Perspectivas | Trisha Higgins-Handy

Reflexiones de una maestra adventista:

Una síntesis de la visión del mundo personal y profesional

Como educadora adventista del séptimo día que enseña en una escuela adventista, mi visión del mundo tiene importantes implicaciones en mi práctica. Soy cristiana teísta.1 El marco para el desarrollo de mi cosmovisión teísta cristiana se remonta a los primeros años de mi infancia. La primera vez que conocí a Jesús fue a través de mis cariñosos padres. Recuerdo un hogar lleno de amor, aceptación y seguridad. Tengo buenos recuerdos de la Escuela Sabática, la iglesia y el culto familiar. Fui expuesta al amor de Dios durante mis años de formación en la escuela. Desde el primer grado hasta el final de la secundaria, tuve el privilegio de asistir a escuelas adventistas. Este fue un compromiso que mis padres hicieron como familia. Mi visión del mundo siguió desarrollándose incluso después de que me bauticé como miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día cuando tenía 12 años.

A medida que continuaba mi trayectoria cristiana, la transición entre el hogar y la escuela fue de alguna manera perfecta, ya que experimenté el tema general del amor de Dios como algo siempre presente. Tomé la decisión de asistir a una universidad adventista después de terminar la escuela secundaria. Fue durante mis años fuera de casa, fuera de la protección de mis padres y de la familia de la iglesia, cuando empecé a interactuar plenamente y a aprender sobre otros sistemas de creencias y formas de vida. Nunca me he alejado demasiado; mi viaje personal con Dios se mantiene y mi fe sigue profundizándose. A través de las relaciones con los demás, he sido desafiada a pensar en lo que acepto como verdad y en mi elección de ser cristiana teísta. Creo que son las relaciones que he tenido y que sigo teniendo las que me han ayudado a conformar mi cosmovisión actual.

Justificación de la cosmovisión que he elegido

Mi cosmovisión cristiana teísta está arraigada en los sólidos cimientos de mis primeros maestros: mi madre y mi padre. Creo que tomaron la responsabilidad de la crianza de los hijos como algo primordial y el consejo de Proverbios 22:6 muy seriamente, ya que hicieron todo lo posible para demostrar el amor entre ellos, hacia sus hijos y a los demás. También tuve la bendición de tener una estrecha relación con mis abuelos maternos y paternos durante mi vida adulta. Los cuatro abuelos eran adventistas tradicionales y conservadores que vivieron vidas sencillas y llenas de alegría hasta el día de su muerte. Dos de ellos fueron centenarios, ¡más de 100 años! A través de las vidas de mis padres y de sus padres, he aprendido sobre el regalo de la salvación (Juan 3:16), el perdón de los pecados (1 Juan 1:9) y el amor y la gracia infinitos de Dios (Juan 1:14; Romanos 5:8).

Mi relación con mis padres y abuelos ha sido el ejemplo tangible de quién es Dios y de la esperanza para el futuro que puede dar una vida a su servicio. Ver la importancia de Dios en la vida de mis padres y otros miembros de la familia fue mi experiencia de primera mano con él, así como una invitación persistente a desarrollar una relación personal con él. Uno de mis pasajes bíblicos inspiradores favoritos, Jeremías 29:11-13, dice, “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón” (NVI).2 Este pasaje de las Escrituras me proporciona una brújula para navegar en un mundo confuso y caótico.

Fortalezas y desafíos de la cosmovisión elegida

Una de las mayores fortalezas de la perspectiva cristiana teísta es la creencia de que Dios desea tener una relación personal e íntima con su creación, y la promesa en el plan de salvación de pasar la eternidad con él (como se describe en Juan 3:16-17; Romanos 5:8 y Juan 1:12). La invitación de Dios, abierta y disponible para todos, permite la misma oportunidad de tener una relación salvadora con él (Efesios 2:8, 9). La Biblia, la Palabra de Dios, da a la humanidad las pautas que todos deben seguir, específicamente en relación con él y con los demás (Éxodo 20: 1-17, 2 Samuel 7:28).

Otro aspecto positivo del teísmo cristiano es la seguridad de la presencia y el poder de Dios. En Génesis 1:1, la primera línea del primer libro de la Biblia habla de la existencia de Dios y de su impresionante capacidad creadora.3 El reconocimiento de Dios como fuente de toda existencia le da a mi vida, como criatura hecha a su imagen, importancia y significado (Génesis 1:26). Dios tenía un propósito en su diseño al crearme, una señal de que desea una conexión personal conmigo (Salmo 139:13-16, Lucas 12:7, Efesios 2:10).

