Don Essex

Desarrollo de una colección con relación costo-beneficio en la era digital:

consideraciones para las bibliotecas académicas

¿Son los libros impresos o los libros electrónicos la opción más económica para las bibliotecas académicas? Es un gran desafío para las bibliotecas académicas el desarrollar una colección que respete la relación costo-beneficio cuando los precios de los recursos de información son elevados y siguen aumentando y el tamaño de los presupuestos de biblioteca se mantienen estancados y a veces son reducidos. El diccionario en inglés Merriam-Webster Dictionary define cost-effective [rentable, que respeta la relación costo-beneficio] como “la producción de buenos resultados sin que cueste mucho dinero”.1 El bibliotecario del colegio terciario o de la universidad, suele enfrentar con frecuencia la pregunta respecto al costo-beneficio cuando procura identificar y adquirir tantos libros de calidad como le sea posible para apoyar de manera adecuada los programas académicos de su institución. Es inevitable que la pregunta se disuelva en un dilema que determine si la biblioteca debería adquirir la versión impresa o electrónica de cierto libro para satisfacer las necesidades de los estudiantes y el personal docente.

Por un lado, un libro impreso brinda al lector una interacción visual y táctil de sus contenidos, y a menudo puede ser adquirido a menor precio en línea, como por ejemplo en Amazon. Sin embargo, el mismo libro impreso tiene que ser pedido, preparado y colocado en un estante de la biblioteca antes de que el lector pueda usarlo. Por otro lado, un libro electrónico brinda al lector una participación visual y audible con su contenido, y pueden acceder remotamente a él uno o más lectores simultáneamente por medio de bases de datos en línea como ProQuest. Asimismo, puede pedirse y almacenarse en línea el mismo libro electrónico que, en consecuencia, puede estar a disposición del lector en un período relativamente breve.2

Dadas las diversas cualidades asociadas con libros impresos y electrónicos, y los variados procesos que implica el hacerlos disponibles a los lectores, parece ser que los electrónicos tienen cierta ventaja sobre los impresos, y los bibliotecarios los favorecen al adquirir libros de alta calidad para apoyar programas académicos en sus instituciones. Sin embargo, como este artículo demostrará, existen dos elementos significativos en el desarrollo de una colección: el precio y la disponibilidad, lo que sigue haciendo que los libros impresos sean la opción de mejor costo-beneficio para muchas bibliotecas académicas en la era digital.

Definición del desarrollo de una colección

Desarrollo de una colección es el proceso usado por las bibliotecas académicas para identificar, seleccionar y adquirir recursos de información para apoyar sus instituciones. Estos recursos incluyen libros, publicaciones periódicas, videos, música y otros contenidos que se adquieran o están bajo licencia, o se obtengan de alguna otra manera para apoyar a los programas académicos.3 El proceso incluye la revisión y evaluación de diversos recursos de información para considerar si cumplen con las necesidades de enseñanza e investigación de los campos, las carreras, los títulos, el personal docente y los estudiantes de una determinada institución. En este sentido, el desarrollo de la colección se concentra en qué temáticas (por ej., arte, sociología, biología) deberían ser adquiridas por la biblioteca.4

Sin embargo, el desarrollo de la colección también da prioridad a los formatos (por ej., libros, DVD, bases de datos) que adquiere una biblioteca. Este proceso a menudo incluye la consideración de varios medios de contenidos y la determinación que permite que la biblioteca apoye mejor el plan de estudios y garantice que la información esté fácilmente accesible a los estudiantes y el personal docente.5 Por lo general, esto requiere que la biblioteca considere muchos factores, que incluyen los siguientes: 6

Audiencia – ¿Quiénes serán los usuarios, y estarán favorecidos por los recursos de información? ¿Los estudiantes? ¿Los docentes? ¿Los administradores? ¿Otros? Por ejemplo, no resultaría muy útil suscribirse a revistas especializadas impresas en el área de enfermería para apoyar una carrera de enfermería que se dicte completamente en línea.

Preferencia – ¿Qué tipo de formato prefiere la audiencia? Por ejemplo, los que estudian lengua inglesa puede que prefieran tomar préstamos de libros y selecciones literarias impresas en lugar de acceder a ellos en línea y leerlos en la computadora.

