Antes de que el pecado entrara en nuestro mundo y en nuestra conciencia humana, antes de los querubines y de la espada encendida, cuando Dios vio que todo era bueno, el Génesis relata que Adán descubrió y dio nombre a la creación de Dios. Me imagino a Adán y Eva caminando por el Edén, asombrados y maravillados, entre una creación perfecta de luz y cielo, aire y agua, plantas y animales. Entonces no existía la Palabra de Dios; su conocimiento de Dios provenía en parte de sus obras. Mientras iban buscando y contemplando las obras del Creador, imagino que el proceso era plenamente espiritual y profundamente relacional, revelando el poder, la providencia, la majestuosidad y la fuerza del Creador, a quien debían su primer aliento.
Como científico practicante, esto me impacta profundamente, porque aquí, en el comienzo mismo de nuestra estancia humana, hay un sentido de asombro y reverencia respecto a la presencia viva y el testimonio de las obras de Dios. Sin Dios, ni las obras ni nuestra observación humana hacia ellas son posibles. De hecho, “en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28, RVR1960). Así que, desde mi punto de vista, la investigación es una vocación intensamente sagrada que combina inspiración, revelación e imaginación. La investigación es fundamentalmente un viaje de descubrimiento, incluido el autodescubrimiento, tal y como implica la raíz de la palabra del francés medio recherche, que significa “ir en búsqueda”.1
El buscador es nuestro primer modelo humano. Nuestra curiosidad innata, la base de todo aprendizaje, está integrada en los genes y los neurotransmisores que nos ha dado Dios.2 La curiosidad nos ayuda a ser conscientes de la sensibilidad del universo y a participar en ella. Desde los primeros fundamentos de la Tierra, los humanos han sido exploradores y buscadores. De hecho, cuando somos niños, antes de leer, escribir y contar, “andamos buscando”. Buscamos en nuestro interior para descubrir y crear métodos de comunicación, arte y música. Exploramos el cielo en busca de vida y significado y la Tierra en busca de elementos y átomos.
“Ir en búsqueda” es un impulso universal que no está limitado por el nivel educativo, el género, la edad, la etnia o el campo de estudio; no se limita a la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. La búsqueda abarca todos los ámbitos de la investigación, la actividad, la creatividad y la curiosidad humanas; es expansiva y no exclusiva. Es nuestro legado humano, nuestro derecho de nacimiento dado por Dios y nuestra herencia.3
La investigación también es sagrada
Entonces, ¿cómo es que la investigación (“búsqueda”) se ha etiquetado erróneamente y se ha definido estrechamente como una actividad exclusivamente secular y mecanicista, en lugar de considerarla sagrada y espiritual? ¿Por qué muchos ven automáticamente la investigación como algo negativo? ¿Por qué algunos consideran que la investigación es antitética e incompatible con las creencias?
A menudo, perdemos de vista la perspectiva de que en la investigación está el potencial del bien y del mal. Nuestras etiquetas de sagrado y secular se aplican a menudo de forma reflexiva y errónea a la investigación basada en las construcciones tradicionales de las comunidades eclesiástica y científica. Sea cual sea la razón, creo que ha llegado el momento de redefinir las percepciones y comprensiones populares de la investigación como una empresa principalmente secular. Por lo tanto, la intención y la motivación subyacente de este artículo es que ha llegado el momento de enunciar de forma completa, directa y valiente por qué la investigación puede ser una empresa sagrada (véase el Recuadro 1). Creo que Dios ha puesto ante nosotros puertas abiertas a sus obras, y no se debe permitir que nadie las cierre o defina. La investigación, creo que la investigación, es sagrada por las siguientes 10 razones:
