La mayoría de los investigadores describe un trauma como “la respuesta a un evento profundamente angustiante o perturbador que abruma la capacidad de un individuo al afrontarlo”.1 La incapacidad de afrontar una situación puede hacer que el individuo se sienta indefenso, que pierda el sentido de si mismo, y que sea incapaz de expresar una amplia gama de estados emocionales.2 La palabra trauma, cuando se aplica a los niños, es definida por Levine y Kline3 como una intensa experiencia que repentinamente conmociona y abruma a un niño, quitándole su sentido de seguridad y control. También se caracteriza como un factor invisible que afecta la capacidad que tiene un niño de aprender.4 El trauma se define también como una forma aguda de sufrimiento y, en efecto, el tema del sufrimiento se encuentra en el centro mismo del cristianismo.5

Los educadores son adeptos a satisfacer las necesidades académicas, socioemocionales y espirituales de los estudiantes a los que sirven. Sin embargo, los docentes y los administradores también deben interesarse en el impacto del trauma en los niños y su capacidad de progresar dentro del ámbito educacional. Tan solo en los Estados Unidos, más de 46 millones de niños se ven impactados por situaciones traumáticas cada año, y uno de cada diez enfrenta cinco o más incidentes violentos, según la Iniciativa de Defensa de la Niñez del Departamento de Justicia de los Estados Unidos.6 Los niños expuestos a traumas repetitivos están a riesgo de desarrollar una variedad de condiciones físicas y de salud mental: ansiedad, depresión, hipertensión, abuso de sustancias, que también afectan su capacidad de aprender.7

Es imperativo comprender la importancia de una educación que sea consciente de los traumas, porque un cerebro estresado no puede aprender. Esta afirmación cuenta con el aval de convincentes investigaciones sobre el cerebro, que revelan cómo la manera de percibir el peligro afecta el funcionamiento cognitivo de los seres humanos.8 Los sistemas neurorregulatorios que ayudan a los seres humanos a manejar el estrés durante toda su vida son muy impresionables durante una niñez temprana. “Los niveles tóxicos de estrés durante este período pueden afectar el desarrollo de los sistemas neurorregulatorios de manera que se tornen excesivamente sensibles a cerrarse, como respuesta a una amplia gama de estresores años después”.9 Los traumas infantiles pueden afectar diferentes partes del cerebro según se destaca más abajo:10

  • Actividad reducida en el área de Broca puede dificultar que las personas hablen sobre el trauma y lo describan en detalle.
  • La interrupción del crecimiento del hipocampo puede afectar la atención, el aprendizaje y la memoria.
  • Cuando el cuerpo calloso, que conecta el lado izquierdo con el derecho del cerebro, se ve reducido por el trauma, la capacidad de los dos lados del cerebro de trabajar de manera coordinada se ve comprometida.
  • Los cambios de la función de la amígdala cerebral pueden incrementar la probabilidad de que las personas reaccionen ante disparadores, especialmente los emocionales, llevándolos a experimentar sensibilidad extrema y haciendo más difícil regular las emociones.
  • La actividad reducida en las diferentes partes del lóbulo frontal de la corteza cerebral puede significar que las respuestas de supervivencia se disparen aún en ausencia de peligro.
  • Los cambios en las “vías de recompensa” puede significar que los supervivientes anticipan tener menos placer de la vida y aparecer menos motivados.

Comprender el impacto que el trauma puede tener sobre el desarrollo del cerebro magnifica la importancia de que los educadores examinen, comprendan y usen enfoques efectivos para apoyar a los niños tanto durante como después de experimentar un trauma. Aunque no existe un enfoque simple para apoyar a niños que están experimentando o han experimentado traumas, hay varias técnicas que pueden crear y sustentar un ambiente de aprendizaje en el que los educadores estén en contacto más estrecho con las necesidades de sus estudiantes y tengan las actitudes y las habilidades necesarias para intervenir y apoyar la regulación interna y las habilidades de afrontamiento que apoyan el éxito de los estudiantes.