Herramientas – ¿Viene un formato con herramientas especiales que están disponibles en un formato, pero no en otro? Por ejemplo, muchas enciclopedias en línea cuentan con herramientas de citación que no se encuentran disponibles en las versiones impresas.

Rentabilidad – ¿Qué tipo de formato son rentables para la biblioteca? Por ejemplo, podría resultar más barato adquirir un ejemplar impreso de un libro mejor vendido del The New York Times que adquirir un ejemplar electrónico.

Disponibilidad – ¿Están los recursos de información disponibles en el formato preferido? Por ejemplo, algunos filmes educacionales puede que no estén disponibles para adquirirlos por medio del servicio de videos por internet de una biblioteca, sino tan solo como DVD.

Como lo señalan los factores mencionados, las bibliotecas académicas en la era digital tienen que enfrentar con frecuencia la pregunta crítica e inevitable de determinar si deberían adquirir recursos de información física o digital para apoyar con efectividad a su institución. Para muchos, esa pregunta se torna más aparente y se manifiesta más comúnmente en el dilema de determinar si adquirir libros en versión impresa o digital.

Adquisición de libros impresos

Las bibliotecas en los Estados Unidos han estado comprando y adquiriendo libros impresos para sus respectivos públicos durante casi doscientos años. Durante este tiempo, la calidad y la disponibilidad de estos libros ha mejorado sustancialmente, acompañado del desarrollo de la impresión y los métodos de comercialización modernos. Sin embargo, la manera de adquirirlos se ha mantenido igual. En la mayoría de los casos, los libros impresos eran donados a las bibliotecas o comprados por ellas.7 Cuando fueron comprados, lo hacían directamente de los editores de libros, los revendedores, o los intermediarios, que son los mayoristas que adquieren libros para muchas bibliotecas a cambio de un porcentaje, mientras ofrecen descuentos y otros incentivos a esas bibliotecas.

Con la llegada de internet y el desarrollo de las compras en líneas en los últimos 25 años, las bibliotecas de los Estados Unidos han comenzado a adquirir cada vez más libros impresos en línea.

Con la llegada de internet y el desarrollo de las compras en líneas en los últimos 25 años, las bibliotecas de los Estados Unidos han comenzado a adquirir cada vez más libros impresos en línea. Lo que los incentivó a hacer esto, además de la eficiencia del comercio electrónico, fueron los precios y la disponibilidad que ofrecen librerías gigantes en línea como es el caso de Amazon. Las bibliotecas que son conscientes de su presupuesto recibieron descuentos competitivos de libros impresos, envíos gratuitos con un mínimo de pedidos, y un cumplimiento más veloz y confiable, en comparación con las fuentes tradicionales.8 Durante este período, las bibliotecas continuaron adquirieron libros impresos de los editores e intermediarios, pero se produjo una transformación en la naturaleza de estas transacciones. Debido a la fuerza generalizada del comercio electrónico, los editores y los intermediarios también se vieron obligados a vender sus productos en línea y, como resultado del dominio del mercado y los descuentos de Amazon, a menudo se hizo necesario que ellos reduzcan los precios de los libros impresos para satisfacer al gigante o para competir y retener a los clientes.9 El resultado de estos cambios –“el efecto Amazon”10– es que muchas bibliotecas académicas están adquiriendo libros impresos a precios significativamente más bajos que en el pasado.

Adquisición de libros electrónicos

En contraste con los libros impresos, las bibliotecas de los Estados Unidos han estado comprando y adquiriendo libros electrónicos durante los últimos veinte años. Aunque el concepto de un libro electrónico había existido desde comienzos del siglo XX y el primer libro electrónico fue creado por el Proyecto Gutenberg en 1971, las bibliotecas no comenzaron a brindar acceso a este formato hasta cerca del fin del siglo.11 Una pionera de este esfuerzo fue la netLibrary, una compañía privada que con el tiempo fue adquirida por la OCLC, la cooperativa de bibliotecas sin fines de lucro. netLibrary era una base de datos de libros electrónicos completos en línea que incluía obras de dominio público y otras que estaban en venta por los principales sellos editoriales. Con sus contenidos disponibles en las bibliotecas por suscripción y la inclusión de herramientas especiales como por ejemplo un diccionario integrado, netLibrary tenía muchas de las cualidades que ahora son estándar en las bases de datos de libros electrónicos.12

