Perspectivas | Theodore N. Levterov

Compartir el adventismo en el aula de clases:

Lecciones de la enseñanza de religión en la Universidad de Loma Linda

Enseñar religión en la Universidad de Loma Linda (Loma Linda, California, Estados Unidos) es tanto desafiante como emocionante. Por un lado, es un desafío ya que religión no es la especialidad principal de la mayoría de mis estudiantes. Se han inscrito en la universidad para convertirse en profesionales de la salud, como médicos, enfermeros, farmacéuticos u otras áreas relacionadas. Por otro lado, es emocionante porque los estudiantes llegan a la universidad con diferentes creencias y tradiciones religiosas. Cada estudiante, independientemente del programa de estudios o de su trasfondo religioso, debe tomar una clase de religión por año. Por supuesto que la Universidad de Loma Linda no es la única que exige este requisito.

El contexto

La Universidad de Loma Linda (LLU, por sus siglas en inglés) forma parte del sistema educativo Adventista del Séptimo Día en todo el mundo, que hace hincapié en un plan de estudios “integral” en todos los niveles. En otras palabras, la educación debe implicar el desarrollo de la persona en su totalidad: desarrollo físico, mental, espiritual y social. El plan de estudios de la universidad está diseñado para facilitar intencionadamente el progreso de los estudiantes en estas áreas, y se les motiva a desarrollar no solo sus habilidades académicas sino también sus capacidades emocionales y espirituales.

Solicitar que los profesionales de salud1 tomen clases de religión en un medio académico pesado y agobiante es una petición importante. He descubierto que muchos de mis estudiantes (al menos al principio) se preguntan por qué deben tomar estas clases. Tal vez su reacción sería diferente si supieran que, a principios del siglo xx, el plan de estudios requerido para los primeros estudiantes de medicina del Colegio de Evangelistas Médicos (en 1961 se cambió el nombre a Universidad de Loma Linda) comprendía principalmente clases de religión y muy pocas clases de medicina.2 Pero dicho esto, el desafío sigue siendo real.

Además, como los estudiantes matriculados en LLU son de todas partes del mundo, en las aulas hay una mezcla de estudiantes de diversas tradiciones religiosas: cristianos católicos y protestantes, mormones, hindúes, budistas y musulmanes, entre otros.3 Para complicar las cosas, es común que algunos estudiantes sean también ateos o agnósticos.

Mis clases hasta ahora han estado relacionadas con la historia y las tradiciones adventistas de salud. Entonces, la pregunta es: ¿Cómo presentas tales temas a un grupo tan diverso de estudiantes, algunos de los cuales no tienen un interés particular en la religión o el adventismo? ¿Podría ser que nuestras aulas se hayan convertido en un “campo misionero”? O como el Dr. Richard Hart, rector de LLU, se preguntó recientemente: “¿Ha llegado el momento de invitar abiertamente a estudiantes de otras religiones a unirse a nuestros campus mientras buscamos compartir nuestro mensaje y fortalecer nuestras ofertas académicas?”4

Aunque no creo que el aula de clases sea un lugar para hacer proselitismo o que mi trabajo sea hacer que los estudiantes se hagan Adventistas del Séptimo Día, sí creo que es mi obligación compartir y presentar el adventismo como lo que es y hacer que los estudiantes sean conscientes de mi tradición de fe de la mejor manera posible. Después de todo, he decidido personalmente ser un Adventista del Séptimo Día, y mis estudiantes deben saber por qué he hecho mi elección y compromiso. Principios como la naturaleza del carácter de Dios y cómo se revela en la Biblia y en la naturaleza, el plan de redención diseñado para restaurar la relación de la humanidad con Dios, abrazar una vida de servicio a los demás, prepararse académicamente para cumplir con el llamado de Dios y lograr el equilibrio físico, mental y espiritual, son todos centrales en la educación adventista.5 Y los profesionales formados en una institución adventista que utiliza un plan de estudio diseñado para integrar la fe cristiana con el estudio de la salud y las ciencias6 deben saber cómo estos principios impactan en las vidas de aquellos que los instruyen, y en última instancia, el servicio que ellos mismos prestarán algún día a los demás. Por supuesto, también debo admitir cierta parcialidad ya que mis intereses profesionales son los estudios y la historia adventistas.