Algunas de las supuestas debilidades del teísmo cristiano son en realidad críticas dirigidas a la Iglesia. Muchos individuos perciben la Iglesia como un lugar aburrido, anticuado, monótono, confuso y equivocado.4 Aunque a veces esto es una realidad, debemos recordar que los humanos somos criaturas defectuosas y caídas. La Iglesia, el cuerpo de Cristo, debe ser un lugar que proporcione a los creyentes un sentido de comunidad y pertenencia. “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23); pero al haber sido comprados por un precio (1 Corintios 6:20), todos pueden ser salvos. Como comunidad de creyentes, los teístas cristianos estamos llamados a adorar a Dios, animar a los demás y buscar continuamente una relación más profunda con Jesús.

Desarrollo y fortalecimiento de la cosmovisión

Creo que la enseñanza, la profesión que elegí, me da muchas oportunidades para fortalecer y crecer en mi visión del mundo como maestra adventista en una escuela adventista. Como educadora cristiana, puedo hacer del estudio de la Biblia una prioridad y recordar diariamente las promesas de Dios y su amor infinito. Pasar tiempo dedicado a la oración y a la comunicación con Dios me permite no solo compartir con él las cargas o alegrías de mi corazón, sino también aprender a escuchar su voz con paciencia y en silencio. Este periodo de tiempo en el que el mundo se detuvo debido a las restricciones del COVID-19 me ha proporcionado otra oportunidad para desarrollar una relación más personal con Dios.

Las palabras de Jesús que se encuentran en Mateo 22:37-39 me proporcionan una gran motivación, tanto personal como profesional: “‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente’. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’”. Esforzarse cada día por parecerme más a Jesús me permitirá, en última instancia, demostrar su poder transformador en mi vida, mi familia, mis alumnos y mis colegas. Cada día busco volver a comprometer mi vida con Dios y dedicarme a una vida de servicio amoroso a los demás.

Implicaciones para la educación y la vida profesional

Como educadora, creo que mi papel en el aula tiene una gran influencia en los estudiantes y las familias a las que sirvo. Como cristiana, mi enfoque hacia cada estudiante se basa en la guía de Elena G. White en el libro La Educación, donde escribió: “Cada ser humano, creado a la imagen de Dios, está dotado de una facultad semejante a la del Creador: la individualidad, la facultad de pensar y hacer”.5 Considerar a mis alumnos como creación de Dios implica que cada uno es una obra maestra hecha a mano de forma única y debe ser tratado con cuidado y respeto. Esto significa que mi vocación como profesor es ayudar a proporcionar a todos mis alumnos experiencias educativas que les ayuden no solo a adquirir conocimientos a través de diversas disciplinas, sino también, y más importante, a desarrollar un carácter que conduzca a la restauración y la redención.6

Esto también significa que debo estar calificada académicamente y tratar de crecer continuamente en mi desarrollo como profesional cristiana. A la vez que trabajo para promover la excelencia en mis alumnos, también debo abrazar el objetivo de superación personal.7 ¡La tarea de un profesor cristiano es de gran responsabilidad! Es un llamado a ser intencional en todo lo que digo y hago, de modo que constantemente lleve a los estudiantes hacia Dios. Esto requiere que mi vida refleje el modelo establecido por la vida de Cristo, y que mi obediencia a él y a su Palabra sea constantemente evidente en mi forma de vivir (1 Juan 2:3-6).

El libro La Educación de Elena G. White tiene mucho que decir sobre el profesor y el aula cristianos. Como embajadora de Cristo, mi objetivo principal no es solo enseñar e impartir información a los alumnos. Deseo “inculcarles principios de verdad, obediencia, honor, integridad y pureza, principios que los conviertan en una fuerza positiva para la estabilidad y la elevación de la sociedad”.8 Sobre los maestros, White también escribió: “En todo momento, el amor y la ternura, la paciencia y el dominio propio deben constituir la ley de su lenguaje”.9 Debido a que los niños se sienten atraídos por un trato alegre y risueño, en mi salón de clases me esfuerzo por mostrarles amabilidad y cortesía que modela cómo deben tratarse unos a otros.10

Algunas de mis otras responsabilidades profesionales son proporcionar oportunidades para que mis estudiantes asuman roles de liderazgo, mantener un ambiente de aprendizaje acogedor que involucre y desafíe a todos los estudiantes a pensar de manera crítica y creativa en las actividades de aprendizaje, estar disponible para padres y estudiantes para proporcionar asistencia y retroalimentación oportuna sobre el progreso de los alumnos.

Implicaciones para la diversidad

En 1 Corintios 12:15-18 encontramos una analogía de la iglesia con las distintas partes del cuerpo. Así como cada parte del cuerpo es diferente en forma y función pero necesaria para que el cuerpo esté completo, del mismo modo cada alumno que entra a formar parte de mi clase contribuye a que la clase esté completa (Gálatas 3:28). Esta analogía también puede aplicarse a las numerosas familias de alumnos a los que atiende la escuela y comunidad en general. La diversidad en el aula adopta muchas formas. Las diferencias de idioma, cultura, creencias religiosas, intereses y capacidades son cualidades de los alumnos que deben ser acogidas y celebradas. Abrazar la diversidad ha sido una hermosa experiencia para mí. Mis alumnos y yo hemos aprendido cosas nuevas e interesantes de aquellos que ayudan a que nuestro aprendizaje sea mucho más agradable.