A pesar de esos esfuerzos, el uso de libros electrónicos por parte de las bibliotecas, en especial de bibliotecas académicas, seguía siendo bajo o se estancó al comienzo del siglo XXI.13 Un factor principal que cambió esta circunstancia fue el rápido desarrollo de la tecnología de información que promovió y popularizó los libros electrónicos. Entre ellos incluyen Sony Reader, Amazon Kindle y Barnes & Noble Nook, que permitían que cualquiera pudiera descargar fácilmente libros electrónicos gratuitamente o a cambio de cierto pago.14 En consecuencia, la demanda de libros electrónicos en las bibliotecas públicas, de instituciones educativas y académicas crecieron a medida que estos dispositivos permearon en la sociedad y fueron adoptados en la educación y el entretenimiento. Esto animó a los editores y vendedores mayoristas y minoristas de libros, a asociarse con comerciantes de bases de datos como OverDrive y EBSCO para vender o licenciar sus contenidos a las bibliotecas y permitir que éstas realicen préstamos de libros electrónicos.15 En años recientes, muchos editores de libros han evadido a los vendedores en línea y de base de datos y vendido los libros electrónicos directamente a las bibliotecas.

Métodos de adquisición de libros electrónicos

Para las bibliotecas académicas, existen por lo general tres maneras de adquirir libros electrónicos de vendedores y editores. El primero es “a la carta”. Al igual que los libros impresos, este método simplemente implica seleccionar y comprar uno o más títulos deseados del catálogo en línea de libros electrónicos que ofrece el proveedor de contenidos. Los libros electrónicos son entonces activados y puestos a disposición de los usuarios de las bibliotecas por medio de una base de datos en línea asociada. Una ventaja de este enfoque es que las bibliotecas pueden adquirir solo los títulos que necesitan. Una desventaja es que a menudo las bibliotecas poseen fondos limitados y necesitan más de lo que pueden adquirir para apoyar sus instituciones.16

El segundo método son las colecciones en paquetes. Con este enfoque, los editores y vendedores efectúan un paquete de cientos o miles de títulos en colecciones por asignatura, tema u otras categorías para entonces brindar acceso a las bibliotecas de libros electrónicos por suscripción, por medio de una base de datos en línea. Los libros electrónicos no son en realidad propiedad de las bibliotecas, sino que en esencia son puestos en alquiler durante un tiempo, por lo general durante un año. Una ventaja de los paquetes de colecciones sobre el método “a la carta” es que una biblioteca puede acceder a una cantidad mucho mayor de libros electrónicos por un precio fijo de lo que podría adquirir. Sin embargo, una desventaja es que, una vez que se llega al fin de la suscripción, la biblioteca pierde acceso a esos libros electrónicos.17

Finalmente, la tercera manera es la demanda impulsada por el usuario. Con este enfoque, el editor o vendedor brinda a la biblioteca el acceso completo a un gran conjunto de libros electrónicos, y la biblioteca está obligada a adquirir solo los títulos que tienen una gran demanda de los usuarios, sobre la base de sus pedidos o según el uso de sus títulos. La adquisición motivada por la demanda es el más nuevo de los tres métodos, y aún no se ha llegado a una conclusión sobre su efectividad a largo plazo. Tiene atractivo porque las bibliotecas solo pagan por lo que usan los usuarios. Lo negativo de este enfoque es que puede transferir cierto grado de control sobre las decisiones de desarrollo de la colección de los bibliotecarios a los usuarios.18

Asuntos y desafíos de los libros electrónicos

Aunque el aumento y el desarrollo de la tecnología y los mercados de libros electrónicos han creado una riqueza de opciones de desarrollo de la colección para las bibliotecas, los cambios han conllevado asuntos y desafíos únicos. Los que destacamos particularmente aquí son la disponibilidad, los términos y los precios de los libros electrónicos.

