Julie Cook

La retroalimentación como conversación:

El poder de la retroalimentación bidireccional

¿Qué distingue a un artista promedio de uno experto? ¿A un pianista regular de un virtuoso? ¿A un aficionado de un gran maestro del ajedrez? Ericsson y Pool en, Número uno: Secretos para ser el mejor en lo que nos propongamos, descubrieron que la diferencia principal es la práctica intencionada.1 Esta “es una práctica con propósito que sabe a dónde va y cómo llegar ahí”.2 Un elemento de la práctica intencionada es la retroalimentación,3 la cual también se clasifica como uno de los principales contribuyentes al aprendizaje de los estudiantes en el libro de Hattie, Visible Learning: A Synthesis of Over 800 Meta-Analyses Relating to Achievement [Aprendizaje visible: Una síntesis de más de 800 metaanálisis relacionados con el logro].4 Quinton y Smallbone observaron que “la retroalimentación es un factor único muy poderoso que mejora el logro y aumenta la probabilidad de que ocurra el aprendizaje”.5

La retroalimentación se vuelve aún más poderosa cuando es bidireccional, no solo del maestro a los estudiantes sino también de los estudiantes al maestro. Hattie comenta sobre cómo se dio cuenta del valor de la retroalimentación bidireccional. A principios de la década de 1990 ya había descubierto que la retroalimentación era una de las influencias más importantes en el logro pero no entendía el papel que desempeñaba. Pensó que su influencia se derivaba principalmente de lo que los maestros proporcionaban a los alumnos, pero entonces descubrió que la retroalimentación tenía más impacto cuando también sucedía de los alumnos al maestro.6

¿Cómo pueden los maestros buscar la retroalimentación de sus estudiantes? Una forma es recibir comentarios de los alumnos sobre la retroalimentación que ellos reciben. El maestro proporciona retroalimentación y le pide a los estudiantes que reflexionen, y luego de nuevo el maestro responde a las reflexiones de los alumnos. Por lo que la instrucción se vuelve “de monólogo a diálogo”.7 El objetivo de este artículo es discutir por qué es valioso involucrar a los estudiantes en un diálogo de retroalimentación y cómo pueden los maestros utilizar esta simple técnica para invitar a los alumnos a participar en esta conversación.

El valor del diálogo de retroalimentación

Uno de los valores de participar en el diálogo de retroalimentación es que este le permite a los maestros examinar la efectividad de la retroalimentación que brindan. Price et al. estudiaron cómo los maestros y los alumnos veían la retroalimentación bidireccional, es decir, la retroalimentación dada y recibida, y concluyeron que los maestros “vivían con la disonancia entre los beneficios y sus propias creencias del alcance limitado de la participación de los estudiantes, pero rara vez intentaban medir el efecto de la retroalimentación que proporcionaban”.8 Los profesores medían la efectividad de la retroalimentación dada a los estudiantes en términos de cantidad y no de calidad.9

Las respuestas de los estudiantes a la retroalimentación de los maestros se puede usar para evaluar la calidad de la misma. Brown, Roediger y McDaniel dan un ejemplo de esto: comparan la autoevaluación con un piloto que depende de instrumentos en vez de sus sentidos, ya que los pilotos son vulnerables a una “gran cantidad de ilusiones perceptivas”.10 La autoevaluación, como los instrumentos de vuelo, pueden revelar ilusiones de dominio de los estudiantes y puede ayudar a los maestros a tomar acciones correctivas. Para los maestros, buscar retroalimentación de los alumnos sobre la retroalimentación dada es una forma de autoevaluación, de volar usando los instrumentos en vez de la percepción. Responde a la pregunta, “¿es efectiva la retroalimentación?” Cada ciclo de retroalimentación, proporcionar retroalimentación a los alumnos y recibir sus respuestas, puede convertirse en una oportunidad de aprendizaje tanto para los maestros como para los estudiantes. Al descubrir cómo los alumnos recibieron su retroalimentación, los maestros pueden mejorar su retroalimentación.

El diálogo de retroalimentación también ayuda a facilitar una comunicación más clara con los estudiantes. Price et al. dicen que “la retroalimentación escrita sin diálogo a menudo crea frustración y distanciamiento”,11 como lo expresó un estudiante al responder a la retroalimentación de su maestro, “¿Qué significa clarificar tus propósitos y objetivos?”12 Cuando los maestros le piden a los alumnos que respondan a la retroalimentación, crean una oportunidad para que los alumnos ayuden a sus instructores a mejorar y aclarar la retroalimentación.