No obstante, antes de examinar estas estrategias y enfoques, tenemos en primer lugar que entender los pensamientos y los enfoques de Dios al tratar con el trauma. A pesar de lo que creamos o sintamos, tenemos que saber que Dios está presente durante y en control de los sufrimientos humanos. En ocasiones es difícil reconocer la presencia de Dios en medio del sufrimiento. Pensemos cuando David exclamó: “¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi corazón? ¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando?” (Salmos 13:1, 2 NVI).11 ¿O qué decir de Jeremías, que sintió que sus oraciones sinceras no obtenían respuesta (Lamentaciones 3:8)? ¿Y cómo podríamos olvidar a Job, que experimentó pérdida tras pérdida y estaba seguro de que Dios no escuchaba sus pedidos de respuesta, o su clamor pidiendo alivio (Job 9:16)? Aun nuestro Salvador, el que puede empatizar con nuestro dolor, en el punto culminante de su dolor exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46).

A pesar de ello, Dios nos dice una y otra vez que él está de nuestra parte (Isaías 41:10). Él está en medio de nuestro sufrimiento (Isaías 43:2), y jamás nos dejará o abandonará (Deuteronomio 31:6). La letra de Cuando lloro del Conjunto Vocal Gaithers lo resume, en mi opinión, de manera perfecta:

Cuando lloro, tú lloras
Cuando sufro, tú sufres
Cuando he perdido a alguien
Se lleva también una parte de ti,
Y cuando caigo postrado
Me llenas de tu gracia
Porque nada te quebranta el corazón
O te desgarra tanto
Que mi llorar.12

Dios se interesa en nosotros. Está allí en medio de nuestro sufrimiento, aun en medio de toda la pandemia del COVID-19. Alentar a estudiantes que han experimentado un trauma, desarrollar su resiliencia, y ayudar a los padres para que lleguen a ser agentes de cambio, son algunos de los enfoques que como educadores podemos tomar13 para guiar a nuestros estudiantes durante momentos difíciles. Según Withers (2017), la atención informada por situaciones traumáticas implica tratar a la persona en forma integral y tomar en consideración sus situaciones traumáticas del pasado o actuales, así como mecanismos de afrontamiento resultantes al tratar de satisfacer las necesidades de los estudiantes.

Posiblemente jamás comprendamos la extensión de lo que los estudiantes han experimentado o están experimentando, siendo que sus cicatrices no son visibles. Los educadores solícitos saben que entender y responder a la causa de estrés de los estudiantes viene a ser parte de conservarlos con salud, seguros, involucrados y listos para enfrentar los desafíos.14 A continuación se presentan cuatro áreas de atención informada por situaciones traumáticas que pueden moldear y guiar las prácticas educacionales que apoyan a los estudiantes que están experimentado situaciones de ese tipo.

Cuida primero de ti mismo.

Mas los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán” (Isaías 40:31).

A partir de mi primer trabajo como docente, acepté el mito, la legenda, de que la enseñanza era mi superpoder; de que los héroes reales no eran los que usaban una capa sino los que enseñaban. Creí que, por causa de mis estudiantes y sus familias, tenía que hacer más, sacrificar más, dar más, lograr más –y todo eso sin quejarme– porque estaba marcando una diferencia. Estaba salvando al mundo. Tenía energías ilimitadas, compasión inmensa y un abrazo y vendas que podían sanar todas las heridas. Mi lema era: “No te rindas jamás. Solo haz más y más”.15

Sin embargo llega un momento en que la energía se acaba, las respuestas no surgen con tanta facilidad –o simplemente no surgen– y no se puede determinar de qué manera ayudar a los estudiantes que capten el concepto de números descompuestos, y ni hablar de cómo ayudarlos a mostrar resiliencia frente a una tragedia.

Dado que lo he escuchado tan a menudo, puedo repetir la perorata de las azafatas antes de un vuelo de memoria: “En caso de que se produzca una disminución en la presión de cabina, caerán máscaras de oxígeno. Por favor, asegure en primer lugar su máscara, y entonces ayude a los que necesitan asistencia”. La Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) sabe que, si usted no puede respirar, no tendrá utilidad alguna para los demás. Si está luchando por oxígeno, perjudicará su propia seguridad y la seguridad de aquellos que dependen de usted. ¿Cuán útil será para sus estudiantes y colegas si usted está agotado y en un constante estado de estrés? Encuentre maneras de conectarse con Cristo cada día, de descansar lo suficiente y hacer suficiente ejercicio, de comer bien, de disfrutar de pasatiempos, de dedicar cada día momentos a simplemente exhalar.

Genere un ambiente seguro.