Muchos títulos que están disponibles como libros impresos simplemente no están disponibles como libros electrónicos. En algunos casos, los títulos son producidos por pequeños sellos editoriales que no cuentan con la capacidad de crear versiones electrónicas de sus libros impresos. En otros, la publicación de una versión de libro electrónico de un determinado título podría verse pospuesta o prohibida por el editor para fomentar las ventas del libro en su formato impreso.19 Esta es una estrategia que algunos de los principales editores han usado porque temen que, permitir que el público tenga acceso a nuevos lanzamientos por medio de las bases de datos de libros electrónicos en las bibliotecas locales, socavará las ventas de los libros impresos.20

Otro asunto, son los términos que los editores y vendedores a menudo colocan en uso de libros electrónicos por parte de las bibliotecas. Por lo general, un libro electrónico –ya sea adquirido o bajo licencia– posee restricciones con respecto a cuántos usuarios de la biblioteca pueden abrir y verlo simultáneamente. Las restricciones suelen ir típicamente desde uno a tres, hasta un número ilimitado de usuarios y es algo que se implementa por medio de la tecnología. Si una biblioteca adquiere un libro electrónico de un vendedor, puede esperar que el precio esté vinculado al número de usuarios simultáneos que se desee. Una medida aún más severa es que algunos de los principales sellos editoriales limitan el número de libros electrónicos que puede tener una biblioteca, ponen límite al número de veces en que puede usarse, y los programan para que expiren cuando se han alcanzado los límites de uso.21

El precio es una de las cuestiones más significativas que las bibliotecas necesitan tener en cuenta en relación con la adquisición de libros electrónicos. Esto se debe a que, como regla, pueden esperar pagar más por adquirir títulos como libros electrónicos que en sus versiones impresas.22 Aunque existen muchos y complejos factores que influyen sobre el precio de los libros, la práctica de cobrar más por los libros electrónicos está motivada en parte por los temores de los editores de perder ganancias debido a la competencia despiadada. Por ello, continúan ejercitando controles estrictos sobre qué entidades pueden vender sus libros electrónicos y a qué precios, para prevenir que se repita el “efecto Amazon” que los forzó a bajar el precio de sus libros impresos.23 Esto significa que los precios que los vendedores fijan para los libros electrónicos a menudo son dictados por los sellos editoriales.

Desarrollo de la colección con una buena relación de costo-beneficio

Para una biblioteca académica de la era digital, las decisiones sobre compra de libros impresos o libros electrónicos, se deben considerar los procesos e intereses del desarrollo de la colección y los métodos y asuntos relacionados con la adquisición de cada formato. Sin embargo, para muchas bibliotecas que se fijan más en sus presupuestos, es una decisión que demasiado a menudo se basa más en lo que resulta práctico que en lo preferido. En otras palabras, por necesidad se elige el formato que tiene una mejor relación costo-beneficio según se definió más arriba: “producir buenos resultados sin que cueste mucho dinero”.24 En términos del objetivo de apoyar programas académicos en las instituciones, la relación costo-beneficio puede implicar la adquisición de tantos libros de alta calidad sobre un tema como sea posible sin salirse del presupuesto. En efecto, este artículo demostrará que, debido a asuntos de precio y disponibilidad asociadas con los libros electrónicos, los libros impresos siguen siendo la opción de desarrollo de una colección con mejor costo-beneficio para muchas bibliotecas académicas.

Método de investigación y hallazgos

Para ilustrar este punto, comparé los precios de las versiones impresas y electrónicas de más de 300 títulos que fueron adquiridos como libros impresos para las Biblioteca Weis, en el campus de la Universidad Washington Adventist (WAU) en Takoma Park (Maryland, Estados Unidos) entre el año fiscal 2018 y el año fiscal 2020. Específicamente, seleccioné 321 títulos que fueron publicados entre 2016 y 2018 y que fueron adquiridos por la biblioteca, ya sea en su edición de tapa dura o rústica. Para cada título, registré el precio que la biblioteca pagó por la versión impresa y el precio que la biblioteca habría pagado si hubiera adquirido la versión electrónica. Los precios de los libros impresos fueron obtenidos en Amazon, un revendedor en línea, y de Pacific Press, un sello editorial de propiedad de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Los precios de los libros electrónicos fueron obtenidos de EBSCOHost Collection Manager, la tienda en línea de bases de datos de libros electrónicos de la EBSCO que obra en propiedad de la biblioteca. Para cada libro electrónico, el precio registrado incluyó el acceso de un solo usuario al mismo tiempo.

