventista.

Sin embargo, soy cristiano primeramente y creo que un profundo amor por la humanidad, sumado a un amor por lo que enseño y el poder de las ideas, tiene que estar presente para enseñar y liderar de manera efectiva.37 Concuerdo con Freire cuando dijo que “la enseñanza es un acto de amor”.38 También veo crédito en la descripción de McLaren, quien afirmó que el amor es “el oxígeno de la revolución, dado que nutre la sangre […] y el espíritu de lucha”.39

Como intelectual y profesor cristiano no tradicional en esta era de gran intolerancia religiosa y legítimo descontento con el statu quo, busco enseñar con esperanza y amor por todas las personas.40 Me rehúso a huir de los diálogos críticos que invariablemente surgen en las clases que adoptan y consideran las grandes “V” y las pequeñas “v” que los estudiantes traen consigo a la clase.41 Es una empresa audaz y sin embargo necesaria, tanto para mis estudiantes como para mí, como buscador de la Verdad y una institución de sanación en movimiento que desea vivir mi vida, mi esperanza y mi pedagogía de maneras auténticas, relevantes y liberadoras en estos tiempos complejos.


Este artículo ha sido sometido a la revisión de pares.

Ty-Ron M. O. Douglas

Ty-Ron M. O. Douglas, PhD, es profesor asociado de liderazgo educacional y análisis de políticas educacionales de la Universidad de Missouri (Mizzou), Columbia, Missouri, Estados Unidos. Su investigación explora las intersecciones entre la identidad, el espacio comunitario y geopolítico, y los fundamentos socioculturales del liderazgo y la educación. El doctor Douglas ha publicado varios artículos y libros sobre temas relevantes para los líderes educacionales, en medios tales como Peter Lang, Teachers College Record, y The Urban Review.

Citación recomendada:

Ty-Ron M. O. Douglas, “La audacia personificada: Liderar con esperanza y buscar la verdad (o verdades)”, Revista de educación adventista Disponible en https://www.journalofadventisteducation.org/es/2019.81.2.7.