1. La investigación es un llamado de Dios para pedir, buscar y llamar (Mateo 7: 7, 8).
Para mí, éste es el credo del investigador, el lema del buscador. Ciertamente, Dios puso en nosotros la capacidad de hacer estas mismas cosas. Nos creó a nivel psicológico, fisiológico y molecular con la capacidad de “ir en búsqueda”, lo que constituye una invitación de facto para que seamos curiosos y observadores y conozcamos las obras de Dios. Esta invitación dice, en parte, “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis?” (Isaías 43:19, RVR1960). Olive J. Hemmings explica: “Esta palabra he aquí viene de la palabra griega βλέπω: ‘veo’. La palabra proveniente de βλέπω, como aparece en el texto, significa ver en el sentido más profundo. Significa descubrir o percibir o tomar nota cuidadosamente, como si no lo hubieras visto antes. Mirar más allá de lo ‘obvio’ y superficial”.4 La palabra he aquí aparece más de 1,000 veces en la Biblia. Dios debe querer llamar nuestra atención. Nos llama a profundizar más allá de las apariencias, las miradas superficiales y las especulaciones apresuradas. Es un llamado repetido e insistente a la contemplación e investigación profundas. ¡contempla, contempla, contempla! Aquí reside la esencia de la búsqueda, de la investigación: Es contemplar “en lo más profundo” la Palabra y las obras de Dios. En este proceso, y a través de él, seremos transformados.
2. La investigación es una lucha sagrada con Dios, con su Palabra y con sus obras, que produce las bendiciones de la revelación.
La investigación se asemeja a la lucha arquetípica de Jacob con Dios. Además, esta lucha sagrada es continua y de por vida. Todos estamos abrumados y en eterna ignorancia ante la presencia de Dios y su inquisición, como se registra y demuestra en los capítulos 38 a 41 de Job (RVR1960). Nos quedamos cortos en nuestro conocimiento de las obras de Dios y estamos siempre en una lucha sagrada mientras buscamos y perseguimos el conocimiento y la revelación. Esencialmente, sólo somos espías de los consejos secretos de la Trinidad y de los profundos misterios y la insondable sabiduría de nuestro Dios eterno. Para mí, el mejor ejemplo de este misterio es el enigmático electrón. Gran parte de nuestra civilización tecnológica depende del electrón, de su comportamiento, función y manipulación. Sin embargo, el electrón desafía una definición completa, una visualización y una respuesta sencilla a la pregunta: ¿Qué es realmente un electrón?5
3. “La investigación es una curiosidad formalizada. Es hurgar y curiosear con un propósito”.6
Zora Neale Hurston (1891-1960), novelista y antropóloga afroamericana, escribió esta declaración que resume sucintamente la relación entre la investigación y la curiosidad. Creo que la curiosidad que nos ha dado Dios es una necesidad humana tan fundamental como el hambre y la sed, una necesidad de orden superior que no se satisface con la comida, el agua y la biología, sino con el conocimiento. En un mundo repleto de estímulos, algunos de los cuales son perjudiciales y amenazan nuestra supervivencia, el conocimiento es necesario para dar respuestas inteligentes, y la curiosidad es el mecanismo de supervivencia que busca y rebusca ese conocimiento. Creo que estamos programados divinamente de esta manera en nuestros procesos de nivel superior y en nuestros genes y neurotransmisores. Por ejemplo, se ha investigado y establecido que la dopamina, la sustancia química de recompensa del cerebro, está intrínsecamente relacionada con el estado de curiosidad y felicidad del cerebro.7 ¡La curiosidad, la búsqueda del conocimiento a través de la revelación y la investigación, puede ayudar a mantenernos vivos y felices!
4. La investigación es “poder” y está “en el propósito de Dios”.
La siguiente declaración aparece en el libro de Elena G. White, Mente, Carácter y Personalidad: “El conocimiento de las ciencias de todo tipo es poder, y es el propósito de Dios que se enseñe ciencia avanzada en nuestras escuelas como preparación para la obra que ha de preceder a las escenas finales de la historia de la tierra”.8 Dado que el conocimiento científico se deriva principalmente de la observación, la experimentación y la evidencia, es lógico que la investigación también sea “el propósito de Dios”. Esta defensa de la ciencia avanzada está vinculada no solo a la epistemología sino también a la escatología, no solo al conocimiento sino también a la misión. Es decir, la investigación debe hacerse no solo por sí misma, sino también por una misión más amplia y un propósito más profundo. Otra implicación importante es que la inminencia de la Segunda Venida no es una excusa, sino que debería motivar la búsqueda de nuevos conocimientos, la iluminación y el compromiso con la investigación.9
5. La investigación puede consistir en entrar en la mente, el corazón y el alma de Dios.
A través de la investigación y la búsqueda de la Palabra y las obras de Dios, nuestros alumnos y nosotros estamos capacitados para entrar en la propia imaginación de Dios. La imaginación de Dios se manifiesta en su Palabra y en sus obras. Para mí, la iconografía del velo del templo rasgado habla de la voluntad de Dios de dejarnos entrar, incluso en los “misterios inescrutables” de sus obras y su Palabra. Es una invitación a que nuestros ojos vean, nuestros oídos escuchen y nuestros corazones se dejen conmover por su creación e imaginación.