Las comparaciones de precio revelaron tres importantes hallazgos sobre la adquisición de libros con una buena relación de costo-beneficio: En primer lugar, existe una gran disparidad entre los precios que las bibliotecas académicas pueden tener que pagar por libros impresos y libros electrónicos. En segundo lugar, un número notable de títulos que están disponibles como libros impresos simplemente no están disponibles como libros electrónicos, y en tercer lugar, una biblioteca que adquiera exclusivamente libros electrónicos puede esperar pagar sustancialmente más dinero por un número significativamente menor de títulos que si adquiere exclusivamente libros impresos.

Precios y disponibilidad de los libros

Como lo muestra la Tabla 1, el monto total que pagó la administración de la Biblioteca Weis por los 321 libros impresos fue de US$10.254,32. De los 321 títulos adquiridos como libros impresos, 205 títulos también estaban disponibles como libros electrónicos. En otras palabras, 116 títulos no estaban disponibles en formato electrónico. A pesar de ello, el monto total necesario para adquirir los 205 libros era de US$17.138,80 –que es de US$6884,48, o un 67 por ciento más que el costo de los 321 libros impresos. En consecuencia, la biblioteca habría pagado un 67 por ciento más de dinero por un 36 por ciento menos de títulos si hubiera adquirido exclusivamente libros en formato electrónico en lugar de libros impresos.

Asimismo, de los 205 títulos disponibles en ambos formatos, el libro electrónico era más costoso que el libro impreso en 193 casos. El libro impreso era más costoso que el libro electrónico solo en cinco casos. Y el precio para ambos formatos era idéntico solo en siete casos. En promedio, el precio del libro electrónico era US$54,01 más costoso que el precio del libro impreso para los 193 títulos. Mientras tanto, el precio del libro impreso era US$11,40 más costoso que el precio del libro electrónico en promedio para los siete títulos.

Los hallazgos de más arriba no se aplican solamente a la cantidad total de títulos analizados por el autor. También se aplican a subgrupos de los 321 títulos que fueron clasificados y analizados según su disciplina académica. Como también se muestra en la Tabla 1, estos incluyen inglés, administración de salud, historia, enfermería, psicología, religión y libros adventistas.

La administración de la biblioteca de la Universidad Washington Adventist adquirió 65 libros impresos para apoyar al departamento de inglés entre el año fiscal 2018 y el año fiscal 2020, lo que incluye títulos de ficción y no ficción. Estos libros impresos les costaron a la biblioteca US$1446,09. De los 65 títulos adquiridos para inglés, 45 estaban disponibles como libros electrónicos, mientras que 20 no estaban disponibles con ese formato. Sin embargo, el monto total que se necesitaba para adquirir los 45 libros en formato electrónico ascendía a US$3301,40, lo que significa US$1855,31, o un 128 por ciento más de lo que necesitaba para adquirir los 65 libros en formato impreso. En otras palabras, si la biblioteca hubiera elegido adquirir exclusivamente libros electrónicos, habría tenido que pagar un 128 por ciento más de dinero para un 31 por ciento menos de títulos.

Asimismo, de los 45 títulos para inglés disponibles en ambos formatos, el libro electrónico era más costoso que el libro impreso en 43casos. El libro impreso era más caro que el libro electrónico en tan solo una ocasión. De la misma manera, el precio de ambos formatos era idéntico en solo una ocasión. En promedio, el precio del libro electrónico era de US$52,98 más costoso que el libro impreso para 43 de esos títulos. En contraste, el precio promedio del libro impreso era de US$1 más que su contraparte en formato electrónico. El único libro impreso más caro cuesta US$1 más que su versión en formato electrónica.

La disponibilidad de libros adventistas

Aunque la administración de la Biblioteca Weis podía escoger entre adquirir la opción de libro impreso o libro electrónico de casi dos tercios de los 321 títulos que finalmente se adquirieron, hubo un subgrupo de títulos que en su mayor parte estaban disponibles tan solo como libros impresos. Esa categoría son los libros adventistas. Los libros adventistas son publicaciones de y acerca de los adventistas del séptimo día, e incluyen obras publicadas por entidades de la iglesia misma, como así también por otros sellos editoriales religiosos y seculares.