Pedir una respuesta también aborda otro problema con la retroalimentación monológica: cuando los maestros proporcionan retroalimentación sin requerir una respuesta por parte de los alumnos es menos probable que los alumnos se involucren. Ajjawi y Boud dicen que “la retroalimentación como ‘narrativa’, la cual coloca al alumno como un receptor pasivo, es problemática ya que el acto de narrar o decir no asegura que el estudiante haya leído o escuchado la retroalimentación, la haya entendido o haya hecho algo al respecto”.13

La retroalimentación debe ir más allá de que el profesor simplemente le responda a los estudiantes, ya sea por escrito o en una conversación, sobre una sola tarea. Debe ser más de lo que un estudiante describió como “algo totalmente independiente, no se relaciona con nada de lo demás que hago”.14 Pedirle a los estudiantes que respondan a la retroalimentación al menos asegura que la leen, pero más importante aún, les proporciona una oportunidad para reflexionar, les muestra que la retroalimentación es valiosa y les ayuda a conectarla con las siguientes actividades o tareas.

También hay un precedente bíblico para transformar la retroalimentación de un monólogo a un diálogo. Dios no solo les habla a los seres humanos sino que también los llama a tener una conversación con él. Nos dice, “Vengan, pongamos las cosas en claro” (Isaías 1:18, NVI).15 Invita a los seres humanos a responderle, “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá” (Mateo 7:7). Algunos de los mejores aprendizajes de la Biblia ocurrieron en el contexto de una conversación: la conversación entre Jesús y la mujer del pozo y entre Jesús y Nicodemo por la noche.

Cómo iniciar un diálogo de retroalimentación

¿Cómo pueden los maestros transformar la retroalimentación, de pasar de un monólogo a un diálogo? Una manera es, por medio de conferencias breves sobre escritura. Sin embargo, aunque esto estimula con éxito a las respuestas de los alumnos y al diálogo sobre la asignación de ensayos, puede ser poco práctico para los maestros que tienen el tiempo limitado o que enseñan grupos numerosos. Una alternativa es designar un momento de la clase para que los alumnos lean y escriban una reflexión sobre la retroalimentación que se les ha dado. Quinton y Smallbone abordan este asunto, “Existe un fuerte argumento para vincular el tiempo dedicado en clase a la reflexión sobre el ciclo de retroalimentación y evaluación. Los estudiantes están interesados y valoran la retroalimentación y hay evidencia . . . de que puede impulsar la reflexión y un aprendizaje más profundo”.16

Quinto y Smallbone desarrollaron una serie de preguntas que se pueden realizar durante el tiempo de clase:

1. “¿Cuáles son mis sentimientos sobre esta retroalimentación?” Esta pregunta le permite a los estudiantes “separar sus respuestas emocionales del pensamiento racional y comenzar a reflexionar sobre la retroalimentación”.17

2. “¿Qué pienso sobre la retroalimentación?”18 Esta pregunta da lugar al análisis y a la evaluación de la retroalimentación.

3. “Basado en esta retroalimentación, ¿qué acciones podría tomar para mejorar mi trabajo en tareas futuras?”19 Esta pregunta motiva a los alumnos a considerar cómo las tareas están relacionadas.

Las preguntas de Quinton y Smallbone son útiles; sin embargo, yo he desarrollado mis propias preguntas para crear una encuesta de “retroalimentación de la retroalimentación” que toma solo entre 10 y 15 minutos de la clase: (1) ¿Qué aprendiste de la retroalimentación recibida? y (2) ¿Tienes algunas preguntas sobre la retroalimentación recibida? La primera pregunta fomenta la reflexión sobre la retroalimentación; la segunda pregunta permite clarificar la retroalimentación. He usado esta encuesta por varios años y he descubierto que agrega valor a mi retroalimentación. Gran parte de este valor agregado ha ocurrido en áreas ya mencionadas referente a la importancia del enfoque del diálogo hacia la retroalimentación.