Entonces, la pregunta es: ¿Cómo vamos a compartir la historia adventista en el salón de clases? Y, ¿podemos hacerla relevante para esta nueva generación de jóvenes en el siglo xxi? En la siguiente sección, daré tres perspectivas (enfoques) que he encontrado útiles al enseñar la herencia adventista de la salud en la Universidad de Loma Linda. Luego, concluiré con algunas observaciones generales sobre por qué estas perspectivas pueden ser útiles para introducir el adventismo como un camino hacia la espiritualidad y una relación significativa con Dios.

Compartir el adventismo en el aula de clases

Como principalmente imparto clases relacionadas con la historia de la salud adventista, por experiencia he aprendido a usar tres perspectivas principales para que las clases sean interesantes, informativas y emocionantes: la narración de historias, la autenticidad y la experiencia personal.

Cultivar el arte de la narración de historias

Primero, he comenzado a usar una versión actualizada de la “nueva-antigua” técnica de enseñar la historia adventista por medio de historias. Esta técnica, usada por Jesús y registrada a lo largo de los evangelios, cautivó y estimuló a sus oyentes. En el libro Palabras de Vida del Gran Maestro, aprendemos que, al usar las historias, Jesús “cautivaba [la] atención [de sus oyentes] e impresionaba sus corazones”.7 Hay varios beneficios en enseñar a través de historias. Primero, hace que el aprendizaje sea agradable. Segundo, pone la información académica dentro de su propio contexto. Y tercero, ayuda a los estudiantes a retener, aprender y recordar la información de manera más efectiva y eficiente. Como ha señalado John Walsh, la mayoría de nuestro público hoy “piensa en historias, recuerdan historias y escucharán si se les cuentan historias”.8

Melanie C. Green, cuya investigación examinó el impacto de las narraciones en las creencias individuales, está de acuerdo con esa declaración: “el poder de las historias ha sido reconocido durante siglos, y aún hoy, en Hollywood y más allá, la narración de historias es un negocio multimillonario. Las historias son un modo natural de pensar; antes de comenzar nuestra educación formal, ya estamos aprendiendo de las fábulas de Esopo, los cuentos de hadas o la historia familiar. De hecho, algunos investigadores han llegado a afirmar que todo el conocimiento viene en forma de historias.  Aunque esta fuerte afirmación ha sido cuestionada, en general se acepta que las historias son una estructura poderosa para organizar y transmitir información, y para crear un significado en nuestras vidas y entornos”.9

En mi contexto particular de enseñanza de la herencia adventista en el área de la salud, he observado que el uso de este método ayuda a los estudiantes a comprender el desarrollo del pensamiento adventista sobre el tema de la salud y a apreciar las contribuciones adventistas a la salud y a la vida saludable. Sin embargo, lo que es fascinante y nuevo es que, a través de la historia adventista puedo compartir temas significativos que se relacionan con la moral, la ética, la justicia social, la cultura, el servicio y mucho más. En última instancia, por supuesto, esto me permite compartir la historia sobrenatural de Dios y guiar a los estudiantes a darse cuenta (o al menos a que tomen conciencia) de sus necesidades espirituales. Como se ha señalado anteriormente, esta es una parte única de la tradición educativa adventista. El uso de historias, por lo tanto, es una herramienta útil para lograr importantes propósitos educativos.

Una segunda perspectiva que he encontrado útil al compartir el adventismo en el aula tiene que ver con el concepto de ser “real”. No solo cuento la historia adventista, sino que también comparto la verdadera historia de mi iglesia.

Ser real: Compartir la verdadera historia

Una segunda perspectiva que he encontrado útil al compartir el adventismo en el aula tiene que ver con el concepto de ser “real”. No solo cuento la historia adventista, sino que también comparto la verdadera historia de mi iglesia. Los Adventistas del Séptimo día a menudo han tenido la tendencia de idealizar su movimiento. (Para ser justos, esto también es una tentación para cualquier grupo u organización religiosa.) Tomemos, por ejemplo, a una de las principales fundadoras y líderes visionarias de la Iglesia Adventista, Elena G. de White. Posiblemente debido a su estatus profético, su imagen ha sido a menudo mal representada. Tal vez nosotros, como miembros de la iglesia, deseosos de proteger su reputación, hemos creado involuntariamente una persona irreal e irrealistamente santa con la que nadie se puede identificar. En consecuencia, hay quienes rechazan sus escritos y afirman que ya no es relevante. También hay quienes enaltecen sus escritos por sobre su legítimo significado profético. Ambas perspectivas son perjudiciales para el adventismo y su misión.