La investigación puede sondear y extraer las riquezas y los misterios de la Palabra de Dios y de sus obras. Es un modo en que nuestros ojos mortales pueden contemplar la gloria del Señor en nuestra propia carne. Como se menciona en la Educación, “La mente del hombre se pone en comunión con la mente de Dios; lo finito, con lo infinito. El efecto que tiene esta comunión sobre el cuerpo, la mente y el alma sobrepuja toda estimación”.10 La Biblia dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5, RVR1960). Así que la investigación puede ampliar, elevar, profundizar y fundamentar nuestro entendimiento en la consiliencia del conocimiento de la Palabra de Dios, sus obras y sus actos de creación y revelación. Llevar a cabo la investigación bajo la mirada de Dios, con una conciencia de lo divino, de alguien y algo más grande que uno mismo, aporta propósito, humildad, asombro y misión a la práctica y al practicante de la investigación.
6. La investigación es una tarea interminable.
Nuestra búsqueda y lo buscado son ilimitados por la geografía y la temporalidad. Nunca llegaremos al final de conocer a Dios, su Palabra y sus obras. Es un falso profeta el que declara y predice que no habrá más que aprender, ni más que conocer. Más que eso, tal actitud y estado de ánimo raya en la blasfemia, porque presume limitaciones sobre Dios y sus palabras y obras futuras. ¡Dios tiene nuevos pensamientos! Tiene planes para cosas nuevas. (Isaías 43:19). Como escribió Emily Dickinson, “Este mundo no es la conclusión”.11 Por consiguiente, no hay fin para el Internet, el universo, el conocimiento y Dios, para quien no hay ni principio ni fin. En 1888, Elena de White escribió: “No puede haber mayor peligro para las almas de los que profesan creer en la verdad, que cerrar su búsqueda de luz y conocimiento de las Escrituras”.12 Creo que no es demasiado presuntuoso añadir al final de este pasaje las palabras “y del libro de la naturaleza”.
7. La investigación es coherente con dos hechos de la existencia humana: (a) No lo sabemos todo y nunca lo sabremos, ya que vemos “por espejo, oscuramente”,13 y (b) El conocimiento y la verdad no llegan a nosotros de una vez, sino que se van revelando y solo después de una búsqueda persistente.
La omnisciencia le pertenece a Dios; todos los demás deben buscar. La idea de nuestra inteligencia humana mortal está expresada en 1 Corintios 8:2: “Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo”. En 1952, la Revista Ministerio publicó una colección de citas de los escritos de Elena G. de White sobre “La verdad en progreso”.14 Entre ellas se encuentra la siguiente: “La verdad es una verdad en progreso, y debemos andar en la luz que va en aumento”;15 “Hay minas de la verdad que ha de descubrir todavía el investigador ferviente”;16 y “No hay virtud en la ignorancia, y el conocimiento no necesariamente disminuirá el crecimiento cristiano”.17
De hecho, la frase “minas de la verdad” y la palabra minería se utilizan repetidamente en los escritos de Elena G. de White como metáforas para captar la idea de la verdad no descubierta u oculta que hay que buscar. Del mismo modo, otras frases de sus escritos, como “investigación profunda”, “investigación cuidadosa”, “investigación individual” e “investigación diligente”, crean una narrativa a favor y fomentan la actividad y el proceso de investigación en el contexto de la Biblia, la salud y la naturaleza. No hay declaraciones de descrédito hacia la investigación ni se insinúa que sea un proceso intrínsecamente secular. Su visión ilustrada de la investigación18 contrasta fuertemente con las declaraciones contrarias a la investigación de algunos de los padres de la iglesia cristiana, como Tertuliano y Agustín.19
En un reciente artículo de la Revista Adventista, Martin Hanna escribió: “Está claro que Dios no se deja intimidar por el aumento del conocimiento; y su pueblo tampoco debería dejarse intimidar por él”.20 Un ejemplo del paradigma del “aumento del conocimiento” es el desarrollo de la mecánica cuántica y el modelo estándar, que se encuentran entre las teorías científicas más exitosas y fundamentales jamás concebidas. Son respuestas, aún incompletas, aún emergentes, y quizás en última instancia incognoscibles, a las preguntas fundamentales de los seres humanos que han abarcado milenios: ¿De qué estamos hechos? ¿De qué está hecho el universo? ¿Cuáles son sus componentes fundamentales?