En mi aula de clases, enseñar con diversidad significa animar a mis alumnos a ser pensadores independientes. Esto implica ayudarles a ver el valor del estudio a través del cuestionamiento, la búsqueda de respuestas y la participación en conversaciones con otros para ganar comprensión. El uso de muchas formas de aprendizaje e instrucción diferenciada es también otra forma importante de aceptar la diversidad en el aula.12 El reconocer que cada estudiante es un individuo con necesidades únicas me permite personalizar las experiencias de aprendizaje para satisfacer estas necesidades y crear conexiones más significativas entre sus vidas y lo que estamos aprendiendo en el aula.

Pero lo más importante es que la diversidad en el aula significa mostrar el amor incondicional de Dios a todos los que entran en ella. Cuando Cristo estuvo aquí en la tierra, su ministerio lo llevó a varios lugares y se mezcló con muchos tipos de personas. Los evangelios están llenos de relatos que lo describen buscando intencionalmente encuentros con aquellos que eran ignorados y desechados por la sociedad: los enfermos, las mujeres y los niños (Mateo 8 y 9; Juan 4:1-26 y Marcos 10:13-16). Jesús fue intencional en sus interacciones con los demás y siempre aceptó a los que se consideraban poco importantes, indignos o poco amables. El plan de salvación no es solo para unos pocos elegidos, sino que es accesible para cualquiera que esté dispuesto a aceptar el regalo de Dios (Juan 5:24). Como sierva de Dios, es mi responsabilidad aceptar a todos los que tengo a mi cargo y esforzarme por manifestar el amor de Dios a todos sus hijos.

Conclusión

Como educadora adventista, mi síntesis personal y profesional de mi cosmovisión influye en mi práctica docente. Por esta razón, debo dedicarme intencionalmente a la reflexión continua sobre lo que creo y por qué, y sobre todo, cómo influye en lo que hago. A medida que examino lo que creo ser verdad sobre mi cosmovisión personal y mi profesión, me esfuerzo por ser más auténtica y tener un mayor impacto en las vidas de mis estudiantes, sus padres, mis colegas y mi comunidad.


Este artículo ha pasado por la revisión de pares.

Trisha Higgins-Handy

Trisha Higgins-Handy, BSc, BEd, es una educadora adventista con una larga experiencia, que actualmente enseña en la Academia Adventista Greaves en Montreal, Quebec, Canadá. Tiene una Licenciatura en Ciencias de la Educación y una Licenciatura en Enseñanza y actualmente cursa estudios de postgrado en la Universidad de Andrews en Berrien Springs, Michigan, EE. UU. Este ensayo reflexivo fue escrito en cumplimiento parcial de los requisitos para el curso Fundamentos filosóficos para los profesionales.

Citación recomendada:

Trisha Higgins-Handy, “Reflexiones de una maestra adventista: Una síntesis de la visión del mundo personal y profesional,” Revista de Educación Adventista 83:2 (2021).

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. Los cristianos teístas creen que Dios es el creador y que participa activamente en la vida de toda la creación. Los teístas también creen que Dios es infinito, trascendente, soberano y bueno. Para más información, véase James W. Sire, The Universe Next Door: A Basic Worldview Catalog (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 2009), 14-44; George R. Knight, Educación para la eternidad: Filosofía de la educación adventista (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2017).
  2. Jeremías 29:11-13. Todas las citas bíblicas en este artículo fueron tomadas de la versión de la Biblia Nueva Versión Internacional (NVI). Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos a nivel mundial.
  3. James W. Sire, The Universe Next Door: A Basic Worldview Catalog, 31.
  4. Dallas Willard, ed., A Place for Truth: Leading Things Explore Life’s Hardest Questions (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 2010), 255.
  5. Elena G. White, La Educación (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1998), 17.
  6. Ibid., 255.
  7. Ibid., 281, 287.
  8. Ibid., 29.
  9. Ibid., 293
  10. Ibid., 240.
  11. ________, La Conducción del Niño (Nampa, ID: Pacific Press Publishing Association, 1964), 32.
  12. La instrucción diferenciada adapta la experiencia de aprendizaje a las necesidades individuales de los alumnos, ajustando el plan de estudios a sus habilidades y capacidades. Este enfoque, promovido por Carol Ann Tomlinson, requiere una evaluación continua y un agrupamiento flexible de los alumnos con habilidades similares. Para más información, véase Institutes on Academic Diversity, “What Is Differentiated Instruction?” (2016): https://differentiationcentral.com/what-is-differentiated-instruction/ y para videos, véase https://differentiationcentral.com/videos/.