Es importante compartir la historia adventista, pero es mucho más importante y esencial compartir la verdadera historia adventista, para explicar nuestra herencia a los miembros de nuestra iglesia y al mundo. Un ejemplo que a menudo comparto con mis alumnos es la relación matrimonial entre Elena G. White y su esposo, Jaime White. Aunque parece que se amaban de verdad, como todas las familias, también tuvieron sus luchas. En 1876, por ejemplo, Jaime estaba en el este de Estados Unidos haciendo evangelismo mientras que Elena se había quedado en el oeste. A juzgar por algunos mensajes que Elena de White le escribió a su amiga, Lucinda Hall, sabemos que los White pasaron por algunos desacuerdos importantes. De hecho, Elena y Jaime White estaban contemplando vivir y trabajar “separados” el uno del otro (al menos por un tiempo) ya que no podían tolerarse. El tono de esas cartas no era necesariamente un todo cristiano. Fueron necesarias varias correspondencias hasta que Elena de White se dio cuenta que necesitaba disculparse con su marido y pedir perdón. También le pidió a Lucinda, su amiga, que quemara las cartas ya que se sentía avergonzada de haberlas escrito.10

Mi punto es que dar la verdadera historia ayuda a los estudiantes a relacionarse correctamente con la historia adventista y, por consiguiente, aplicarla y relacionarla con su propia historia. Después de todo, la cándida realidad de la historia adventista revela el principio de que Dios está más que dispuesto a trabajar con gente imperfecta que necesita desesperadamente de Él y de su asombrosa gracia. Y estas son las “buenas noticias” que encontramos en las Escrituras. De hecho, esto debe ser el núcleo de cualquier evangelización que intentemos hacer. La historia del adventismo no es una historia perfecta,11 pero es precisamente por eso que puede, si se presenta con precisión, ser atractiva para los estudiantes y la gente en general.

Desafiar a los estudiantes a experimentar a Dios

Mi tercera perspectiva se relaciona con el punto anterior. Animo a mis estudiantes a experimentar a Dios personalmente antes de hacer cualquier juicio sobre la importancia de la espiritualidad en sus propias vidas. Mi lógica es simple: “No puedes evaluar un chocolate antes de probarlo”. Desde un contexto adventista, tal prueba es lógica.

Elena G. White, al escribir sobre el tema de la educación a principios del siglo xx, señaló que su principal objetivo era (y siempre debe ser) llevar a los estudiantes a una relación personal con Dios. En el contexto de la historia del Gran Conflicto, ella escribió: “En el sentido más elevado, la obra de la educación y la de la redención, son una. . . El principal esfuerzo del maestro y su propósito constante han de consistir en ayudar a los alumnos a comprender estos principios, y a sostener esa relación con Cristo que hará de ellos un poder dominante en la vida. El maestro que acepta esta meta es un verdadero colaborador con Cristo, y con Dios”.12

Además, ella vio la última revelación de la verdadera educación al servicio del bien de la humanidad (o lo que hoy llamamos “misión”). “Nuestro concepto de la educación”, escribió Elena de White, “tiene un alcance demasiado estrecho y bajo. . . . La verdadera educación significa más que la prosecución de un determinado curso de estudio. Significa más que una preparación para la vida actual. Abarca todo el ser, y todo el período de la existencia accesible al hombre. Es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales. Prepara al estudiante para el gozo de servir en este mundo, y para un gozo superior proporcionado por un servicio más amplio en el mundo venidero”.13