De hecho, nuestro compromiso de buscar, indagar e investigar es un testimonio de facto, un testamento vivo de nuestra intención de crecer en comprensión, verdad y ministerio. Nuestro compromiso con la investigación no debe ser sólo un asentimiento intelectual, sino que debe manifestarse en nuestro plan de estudios, en la pedagogía, en la práctica y en la inversión en todo nuestro sistema educativo adventista global. No debe limitarse al conocimiento existente, sino que debe ampliarse a la búsqueda intencionada y proactiva de nuevos conocimientos, verdades y revelaciones. La investigación debe convertirse en un sello distintivo de la educación adventista en todos los niveles y en todas las disciplinas (véase el Recuadro 2). Un compromiso con la investigación es también uno para inspirar y guiar a la próxima generación de buscadores apasionados y capacitados de la Palabra y las obras de Dios.
8. La investigación puede iluminar la ignorancia humana y disipar la oscuridad.
Es un compromiso de urgente relevancia el disipar una mezcla nociva del siglo xxi de teorías conspirativas sin fundamento y desinformación viral. La creación de la luz fue un acto de Dios, un preámbulo del resto de su creación. Fue su primer “hágase”. En la tradición bíblica, la luz precedió al conocimiento humano y fue necesaria para la revelación. La investigación es en sí misma un instrumento de iluminación que aporta conocimiento, revelación, descubrimiento y luz a la oscuridad, la ignorancia, el mito y la conspiración.
El campo de la espectroscopia utiliza literalmente la luz de todas las longitudes de onda para sondear, revelar y ayudarnos a entender nuestro universo material. Desde las tomografías computarizadas hasta las resonancias magnéticas, pasando por los sensores de seguridad y los termómetros digitales sin contacto, todo el edificio de los diagnósticos modernos se basa en este uso de la luz. Creo que la capacidad de investigación para esclarecer forma parte de la tradición y la obligación de Mateo 5:15 a la que todos estamos llamados, de dejar brillar nuestra luz y compartirla en beneficio de todos. Esto también implica un llamado a comunicar y publicar libremente nuestras investigaciones y conocimientos como luz para el mundo, no para la fama o el beneficio personal, sino para la elevación de los demás y para un bien general. La investigación puede ser portadora de buenas noticias, incluida la pedagogía de la investigación que compromete e inspira a nuestros estudiantes a “ir en busca”, brillar y compartir.
9. No los robots ni los algoritmos, sino los humanos conciben la investigación,
La investigación no es sólo una adhesión estoica y mecánica a principios, procesos, secuencias y pasos del método científico. En cambio, se ve afectada por todos los aspectos de nuestra humanidad e implica el uso integral de la mente, el cuerpo y el espíritu. Deberíamos resistirnos a la idea de que existen demarcaciones tajantes entre el espíritu y la ciencia. La investigación utiliza todos los poderes que Dios nos ha dado, como la curiosidad, la observación, la intuición, el razonamiento, la agudeza mental y la creatividad. También se ve reforzada por un espíritu de humildad, apertura, reverencia, curiosidad exuberante y persistencia.
En una comunicación personal conmigo, el profesor de investigación de antropología de la Universidad de Andrews, Oystein LaBianca, escribió: “Lo que me gusta destacar es que, de todas las criaturas de Dios, los seres humanos fueron hechos a su imagen y semejanza, para ser creativos, para descubrir e idear nuevas creaciones. En otras palabras, cuando investigamos, afirmamos que Dios nos ha hecho a su imagen. Así, la investigación se convierte en un acto de culto en el sentido de que, al investigar, afirmamos que estamos hechos a su imagen”.21 Este concepto, que la investigación es un derivado divino regalado a los humanos, es poderoso y sugiere de nuevo que la investigación puede ser redentora y facilitar la restauración de la imagen de Dios en nosotros.