De los 321 títulos adquiridos por la biblioteca entre el año fiscal 2018 y 2020, 34 fueron libros adventistas. Sin embargo, 33 de esos títulos estaban disponibles exclusivamente como libros impresos, y solo uno de los títulos adventistas estaba disponible en ambos formatos. Resulta interesante que los 33 libros que estaban disponibles exclusivamente como libros impresos estaban publicados por entidades de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. El único título que estaba disponible en ambos formatos había sido publicado por Pantheon Books, un sello editorial de Knopf Doubleday. Para ese título, el precio del libro impreso era de US$21,97 y el precio del libro electrónico era de US$85.00.

Análisis y conclusión

Los datos presentados en la sección anterior demuestran que adquirir exclusivamente libros electrónicos no es una opción de desarrollo de una colección que tenga una buena relación costo-beneficio para muchas bibliotecas académicas. Según lo define este artículo, una buena relación costo-beneficio significa “producir buenos resultados sin que cueste mucho dinero”.25 Pero un análisis del precio comparativo y los datos sobre disponibilidad de los libros impresos y los libros electrónicos revela que cualquier biblioteca académica que adquiera exclusivamente las versiones electrónicas de los títulos de los libros para apoyar a sus instituciones pagará “mucho dinero”. Asimismo, adquirirá muchos menos contenidos a un costo mucho más grande si adquiere exclusivamente libros electrónicos.

Sin embargo, por más importantes que resulten, el precio y la disponibilidad no son los únicos factores que los bibliotecarios académicos tienen que considerar al decidir si adquirir libros impresos o libros electrónicos. También necesitan tomar en cuenta factores tales como la cantidad, la calidad, la accesibilidad y el uso y, en la práctica, cualquiera de ellos por sí solo o combinados con otros podrían constituir una fundamentación para adquirir uno u otro formato. Para una institución académica que otorgue valor a la cantidad de libros a los que pueden acceder sus estudiantes y personal docente, la biblioteca podría naturalmente preferir licenciar libros electrónicos mediante paquetes de suscripción y no adquirirlos como libros impresos o libros electrónicos en forma individual. Esta elección podría representar un trueque entre la calidad y la cantidad, dado que los paquetes de libros electrónicos por lo general no incluyen títulos recién lanzados, ni los éxitos de ventas o libros galardonados. Por el contrario, en una institución que valore la calidad y la asequibilidad, la biblioteca podría optar por adquirir libros impresos porque de esta manera puede obtener contenidos de alta calidad a precio de descuento.

La Biblioteca Weis ha adoptado una estrategia de desarrollo de colección que busca el equilibrio entre la cantidad, la calidad y la asequibilidad. Por otro lado, la biblioteca ofrece licencias de varios paquetes de libros electrónicos que contienen miles de títulos multidisciplinarios para apoyar adecuadamente la amplia gama de disciplinas e investigaciones académicas de instituciones de educación superior. Por otro lado, la biblioteca adquiere libros impresos selectos que son altamente recomendados y apoyan los programas académicos específicos de la universidad pero que no están disponibles en sus bases de datos de libros electrónicos. Independientemente de qué estrategia decida usar una biblioteca, el autor de este artículo ha concluido que las asuntos de precio y disponibilidad siguen haciendo que los libros impresos sean la opción de desarrollo de colección que más respeta la relación costo-beneficio en muchas bibliotecas académicas de la era digital.

Este artículo ha sido sometido a la revisión de pares.

Don Essex

Don Essex, MLS, es director de la biblioteca de la Universidad Washington Adventist en Takoma Park, Maryland, Estados Unidos. Antes de sumarse al personal docente de la institución, fue especialista de información legislativa de la Secretaría de la American Library Association en el Distrito de Columbia. Essex también ocupó el cargo de bibliotecario de circulación del Colegio Terciario Columbia Union, y cuenta con más de veinte años de experiencia trabajando en bibliotecas académicas y especiales en el área metropolitana de Washington D.C. Las responsabilidades del trabajo de Essex incluyen los servicios de referencia, la instrucción bibliotecaria y el desarrollo de las colecciones. Sus intereses de investigación incluyen los asuntos legislativos y las políticas públicas que afectan a las bibliotecas en los Estados Unidos. Essex recibió un título de grado en Estudios Liberales del Colegio Terciario Union College en Angwin, California, y una maestría en Bibliotecología de la Universidad de Maryland en College Park.