El impacto del diálogo de retroalimentación en el aula

El primer valor agregado que he notado es la provisión de una ventana cuando los alumnos pueden evaluar la retroalimentación que les he dado. Antes de usar esta encuesta, yo estaba como los participantes del estudio de Price et al., no sabía si la retroalimentación proporcionada era efectiva.20 Kluger y DeNisi escribieron, “En especial . . . sugerimos que los profesionales interesados en el desarrollo y la implementación de intervenciones de retroalimentación tomen el tiempo de evaluar la efectividad de . . . las intervenciones en vez de solo asumir que funcionan”.21 Una forma en que pude evaluar mi retroalimentación fue cuando me ayudó a revelar la disparidad entre lo que pensaba que había comunicado y lo que mis estudiantes realmente entendían. Por ejemplo, una alumna preguntó por qué varias de las oraciones estaban subrayadas en su ensayo. Yo lo había hecho como un cumplido para ella, puesto que yo subrayo las oraciones que me llaman la atención; sin embargo, gracias a la forma en la que ella redactó su pregunta pude darme cuenta que debo clarificar mis intenciones agregando comentarios positivos cuando subrayo una oración.

Leer las respuestas de los alumnos también me mostró las áreas de aprendizaje que aún faltan por reforzar, como se puede ver en los comentarios siguientes:

  • “¿Cómo podría haber conectado mejor los subtemas?”
  • “No entiendo cómo escribir de manera consistente usando la tercera persona.”
  • “Me confundí con las citas en el texto.”
  • “Me hubiera gustado haber revisado más [el estilo] APA antes de entregar nuestros proyectos.”

Conocer los temas sobre los cuales los alumnos se sentían más confundidos me guío en la dirección exacta para planear los periodos de clase siguientes. 

Los alumnos rara vez hacían preguntas sobre la retroalimentación a menos que se tratara de disputar una calificación, pero desde que comencé a dedicar tiempo de la clase para reflexionar sobre mi retroalimentación, los alumnos se han sentido más cómodos haciendo preguntas.

La encuesta también abordó qué tan bien los estudiantes entendieron la retroalimentación. Los motivó a buscar clarificación sobre la retroalimentación que recibieron. A menudo, esto implicaba que un alumno levantara la mano mientras tomaban la encuesta de retroalimentación y me pidiera que me acercara para preguntarme algo. En ese momento el alumno me indicaba un comentario específico que le había hecho y me preguntaba “¿A qué se refiere con esto?” Antes de usar la encuesta, los alumnos rara vez hacían preguntas sobre la retroalimentación a menos que se tratara de disputar una calificación, pero desde que comencé a dedicar tiempo de la clase para reflexionar sobre mi retroalimentación, los alumnos se han sentido más cómodos haciendo preguntas. Estas preguntas y mis comentarios al respecto han aumentado la comprensión de mis alumnos sobre la retroalimentación.

Las respuestas de los estudiantes a la retroalimentación también ha profundizado su aprendizaje. Se solidifica lo que han aprendido de la retroalimentación y les proporciona información adicional sobre su escritura. Un alumno respondió a la encuesta de retroalimentación con lo siguiente, “Aprendí que para escribir un proyecto de manera efectiva, tienes que entender las fuentes”. Otro estudiante dijo, “Las pequeñas declaraciones que hago que son específicas le ayudan al lector a imaginar lo que he leído”. La reflexión también ha brindado la oportunidad para la “proalimentación”, es decir, les proporciona más orientación para trabajos futuros. Un alumno dijo, “La retroalimentación me indica lo que necesito practicar y en qué enfocarme, al igual que me motiva a ver mis fortalezas en la escritura”.

Iniciar un diálogo sobre la retroalimentación es claramente beneficioso tanto para los maestros como para los alumnos. Logré entender el valor de las encuestas de retroalimentación como resultado de mi experiencia enseñando cuatro secciones de composición cada semestre, por varios años. Cada semestre sentía que era un maratón para calificar: tenía que responder a unas 800 páginas de escritura de los estudiantes. Aunque pasaba de 10 a 15 horas por tarea dando retroalimentación, ¡no se me había ocurrido invertir unos 10 o 15 minutos del tiempo de la clase para que cada estudiante reflexionara sobre mi retroalimentación!

Como muchos maestros, sabía que dar una buena retroalimentación era una de mis responsabilidades, pero no había pensado que los alumnos también tenían una responsabilidad sobre mi retroalimentación. Yo esperaba que leyeran mis comentarios y deseaba que hicieran más que simplemente arrugar el papel y tirarlo a la basura, pero más allá de eso, no había pensado en qué podían hacer con mi retroalimentación.