10. La investigación no es intrínsecamente secular.
Aunque algunos no consideren la investigación como una actividad religiosa, lo cierto es que se trata de un compromiso que proviene de las profundidades del espíritu humano. Hay hechos existenciales ineludibles del espíritu humano y de la conciencia humana que comprometen la búsqueda. Nuestra plena humanidad no puede separar sumariamente lo “objetivo” de lo “subjetivo”, ni tampoco encenderse o apagarse automáticamente cuando buscamos. Nuestro deseo y decisión de “ir en búsqueda” no provienen de moléculas sin vida, vías bioquímicas o reacciones químicas. Más bien, proceden de nuestra humanidad, conciencia y alma emergentes, de las que experimentamos asombro, maravilla, reverencia, propósito, persistencia y fe. De esta mezcla “vivimos, nos movemos y somos” (Hechos 17:28, RVR1960). Buscamos, investigamos y nos comprometemos con el mundo con todo nuestro ser.
Además, como la naturaleza no revela todos sus secretos súbitamente, debemos ser pacientes y persistentes. Debemos tener fortaleza para que, al enfrentar al fracaso o a los contratiempos, no nos marchitemos ni decaigamos en la búsqueda de nuestro propósito, sino que persistamos firmemente contra viento y marea. Aprendemos, nos adaptamos e innovamos. Esto no es el resultado de una mentalidad secular y cínica, sino el producto del realismo optimista y la esperanza. Como auténticos buscadores y dedicados investigadores, podemos esperar que lo mejor esté siempre por venir, y debemos transmitir este espíritu de optimismo a cada nueva generación de investigadores.
Mientras que la naturaleza y el proceso de investigación pueden ser sagrados, como se ha señalado anteriormente, la actitud y el significado que el investigador aporta a la misma pueden ser seculares, carentes de conciencia, conocimiento, asombro y propósito divinos. Son nuestros propios valores y nuestra humanidad los que determinan si la investigación se percibe, se define y se utiliza como algo exclusivamente sagrado o secular. Oro para que tengamos dentro de nosotros la persistencia implacable de Jacob cuando luchaba con Dios, como se describe en Génesis 32:22 a 32 (RVR1960). Que nuestra búsqueda y nuestro esfuerzo nos traigan las bendiciones de una mayor revelación de los misterios de Dios.
¿La investigación puede ser sagrada? Sí. Espero que aprendamos que la verdad espera al buscador persistente y que la investigación, la búsqueda y la lucha, es su propia recompensa bendita y sagrada.
La investigación también es un ministerio
Tradicionalmente y de forma general, hemos limitado el significado y la práctica del ministerio a los pastores, médicos, enfermeras y profesores, a la vez que asentimos intelectualmente que el ministerio puede realizarse de diversas formas y a través de múltiples profesiones. Sin embargo, la investigación no es, por lo general, lo primero que viene a la mente cuando se habla del ministerio y de los ministros. Esta disonancia entre la creencia y el comportamiento, la filosofía y la práctica, en realidad presenta al adventismo la oportunidad de reexaminar y redefinir el ministerio y lo que significa ser un ministro. La oportunidad de ampliar y elevar intencionadamente nuestro entendimiento corporativo e institucional de la investigación como ministerio puede conducir a un impacto más amplio y a un bien mayor mientras buscamos redimir y cambiar el mundo en el siglo xxi.
En el sentido más profundo, creo que la investigación es un ministerio, no sólo filosóficamente, sino pragmáticamente, de las siguientes maneras prácticas: (1) es y ha sido un servicio indispensable en el avance de los niveles de vida en todo nuestro mundo, (2) mejora la vida y el bienestar humanos, (3) salva vidas aquí y ahora, y (4) nos ayuda a ser mejores administradores de las obras de Dios, incluyendo nuestro medio ambiente. A través de la investigación, podemos llegar a ser más conocedores y capaces de colaborar con Dios en la restauración y redención de nuestro mundo. A través de la investigación, podemos sondear las células y las moléculas para saber cómo y por qué tomamos decisiones y de dónde proceden nuestros recuerdos y olvidos; descubrir medicamentos de precisión e innovar en la mejor forma de administrar e individualizar las dosis para mejorar la atención al paciente. La investigación puede ayudarnos a desarrollar procesos agrícolas más ecológicos que den lugar a fuentes de alimentos abundantes y de alta calidad para alimentar a una población mundial creciente. A través de la investigación, podemos hacer frente al hambre, a la pobreza y a nuestra creciente crisis mundial del agua; podemos hacer frente de forma proactiva a futuros brotes microbianos y pandemias.