Como educadores y líderes educacionales, es nuestra responsabilidad generar una atmósfera que comunique que nuestras instituciones educativas son lugares seguros, acogedores, tolerantes,16 y que están llenos del amor de Cristo. Los docentes pueden ayudar a los estudiantes a sentirse seguros al crear cronogramas y rutinas consecuentes, minimizando el número de transiciones a lo largo del día y, toda vez que sea posible, informando a los estudiantes de antemano sobre cualquier cambio que se produzca en sus cronogramas.17 La rutina es una importante fuente de consuelo para los niños que están pasando por perturbaciones emocionales como resultado de una situación traumática.18 Los educadores también deberían comunicar regularmente a los estudiantes que es su tarea como docentes y administradores educacionales mantenerlos seguros durante el día, y que pueden contar con ellos como fuente importante de consuelo y seguridad.19

Fomente la comunicación y el diálogo

Solo porque los niños no estén hablando sobre un evento trágico eso no significa que no están pensando en ello. Sin información fáctica, los niños pueden especular para tratar de explicar o hallar sentido a la situación traumática. Desafortunadamente, en muchos casos, los temas y fantasías que conjeturan son mucho más atemorizantes que la verdad misma.20

Jamás subestime la diferencia que usted puede hacer al averiguar genuinamente sobre el bienestar de los niños haciéndoles preguntas como estas: “¿Cómo te sientes con respecto a lo que está pasando?” o “¿Qué creen tus amigos que está sucediendo?” Hacer preguntas lo ayudará a comprender la percepción que tiene el niño sobre la situación traumática y puede brindarle una oportunidad de corregir concepciones erróneas y brindarle seguridad. Asegúrese de compartir hechos de maneras apropiadas para la edad usando palabras simples, claras y directas de una manera solícita. Por ejemplo, puede darles seguridad a sus estudiantes si les comunica las medidas de seguridad que está implementando.21 Escuche también de manera deliberada sin juzgar o minimizar lo que el niño está diciendo. Al escuchar con calma, aun las preocupaciones que podrían parecer irreales, usted comunica que sus temores no son tan terribles como para no enfrentarlos.22 Cuando resulte apropiado, ayude a los niños a poner sus emociones en palabras. Facilite también la comunicación entre compañeros mediante discusiones grupales enfocadas en un determinado tema o libro.

Identifique lo que su conducta revela

Será importante separar el comportamiento del niño, observar y analizar intencionalmente qué significan las conductas específicas. Los docentes deberían mantenerse alertas para las conductas de lucha, huida o inmovilidad que muestran los niños cuando se ven impactados por la situación traumática, y trabajar para reducir cualquier experiencia que sirva de disparador en el salón de clases. A los niños pequeños les podría resultar particularmente difícil adaptarse a cambios y pérdidas. Han desarrollado de manera incompleta habilidades de afrontamiento, por lo que tienen que depender de los responsables de sus vidas para ayudarlos en los momentos difíciles. Puede que experimenten una regresión a una etapa más temprana de conducta después de un evento traumático, como por ejemplo el chupar el dedo, mojar la cama, tener miedo de extraños, animales, oscuridad o “monstruos”. Puede que se aferre a un padre o maestro, o que se vuelva muy apegados a un lugar donde puedan sentirse seguros.

Son comunes los cambios en los hábitos de comer y dormir, como así también dolores inexplicables. Otros síntomas a los que hay que estar atento son la desobediencia, la hiperactividad, las dificultades del habla y la conducta agresiva o retraída. Los niños que sufren

una situación traumática también pueden abstraerse de los grupos de juego y sus amigos, competir más por la atención de sus padres, sentir temor de ir a la escuela, sentirse incapaces de funcionar académicamente, volverse agresivos o hallar difícil concentrarse.23

Tan pronto como los educadores consideran la conducta como una forma de comunicación, emerge una nueva realidad. Los estudiantes que se rehúsan a hacer las tareas suelen ser clasificados a menudo como “irrespetuosos” o “desobedientes”, pero esto podría ser un indicio de que no logran comunicar su incapacidad de hacer frente a una situación traumática. Esta incapacidad podría verse expresada a través de sentimientos de insuficiencia, temor al fracaso, sentido abrumador de sobrecarga, o demostrado por luchas con pensamientos negativos y voces internas, o la necesidad de tomar recesos con frecuencia.24