Probablemente esto se debía a que el diálogo de retroalimentación es un concepto relativamente nuevo en la literatura; se desarrolló en los últimos 10 años más o menos.22 Me sentí energizada al darme cuenta que había mucha literatura reciente sobre el valor que tiene el pedirle a los estudiantes que reflexionen sobre la retroalimentación. Dawson et al. se refieren a los maestros como yo cuando dicen que “no sabemos en qué medida el personal y los alumnos han logrado entender el concepto cambiante de retroalimentación que se encuentra en la literatura”. Solo cuando reflexioné sobre la cantidad de trabajo que me llevaba calificar los ensayos y me pregunté cómo lograr que mis esfuerzos alcanzaran un mayor impacto logré darme cuenta que necesitaba desarrollar nuevas estrategias. Fue así que comencé a pedir retroalimentación de la retroalimentación. ¡Después descubrí que la literatura apoya este cambio!

Enseñar, especialmente enseñar escritura, que requiere gran cantidad de lectura y respuestas, deja poco tiempo para la reflexión. Si aún no se ha preguntado cuál es el impacto de la retroalimentación en los estudiantes, es momento de comenzar a hacerlo. El método que yo uso es simple y no requiere mucho tiempo de la clase, tal vez una hora adicional por semestre. Tampoco implica mucho más trabajo ya que muchas de las preguntas que los estudiantes hacen en su retroalimentación se pueden contestar en clase de manera fácil mientras completan la encuesta. Puede que ocasionalmente requiera revisar el material que ya se ha estudiado antes o agregar lecciones a un calendario que ya es demasiado apretado, pero incluso esto no tomará mucho tiempo. Invertir unos 10 minutos de la case para abordar las preguntas que varios estudiantes se han planteado sobre la retroalimentación del maestro es tiempo bien invertido.

Superar las barreras para lograr un diálogo de retroalimentación

Si bien creo que tengo un buen argumento para el valor y la facilidad de la retroalimentación bidireccional, reconozco que hay barreras para lograrlo. Una de esas barreras es que puede hacer que los maestros se sientan vulnerables. ¿Qué pasa si los estudiantes critican la retroalimentación? He recibido muy pocas respuestas negativas como resultado de la retroalimentación que les he dado. Las pocas respuestas negativas han sido comentarios como los siguientes, “¿¡Por qué un 76!?” y “Espero que nunca más en la vida tenga que hacer un repaso de literatura”. Siempre existirá la posibilidad de recibir respuestas negativas, pero incluso esas reacciones son instructivas ya que revelan dónde se necesitan hacer cambios, que es exactamente lo que quiero de mis alumnos cuando les doy la retroalimentación.

Algunos maestros podrían temer que al motivar a sus estudiantes a hacer preguntas sobre la retroalimentación abrirá una caja de Pandora de la cual surgirán criticas y discusiones en vez de preguntas o inquietudes legítimas. Raramente los estudiantes usan la encuesta de retroalimentación para discutir su calificación. En todo caso, pedirles retroalimentación ha desafiado mis propias suposiciones sobre los alumnos, por ejemplo, la suposición de que solo les importa la calificación y no les importa aprender. Antes de usar la encuesta de retroalimentación, la mayoría de mis interacciones sobre la retroalimentación era con alumnos que no estaban satisfechos con su calificación. Ahora, mis interacciones son con toda la clase y son más diversas. La mayor sorpresa recibida son las reacciones positivas que he recibido de mi retroalimentación. Los estudiantes han hecho comentarios como los siguientes:

  • “Me encantaron sus comentarios, me ayudaron a ver lo que necesitaba mejorar”.
  • “La retroalimentación que recibí sobre mi ensayo fue muy clara y tenía sentido”.
  • “La retroalimentación fue excelente para mejorar mi gramática”.
  • “Me gustó la forma en que leyó mi proyecto, me ayudó a notar ciertas cosas”.
  • “Gracias por su retroalimentación tan detallada”.

Estos comentarios me animan y me hacen querer continuar el arduo trabajo de darles retroalimentación. Los maestros a menudo piensan que la retroalimentación es una herramienta para motivar a los alumnos, pero la retroalimentación positiva de los alumnos también motiva. Sus respuestas nos ayudan a ver que no estamos respondiendo en vano sino que el trabajo de la retroalimentación sí tiene un impacto en los alumnos.

El libro Apréndetelo: La ciencia del aprendizaje exitoso de Brown, Roediger y McDaniel recomienda hacer pequeños cambios en la enseñanza que pueden afectar el aprendizaje de los alumnos de manera significativa.24 “Mucho de lo que hemos estado haciendo como maestros y alumnos no nos ha servido muy bien, pero algunos cambios comparativamente simples pueden hacer una gran diferencia”.25 Uno de estos cambios es participar en la retroalimentación bidireccional.