En línea con eso, pido a todos mis estudiantes que lean el libro Ministerio de curación, de Elena G. de White. El beneficio es doble al ayudar a los estudiantes a entender la relevancia del libro para ellos y para la Universidad de Loma Linda. En primer lugar, esta publicación de 1905, una compilación de varios de los escritos de Elena G. White sobre la salud y la prevención de enfermedades, fue designada originalmente como un libro cuyos los beneficios serían utilizados para proporcionar apoyo financiero y alivio de la deuda de los sanatorios adventistas.14 Inicialmente, lo que ahora es la Universidad de Loma Linda (LLU), comenzó como el Sanatorio Loma Linda y más tarde se convirtió en el Colegio de Evangelistas Médicos (CME por sus siglas en inglés), donde se formaban enfermeros y médicos. Cuando el CME se convirtió en LLU, el plan de estudios se extendió para incluir estudios de postgrado en varias áreas de las ciencias de la salud. En segundo lugar, el libro explica la filosofía adventista general de la salud y su relación con la misión. Sorprendentemente (o tal vez no tan sorprendentemente), este libro ha tenido un gran impacto en muchos de mis estudiantes de LLU mientras leen y estudian la historia adventista de la salud y la vida saludable. Por lo tanto, permítanme compartir con ustedes algunas de sus respuestas, antes de ofrecer algunas observaciones finales sobre cómo los profesores pueden aplicar los principios anteriores a la evangelización de los jóvenes en los colegios y universidades adventistas de hoy.

Al final de mis clases, pido a los estudiantes que respondan a esta pregunta: ¿Cómo creen que conocer la historia adventista de la salud impactará en su futura práctica de las ciencias de la salud y en su vida personal?15 Un estudiante cristiano respondió:

Antes de entrar en la Universidad de Loma Linda, sabía muy poco sobre los Adventistas del Séptimo Día, su misión y sus obras. Desde que entré a esta escuela, al interactuar con mis compañeros de clase adventistas, y por su puesto, después de haber tomado esta clase de historia adventista, he llegado a apreciar enormemente la misión de los Adventistas del Séptimo Día y a entender el significado de “hacer al hombre completo” [To make man whole]. Me encanta el enfoque integral para curar la mente, el cuerpo y el espíritu. Como Elena White enfatizó en su libro Ministerio de curación, los tres están interconectados y estar enfermo en un área afectará a las demás áreas también. . . . Este curso ha sido muy agradable por el trasfondo de por qué LLU tiene su lema “hacer al hombre completo” [To make man whole] . . . y por qué nuestra propia educación está estructurada de la manera que es. Este curso me ha hecho apreciar aún más el recibir mi educación aquí.

Otro estudiante que no es particularmente religioso señaló:

Llegué a esta clase muy escéptico con respecto a una clase religiosa porque no me considero de una religión en particular. . . . A medida que la clase progresaba semana tras semana y empecé a entender la filosofía adventista, me di cuenta de que cada vez más estaba de acuerdo. Creo que esta clase ha fortalecido mi relación con Dios enormemente. Especialmente al leer el libro Ministerio de curación, el concepto de la oración como una conexión personal con Dios se me hizo más claro. . . . Tengo la intención de llevar la oración a mi [futura] práctica médica.

Este es un breve extracto de un estudiante no cristiano:

Al entrar a esta clase, no tenía ni idea de qué esperar o cómo relacionarlo con mi futura ocupación. ¿Iba a ser una clase de historia aburrida que enumera fechas y más fechas en orden cronológico? Temía que así fuera. Sin embargo, a mitad de la clase, empecé a interesarme y a darme cuenta de que todos estos principios [de salud] son aplicables a mí y a mi futura ocupación. Temas como una vida equilibrada y el estilo de vida saludable son absolutamente esenciales en terapia física. Como fisioterapeuta, trato de pensar en el cuidado preventivo frente al tratamiento inmediato de los síntomas. Esto coincide absolutamente con los principios que siguen los Adventistas del Séptimo Día. . . . El conocimiento de cómo vivir una vida equilibrada nos beneficia a mí y a mis pacientes a largo plazo.