Citación recomendada:

Don Essex, “Desarrollo de una colección con relación costo-beneficio en la era digital: Consideraciones para las bibliotecas académicas”, Revista de educación adventista 82:2 (Abril-Junio 2020): ___.

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. “Cost-Effective”, Merriam-Webster Dictionary: https://www.merriam-webster.com/dictionary/cost-ef....
  2. Por diferencias adicionales entre los libros impresos y electrónicos, véase Stanley M. Besen and Sheila Nataraj Kirby, “Library Demand for E-Books and E-Book Pricing: An Economic Analysis”,Journal of Scholarly Publishing45:2 (Enero 2014): 129. doi.org/10.3138/jsp.45.2.002  
  3. Peggy Johnson, Fundamentals of Collection Development and Management, cuarta ed. (Chicago: ALA Editions, 2018), 1.
  4. Ibíd., 120.
  5. Ibíd.
  6. Ibíd., páginas 126 a 138 brinda una discusión exhaustiva de los factores que las bibliotecas toman en cuenta cuando “evalúan y analizan las selecciones potenciales”.
  7. Patrick M.Valentine, “American Libraries” en A Social History of Books and Libraries from Cuneiform to Bytes (Lanham, Md.: Scarecrow Press, 2012), 142-148.
  8. Paul Orkiszewski, “A Comparative Study of Amazon.com as a Library Book and Media Vendor”,Library Resources & Technical Services49:3 (Julio 2005): 204-209: http://www.ala.org/alcts/sites/ala.org.alcts/files....
  9. Colin Robinson, “The Trouble With Amazon”, The Nation (2 de agosto de 2010): 29-32.
  10. Barbara Hoffert, “Book Report 2002: The Amazon Effect”,Library Journal127:3 (15 de febrero de 2002): 38, 39: https://www.libraryjournal.com/?detailStory=book-r....
  11. Stephanie Ardito, “Electronic Books: To ‘E’ or Not to ‘E’; That Is the Question”, Searcher 8:4 (Abril 2000), http://www.infotoday.com/searcher/apr00/ardito.htm.
  12. Vincent Kiernan, “An Ambitious Plan to Sell Electronic Books”,The Chronicle of Higher Education 45:32 (16 de abril de 1999): https://www.chronicle.com/article/An-Ambitious-Pla....
  13. Robert Slater, “Why Aren’t E-Books Gaining More Ground in Academic Libraries? E-Book Use and Perceptions: A Review of Published Literature and Research”,Journal of Web Librarianship4:4 (Octubre 2010): 305-331): https://doi.org/10.1080/19322909.2010.525419.
  14. Jason Griffey, “Electronic Book Readers” enLibrary Technology Reports46:3 (Abril 2010): 7-19): https://journals.ala.org/index.php/ltr/article/vie....
  15. Julie Bosman, “Kindle Users to Be Able to Borrow Library E-Books”,New York Times (21 de abril de 2011): B4: https://www.nytimes.com/2011/04/21/technology/21am....
  16. Sue Polanka,“Purchasing E-Books in Libraries: A Maze of Opportunities and Challenges” en Library Technology Reports 47:8 (Noviembre/Diciembre 2011): 4-6: https://journals.ala.org/index.php/ltr/ article/view/4425/5140. 
  17. Ibíd.
  18. Johnson, Fundamentals of Collection Development and Management, 133-136.
  19. Polanka, “Purchasing E-Books in Libraries”, 5, 6.
  20. Besen and Kirby, “Library Demand for E-Books and E-Book Pricing: An Economic Analysis”,134-136.
  21. Ibíd., 131-134.
  22. Polanka, “Purchasing E-Books in Libraries”, 4.
  23. Robinson, “The Trouble With Amazon”, 30.
  24. “Cost-Effective”, Merriam-Webster Dictionary.
  25. Ibíd.