Empodere a sus estudiantes mediante la voz y la elección

El reconocimiento de las áreas de fortalezas de sus estudiantes es una manera poderosa de combatir el pensamiento negativo que a menudo podría asociarse con la situación traumática.25 Cuando un estudiante piensa en forma negativa, los momentos negativos tienden a pesar más que los momentos positivos. Los educadores necesitan contrarrestar este efecto con experiencias positivas preguntándose diariamente: “¿Tuvo el estudiante la oportunidad de sentirse competente en el día de hoy?”26 La manera de ayudar a los estudiantes sentirse empoderados incluyen el brindar muchas oportunidades para la toma de decisiones, porque los niños que han experimentado un evento traumático a menudo sienten que carecen de control sobre sus vidas. Brinde maneras seguras de que los estudiantes ejerciten la elección y el control sobre sus vidas, dentro de las diversas actividades y dentro de su ambiente (por ej., elección de asientos, elección de un libro para leer, etc.).27 Asimismo, brindar a los estudiantes una oportunidad de actuar y de ser parte de la solución podría resultarles útil. Por ejemplo, se les podría brindar la oportunidad de trabajar en un centro de distribución de alimentos o preparar paquetes con artículos especiales de ayuda.28

Posiblemente nunca entendamos plenamente lo que están experimentando nuestros estudiantes o cómo están procesando los eventos a su alrededor. Sin embargo, si seguimos respondiendo con amor y compasión, estaremos mejor posicionados para asociarnos con sus familias para garantizar que cada niño conozca, crea y experimente el cuidado y la protección de Dios. Al tomarnos de la mano de Dios y las manos de nuestros estudiantes, podemos enfrentar cualquier tragedia que pueda presentarse en nuestro camino, juntos, unidos por el bien común.

Este artículo ha sido sometido a una revisión de pares.

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. Megan R. Gerber, ed., Trauma-informed Healthcare Approaches: A Guide for Primary Care (New York: Springer International Publishing, 2019); Karen Onderko, “What is Trauma?: Trauma Defined”, (2020): https://integratedlistening.com/what-is-trauma/.
  2. Ibíd.
  3. Peter A. Levine and Maggie Kline, Trauma Through a Child’s Eyes: Awakening the Ordinary Miracle of Healing (Berkeley, Calif.: North Atlantic Books, 2018).
  4. Jason A. Haap, “The Private Logic Behind a Trauma-informed Mindset”, Trauma-Informed Teaching and Leading in Action 15:15 (9 de abril de 2020): pár. 11.
  5. Larry Shallenberger, “Four Focus Areas for Creating a Trauma-informed Ministry” (2019): https://childrensministry.com/trauma-informed-ministry/.
  6. 6 . Departamento de Justicia de los Estados Unidos, “Defending Childhood Initiative” (2010): https://www.justice.gov/archives/defendingchildhood .
  7. Michael Dubois y Catherine Guaspare, “From Cellular Memory to the Memory of Trauma: Social Epigenetics and Its Public Circulation”, Social Science Information 59:1 (Enero 2020): 144-183.
  8. Nadine Burke Harris, How Childhood Trauma Affects Health Across a Lifetime (15 de septiembre de 2014): Video: https://www.ted.com/talks/nadine_burke_harris_how_childhood_trauma_affects_health_across_a_lifetime?language=en.
  9. Stephen Grcevich, “Effective Treatment of PTSD in Children” (2015): https://church4everychild.org/2015/10/29/effective-treatment-of-ptsd-in-children/.
  10. Child Welfare Information Gateway, Understanding the Effects of Maltreatment on Brain Development (Washington D.C.: Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, Secretaría de la Niñez, 2015).
  11. A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido extraídas de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.
  12. Benjamin Gaither y Marsha Hall, “When I Cry. ” Copyright © 2000 Hook Line and Music Publishing (ASCAP) (adm. at CapitolCMGPublishing.com) Todos los derechos reservados. Usado con autorización. [License# pending].
  13. Grcevich, Effective Treatment of PTSD in Children.
  14. Kristin Souers, “Responding With Care to Students Facing Trauma”, Educational Leadership 75:4 (Diciembre 2017/Enero 2018): 32-36.
  15. Lory Walker Peroff, “Teachers, If You’re Not OK Right Now, You’re Not Alone”, Education Week (14 de abril de 2020): https://www.edweek.org/tm/articles/2020/04/14/teachers-if-youre-not-ok-right-now.html?cmp=eml-enl-tu-news1&M=59441258&U=&UUID=064c009c38ba7bb2eeb6be8163b58b16.
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