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. La cosmovisión se refiere a la manera en que la identidad propia se ve conformada por el ambiente social y político, y la forma en que la identidad influye y da forma a la perspectiva propia. Para más información, véase http://sk.sagepub.com/reference/geography/n913.xml.
  2. Varios filósofos, desde Platón a Rorty, fueron estudiados durante la asignatura semestral de 16 semanas de duración.
  3. Richard Rorty, Philosophy and Social Hope (New York: Penguin Books, 1999), 201-209.
  4. Cornel West, Cornel West Reader (New York: Basic Civitas Books, 1999), 165-173; 543-544.
  5. Sheryl C. Cozart, “When the Spirit Shows Up: An Autoethnography of Spiritual Reconciliation With the Academy”, Educational Studies 46:2 (Abril 2010): 250-269. doi: 10.1080/00131941003614929.
  6. Platón, The Republic, G. M. A. Grube y C. D. C. Reeve (trads.) (Indianapolis, Ind.: Hackett Publishing Company, Inc., 1992), 186 (obra original escrita alrededor del año 380 a.C.); Melissa Lane, entrada “Philosopher King”, Encyclopedia Britannica: https://www.britannica.com/topic/philosopher-king.
  7. Rorty, Philosophy and Social Hope, 201-209.
  8. Ibíd., xxvi, 65.
  9. Elena G. White, El conflicto de los siglos (Doral, Fl.: Asoc. Publ. Interamericana, 2007), 513.
  10. Diccionario en línea Merriam Webster: https://www.merriam-webster.com/dictionary/philosophy.
  11. White, El conflicto de los siglos (Mountain View, Calif.: Pacific Press, 1911), 512.
  12. Emmanuel Kant, Education (Ann Arbor, Mich.: The University of Michigan Press, 1960), 70.
  13. Fritz Guy, “Can Education Be Both ‘Higher’ and ‘Adventist’?” The Journal of Adventist Education 64:4 (Abril/Mayo 2002): 7.
  14. Génesis 3:4, 5. La cursiva es mía. A menos que se indique lo contrario, los textos bíblicos han sido tomados de la Santa Biblia, versión Reina-Valera 95® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Usada con autorización. Todos los derechos reservados.
  15. Platón, The Republic, 49.
  16. White, Patriarcas y profetas (Mountain View, Calif.: Pacific Press, 1954), 382.
  17. Trace E. White, Scandal of the Universe (Belleville, Ontario: Essence Publishing, 2000), 16.
  18. Rorty, Philosophy and Social Hope, 86.
  19. Ibíd., 204.
  20. Ibíd., 72.
  21. Ibíd., 204.
  22. Rorty, Philosophy and Social Hope, 201.
  23. Ibíd., 201.
  24. La alegoría de la cueva que utiliza Platón es una metáfora del impacto que la educación puede tener sobre el individuo. Él describe un grupo de cautivos que están atados juntos en una cueva, en la que su única realidad es el muro vacío frente a ellos. Un fuego arde fuera de la cueva y arroja sombras contra el muro. Lo que ven es lo que creen que es real. Un cautivo es liberado y, al ingresar a la zona donde está el fuego, sus ojos tienen que ajustarse a la nueva luz. Cada vez que es llevado más y más lejos de la cueva, sus ojos tienen que ajustarse una vez más. El objetivo de la educación, entonces, es alejar a los individuos tanto como sea posible de la cueva. Para saber más sobre esta alegoría, véase “The Allegory of the Cave”:  https://faculty.washington.edu/smcohen/320/cave.htm.
  25. Aunque se ha disputado la fuente de esta cita, fue dicha presuntamente por Mahatma Gandhi: http://www.goodreads.com/quotes/22155-i-like-your-christ-i-do-not-like-your-christians..
  26. Rorty, Philosophy and Social Hope, 27.
  27. Ty-Ron M. O. Douglas, “Resisting Idol Worship at HBCUs: The Malignity of Materialism, Western Masculinity, and Spiritual Malefaction”, The Urban Review 44:3 (Marzo 2012): 378-400.
  28. Rorty, Philosophy and Social Hope, 65.
  29. Bell Hooks, Teaching to Transgress: Education as the Practice of Freedom (New York: Routledge, 1994), 19.
  30. Stephen Mansfield, The Faith of Barack Obama (Nashville, Tenn.: Thomas Nelson, 2008), 1.
  31. Ibíd.
  32. Michael Brown, un adolescente afroamericano no armado de 18 años, recibió un disparo mortal el 9 de agosto de 2014 de parte de Darren Wilson, un agente de policía de raza blanca en Ferguson, Missouri, Estados Unidos. Wilson estaba respondiendo a la denuncia de un robo. Informes conflictivos respecto de las circunstancias del disparo pusieron en movimiento protestas e inestabilidad civil en Ferguson y diversas partes de la nación, y abrieron un debate nacional sobre la relación entre las fuerzas del orden y la comunidad afroamericana. Por más información, véase Rachel Clarke y Christopher Lett, “What Happened When Michael Brown Met Officer Darren Wilson”: http://www.cnn.com/interactive/2014/08/us/ferguson-brown-timeline/.
  33. El personal y los estudiantes actuales y del pasado de la Universidad Andrews en Berrien Springs, Michigan, Estados Unidos, preparó y compartió un video de YouTube que se hizo viral. El video desafió a la administración de la universidad para que respondiera y reconociera la historia de la institución respecto de las relaciones raciales, tanto en el pasado como en el presente. Se puede hallar mayor información sobre el movimiento #ItIsTimeAU en https://www.andrews.edu/diversity/itistime/. Tanto el Equipo Organizador de #ItIsTimeAU y la administración de la Universidad Andrews tienen mucho bueno que ofrece al campo más abarcador de la educación superior sobre el poder de decir la verdad y el potencial de esperanza y sanación.
  34. Centros de Investigaciones Pew, Political Polarization (2016): http://www.pewresearch.org/topics/political-polarization/2016/ 
  35. “Hechos alternativos” es una frase usada por la Asesora del Presidente de los Estados Unidos Kellyanne Conway durante una entrevista de Meet the Press 22 de enero de 2017. La frase se hizo viral en los medios sociales y varias organizaciones de medios: https://en.wikipedia.org/wiki/Alternative_facts. 35. Hooks, Teaching to Transgress: Education as the Practice of Freedom, 13.
  36. Elena G. White, La educación (Buenos Aires: Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1998), 13.
  37. Antonia Darder, Reinventing Paulo Freire: A Pedagogy of Love (Boulder, Colo.: Westview, 2002), 148; Paulo Freire, Pedagogy of the City (New York, Continuum, 1993); Hooks, Teaching to Transgress: Education as the Practice of Freedom, 13.
  38. Darder, ibíd.
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