Y esta es la respuesta de un estudiante adventista:

Esta clase me ha dado una visión más sana de las prácticas adventistas, las razones del porqué de estas prácticas y el mensaje de salud. En realidad, nací en la iglesia adventista, pero no crecí yendo a escuelas adventistas. Aunque mis padres y la iglesia me enseñaron sobre Dios y la Biblia, debo confesar que no conocía mucho de la historia de mi propia iglesia. . . . Este curso me ha ayudado a reflexionar sobre mis creencias y a buscar el razonamiento de por qué siempre he vivido de cierta manera. Muchas veces, al crecer, las creencias de los Adventistas del Séptimo Día parecían reglas tontas: no poder ir a la fiesta de cumpleaños de un amigo un viernes por la noche, o no poder comer pizza de pepperoni. Después de leer y reflexionar mucho sobre los escritos de Elena White (que no los había leído mucho antes), me di cuenta de que hay una razón para ello. . . . Se trata de elegir vivir una vida mejor; ser capaz de mantener una relación aún mejor con Cristo; y ser más capaz de hacer la obra de Dios.

Creo que muchas de las cosas serán de valor para mí porque quiero vivir una vida para servir a Dios, y esta clase no solo me ha ayudado a aprender cómo puedo hacerlo, sino que también me ha animado a hacerlo.

Conclusiones: Perspectivas sobre la identidad adventista

De las experiencias que he tenido con mis alumnos se pueden sacar varias conclusiones. Creo que la historia adventista puede ayudar a los estudiantes en su búsqueda de una experiencia espiritual significativa con Dios. Primero, enseñar la historia adventista puede ayudar a los jóvenes a lograr un sentido de identidad. Saber quiénes son, les da a las personas un sentido de pertenencia, un sentido de formar parte de una comunidad, algo más grande que uno mismo. Richard Rice tenía razón cuando señaló que “la comunidad es el elemento más importante de la existencia cristiana. Creer, comportarse y pertenecer son esenciales para la vida cristiana, pero pertenecer es más importante, más fundamental que los demás”.16 De hecho, la primera iglesia del cristianismo creció rápidamente porque los creyentes pertenecían a una comunidad que se preocupaba por los demás (véase Hechos 2:46 y 4:22; Gálatas 6:10).

Lo que es distintivo de los Adventistas del Séptimo Día, entonces, no es su vasto conocimiento bíblico de la profecía o su teología, sino su voluntad de servir a Dios y cumplir su misión llevando el evangelio eterno a un mundo moribundo.

En segundo lugar, la historia adventista puede ser usada como una herramienta para enseñar creencias y prácticas bíblicas. Por ejemplo, la historia adventista es fascinante porque intenta asemejarse a las dos principales preocupaciones de Jesús: el futuro y el presente. Por un lado, Jesús enseñó a la gente sobre el reino de Dios que venía, el futuro. Por otro lado, estaba constantemente preocupado por la gente y sus necesidades, el presente. Es notable que Elena White señaló que “Jesús [dedicó] más tiempo a la curación de los enfermos que a la predicación”.17

El adventismo tiene las mismas dos preocupaciones. La segunda venida de Jesús es una creencia denominacional importante. Su significado se destaca en el hecho de que es incluso una parte del nombre de nuestra iglesia. Este concepto es especialmente reconfortante, ya que da esperanza y significado a un mundo que pasa por sufrimiento, injusticias y el miedo por el pecado y sus consecuencias. Sin embargo, los adventistas también se preocupan por la vida aquí y ahora. No es casualidad, creo, que el sistema de salud y el sistema educativo de nuestra iglesia se encuentren entre los más grandes operados por cualquier denominación protestante.18 Los médicos misioneros adventistas están literalmente sirviendo a la humanidad en todas partes del mundo. Y esto es parte del evangelismo adventista. Conocer la historia adventista, entonces, es esencial para la identidad y la misión de un estudiante en una escuela adventista.19

Tercero, compartir el adventismo nos recuerda la importancia de ser auténticos y reales. La autenticidad significa permitir que otros vean nuestra vulnerabilidad. Además, construye la confianza. La historia de los adventistas es una historia de la vida real de personas que luchan. Curiosamente, podemos notar que todo el movimiento de guardar el sábado fue iniciado por jóvenes que no eran perfectos, pero que estaban ansiosos de servir a Dios a pesar de sus defectos y decepciones. Lo que es distintivo de los Adventistas del Séptimo Día, entonces, no es su vasto conocimiento bíblico de la profecía o su teología, sino su voluntad de servir a Dios y cumplir su misión llevando el evangelio eterno a un mundo moribundo. Es una historia auténtica y realista, y en nuestra fundación, una historia de jóvenes por jóvenes.