Este artículo ha pasado por la revisión de pares

Julie Cook

Julie Cook, MA, es Coordinadora asistente de humanidades en la Escuela de Ciencias de la Salud y Biomédicas de la Universidad AdventHealth (AHU por sus siglas en inglés) en Orlando, Florida, EE. UU. Como Coordinadora asistente, ella ha ayudado a iniciar el Programa de Honores de la universidad. La profesora Cook también enseña oratoria y composición en inglés. Ella tiene una Licenciatura en Ciencias Sociales del Colegio del Pacífico Sur (PUC, en Angwin, California, EE. UU.) y una Maestría en Inglés de la Universidad de La Sierra (Riverside, California). Actualmente está cursando un Doctorado en Comunicación Estratégica en la Universidad de Florida Central (Orlando, Florida, EE. UU.). La profesora Cook comenzó su carrera de enseñanza en 2004 en el extranjero, en Taiwán y Tailandia, y en 2010 se unió al cuerpo docente de AHU.

Citación recomendada:

Julie Cook, “La retroalimentación como conversación: El poder de la retroalimentación bidireccional,” Revista de Educación Adventista 52 (2020).

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. Anders Ericsson y Robert Pool, Número uno: Secretos para ser el mejor en lo que nos propongamos (Barcelona: Conecta, 2017), 85.
  2. Ibid., 98.
  3. Ibid., 99.
  4. John Hattie, Visible Learning: A Synthesis of Meta-Analyses Relating to Achievement [Aprendizaje visible: Una síntesis de más de 800 metaanálisis relacionados con el logro] (Nueva York: Routledge, 2009), 173.
  5. Sarah Quinton y Teresa Smallbone, "Feeding Forward: Using Feedback to Promote Student Reflection and Learning―A Teaching Model," [Proalimentación: Usar la retroalimentación para promover la reflexión y el aprendizaje en los estudiantes – Un modelo de enseñanza] Innovations in Education and Teaching International 47:1 (2010): 127. doi:10.1080/14703290903525911.
  6. Hattie, Visible Learning [Aprendizaje visible], 173.
  7. David Nicol, “From Monologue to Dialogue: Improving Written Feedback Processes in Mass Higher Education,” [De monólogo a diálogo: Mejorar los procesos de retroalimentación escrita en la educación superior masiva] Assessment and Evaluation in Higher Education 35:5 (2010): 501. doi:10.1080/02602931003786559.
  8. Margaret Price et al., “Feedback: All That Effort, But What Is the Effect?” [La retroalimentación: Todo ese esfuerzo, pero ¿cuál es el efecto?] Assessment and Evaluation in Higher Education 35:3 (2010): 282. doi:10.1080/02602930903541007.
  9. Ibid.
  10. Peter Brown, Henry Roediger III y Mark McDaniel, Apréndetelo: La ciencia del aprendizaje exitoso (Ciudad de México: Paidós, 2018), 106.
  11. Price et al., “Feedback,” [La retroalimentación] 284.
  12. Ibid.
  13. Rola Ajjawi y David Boud, “Researching Feedback Dialogue: An Interactional Analysis Approach,” [Investigar el diálogo de retroalimentación: Un enfoque de análisis interactivo] Assessment and Evaluation in Higher Education 42:2 (2017): 253. doi:10.1080/02602938.2015.1102863.
  14. Price et al., “Feedback,” [La retroalimentación] 284.
  15. Todas las citas bíblicas fueron tomadas de la Nueva Versión Internacional (NVI). Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Bíblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Bíblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. 
  16. Quinton y Smallbone, “Feeding Forward,” [Proalimentación] 127.
  17. Ibid., 129.
  18. Ibid.
  19. Ibid.
  20. Price et al., “Feedback,” [La retroalimentación] 282.
  21. Avraham Kluger and Angelo DeNisi, “Feedback Interventions: Toward the Understanding of a Double-Edged Sword," [Intervenciones de retroalimentación: Hacia la comprensión de una espada de doble filo] Current Directions in Psychological Science 7:3 (1998): 71. doi:10.1111/1467-8721.ep10772989.ww.
  22. Phillip Dawson et al., “What Makes for Effective Feedback: Staff and Student Perspectives,” [Qué hace que la retroalimentación sea efectiva: Perspectivas de los alumnos y empleados] Assessment and Evaluation in Higher Education 44:1 (2018): 26. doi:10.1080/02602938.2018.1467877.
  23. Ibid.
  24. Brown, Roediger y McDaniel, Apréndetelo, 9.
  25. Ibid.