Una cuarta lección es el énfasis en la experiencia personal. En esencia, la fe en Dios no puede ser forzada, no importa cuán lógico sea el razonamiento. De hecho, la lógica no puede explicar completamente lo Divino. Las realidades espirituales, por lo tanto, no pueden ser impuestas, deben ser experimentadas. El verdadero adventismo, por su propia esencia (e historia) anima a jóvenes y adultos a tomarse el tiempo de experimentar a Dios por sí mismos y tomar una decisión inteligente sobre Él.

Por lo tanto, creo que la historia de los adventistas puede ser una gran herramienta para introducir la fe en las generaciones más jóvenes. Los jóvenes se sienten atraídos por comunidades de personas con ideas similares, con historias parecidas a las suyas. También están dispuestos a escuchar a quienes son reales y auténticos, a quienes no les gusta la artificialidad, a quienes desean experimentar las cosas por sí mismos. Los educadores adventistas harán bien en trabajar con estos principios en mente.


Este artículo ha pasado por la revisión de pares.

Theodore N. Levterov

Theodore N. Levterov, PhD, es catedrático asociado de religión y estudios teológicos en la Escuela de Religión en la Universidad de Loma Linda, en Loma Linda, California, EE. UU. El Dr. Levterov es Licenciado en Teología por el Colegio Newbold, en Bracknell, Inglaterra, y tiene una Maestría (MDiv) y un Doctorado (PhD) del Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día de la Universidad de Andrews, en Berrien Springs, Michigan, EE. UU. Además de su ministerio de enseñanza, el Dr. Levterov también ha sido pastor en Bulgaria y en Estados Unidos, y sirvió como director del Centro White de la Universidad de Loma Linda.

Citación recomendada:

Theodore N. Levterov, “Compartir el adventismo en el aula de clases: Lecciones de la enseñanza de religión en la Universidad de Loma Linda,” Revista de Educación Adventista 82:3 (2020).

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. La Universidad de Loma Linda prepara a los profesionales de salud para el servicio, con programas que integran de manera única la fe cristiana con el estudio de la salud y las ciencias. Visite https://home.llu.edu/programs para obtener una lista completa de los programas de estudio que se ofrecen.
  2.   Para más información sobre por qué se requieren cursos de religión en los programas de postgrado adventistas, véase los siguientes artículos (en inglés): Gerald R. Winslow, “Why the Study of Religion Belongs in Adventist Graduate Programs,” The Journal of Adventist Education 68:3 (February/March 2006): 27-32: http://circle.adventist.org/files/jae/en/jae200668...; Mark F. Carr, “Commonality and Character: Essential Elements of Religious Instruction,” ibid. 68:5 (Summer 2006): 15-20: http://circle.adventist.org/files/jae/en/jae200668...; y Michael E. Cafferky, “The Study of Religion in Graduate Degree Programs: Opportunities and Structural Issues, ” ibid. 76:5 (Summer 2014): 30-36:  http://circle.adventist.org/files/jae/en/jae201476....
  3. El reclutamiento de estudiantes no adventistas ya es la norma en la educación superior adventista fuera de Norteamérica. Los datos también dejan claro que los colegios y universidades adventistas en Norteamérica han comenzado a ir en la misma dirección. En lugar de ser centros de aprendizaje principalmente para los adventistas, nuestros campus están inscribiendo cada vez más estudiantes de otras tradiciones religiosas. Véase el Reporte estadístico anual de 2019 de la Oficina de archivos, estadística e investigación de la Asociación General (Silver Spring, MD: Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, 2019): https://documents.adventistarchives.org/Statistics/ASR/ASR2019.pdf, 56-60; y Jared Wright, “Recruiting Non-Adventist Students Already the Norm in Adventist Higher Education,” Spectrum (April 26, 2017): https://spectrummagazine.org/article/2017/04/26/recruiting-non-adventist-students-already-norm-adventist-higher-education.
  4. Richard Hart, “Being Distinctive or Being Inclusive?” Notes From the President (April 6, 2017): https://myllu.llu.edu/newsoftheweek/story/?id=30218.
  5. Humberto Rasi et al., “A Statement of Seventh-day Adventist Educational Philosophy Version 7.8,” Journal of Research on Christian Education 10: Special edition (Summer 2001): 347-355: https://education.adventist.org/wp-content/uploads/2017/10/A_Statement_of_Seventh-day_Adventist_Educational_Philosophy_2001.pdf.
  6. Loma Linda University, “Mission and Values” (n.d.): https://home.llu.edu/about-llu/mission-and-values.
  7. Véase Elena G. de White, Palabras de Vida del Gran Maestro (Nampa, Idaho: Pacific Press Publishing Association, 1971), 11. También véase Barbara J. Fisher, “Bible Stories in the Classroom: The Why and How,” The Journal of Adventist Education 77:1 (October/November 2014): 24-31: http://circle.adventist.org/files/jae/en/jae201477...; y Charles Teel, Jr., “Mission Stories and the Adventist Future: Fernando and Anna Stahl as a Case Study,” The Journal of Adventist Education 53:2 (October 1990-January 1991): 16-46: :  http://circle.adventist.org/files/jae/en/jae199053....
  8. John Walsh, The Art of Storytelling: Easy Steps to Presenting an Unforgettable Story (Chicago, Ill.: Moody Publishers, 2014), 21.
  9. Melanie C. Green, “Storytelling in Teaching,” Observer 17:4 (April 2004): https://www.psychologicalscience.org/observer/storytelling-in-teaching.
  10. Véanse las cartas de Elena de White a Lucinda Hall escritas entre el 10 y el 17 de mayo de 1876, en el Heritage Research Center, en la Universidad de Loma Linda, en California (Lt 64, 1876: https://m.egwwritings.org/es/book/3508.1#0). Para un contexto adicional, véase Elena G. de White, Hijas de Dios (Boise, Idaho: Pacific Press, 1999), 282-295; y Gilbert M. Valentine’s, J. N. Andrews: Mission Pioneer, Evangelist, and Thought Leader (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2019).
  11. Véanse los libros de George R. Knight From 1888 to Apostasy: The Case of A. T. Jones (Hagerstown, Md.: Review and Herald, 1987); I Used to Be Perfect: A Study of Sin and Salvation (Berrien Springs, Michigan: Andrews University Press, 2001); y The Pharisee’s Guide to Perfect Holiness: A Study of Sin and Salvation (Boise, Idaho: Pacific Press, 1992). 
  12. Elena G. de White, Educación (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2009), 29.
  13. Ibid., 13. Cursiva agregada.
  14. Edwin Rubin Palmer, “Relief for Our Sanitariums,” Adventist Review and Sabbath Herald 82:36 (September 7, 1905): 18: https://documents.adventistarchives.org/Periodical...; Loma Linda University, “History,” (n.d.): https://medicine.llu.edu/about/history; Loma Linda University, “Timeline,” (n.d.): https://home.llu.edu/about-llu/history/timeline.
  15. Estas respuestas provienen de un ensayo que pido a los estudiantes que escriban como parte de su examen final para el curso Herencia y Salud Adventista. He conservado las respuestas originales de los estudiantes y las he reproducido aquí.
  16. Richard Rice, Believing, Behaving, Belonging: Finding New Love for the Church (Roseville, Calif.: Association of Adventist Forums, 2002), 6.
  17. Elena G. de White, El ministerio de curación (Mountain View, CA: Pacific Press, 1959), 12.
  18. Departamento de Educación de la Asociación General, “Seventh-day Adventist Education Statistics” [Estadísticas de la Educación Adventista del Séptimo Día] (2018): https://education.adventist.org/education-statisti...; ASTR, “Quick Statistics on the Seventh-day Adventist Church” (2018): https://www.adventistarchives.org/quick-statistics....
  19. Es interesante observar que durante las juntas de primavera y otoño de 2018 el Comité Ejecutivo de la Asociación General dedicó tiempo a los testimonios personales que abordan la pregunta “¿Quiénes somos y por qué estamos aquí?”