Imagine nuestro mundo sin los beneficios de la investigación: un mundo sin refrigeración, aspirinas, gasolina, penicilina, vacunas, teléfonos móviles, aviones, equipos de protección personal, energía eléctrica, transfusiones de sangre, aire acondicionado o baterías. Sería un mundo sin la completa y creciente revelación de Dios.
Aunque puede haber cierto debate sobre la utilidad de determinados tipos de investigación, esto no socava en absoluto el valor general de la investigación. Tampoco disminuye el valor inherente de la búsqueda de Dios en su Palabra y sus obras. Es bueno tener responsabilidad, incluyendo la revisión de pares, en la empresa de investigación para asegurar que las inversiones valgan la pena, que el dinero gastado no se desperdicie, y que las aplicaciones y beneficios del mundo real se lleven a toda la sociedad y no sólo a los poderosos y privilegiados. Esta rendición de cuentas puede aumentar las posibilidades de que la investigación siga siendo un ministerio y no una vanidad.
Algunos señalan el uso de la ciencia y la investigación con intenciones malignas y con consecuencias perjudiciales como razón para desconfiar y desacreditar todo el proceso. Sin embargo, la historia secular y eclesiástica atestigua que la corrupción del bien es omnipresente en todas las épocas y esfuerzos humanos. Las Sagradas Escrituras revelan que, incluso cuando se les dio un Edén impecable y perfecto, los humanos lo convirtieron en su propia perdición. La investigación no es una excepción, ya que también puede ser y ha sido utilizada para el mal, como el desarrollo y uso de armas químicas y biológicas. La investigación puede llevarse a cabo, y de hecho se ha llevado a cabo, de forma poco ética, inmoral e inhumana, como en los experimentos de Tuskegee.22 Asimismo, el caso de Martin Shkreli23 demuestra que también puede estar motivada por la pura avaricia, la codicia y el beneficio. Estos y otros ejemplos de corrupción y abuso de la investigación no sugieren que la investigación no pueda ser sagrada o utilizarse para el bien y el ministerio.
Nuestra elección de temas de investigación también puede dar testimonio de nuestra fe y misión. Muchos retos y problemas desafiantes de nuestro mundo se benefician de los descubrimientos, desarrollos e innovaciones que pueden surgir de la investigación en áreas como la agricultura, la alimentación, el agua, la salud, la contaminación, la urbanización, el cambio climático, los medicamentos, los trastornos neuropsiquiátricos y las enfermedades infecciosas, por nombrar algunas.
Teniendo en cuenta el alcance global tanto de la educación como de los sistemas de salud adventistas, tiene sentido que los sistemas de salud y educación adventistas participen juntos en la investigación, de forma intencionada, estrecha y en colaboración. Con más de 8,500 escuelas y universidades, 650 hospitales, clínicas y sanatorios, y siete facultades de medicina,24 juntas, estas entidades pueden buscar el conocimiento, desarrollar innovaciones que alivien el sufrimiento y el dolor humanos, y promover nuevos enfoques de aprendizaje y educación en salud pública (véase el Recuadro 3). De este modo, daremos testimonio y llevaremos sanidad, liderazgo de servicio como el de Cristo, fe y valores a nuestro mundo, aquí y ahora. Investigar la Palabra y las obras de Dios puede ser nuestro ministerio sagrado, desde el nivel elemental hasta el universitario. Oro para que así sea.25
Este artículo ha pasado por la revision de pares.
Dedicado a mis padres, Auldith y Hartwell Murray, mis primeros y eternos maestros. Alimentaron mi hambre interior y mi curiosidad y fueron mis primeros ejemplos de buscadores e innovadores.
Citación recomendada:
Desmond Hartwell Murray, ““¿Puede la investigación ser un ministerio sagrado? Parte 1,” Revista de Educación Adventista 84:1 (2022).
NOTAS Y REFERENCIAS
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- “Curiosity” (2022): https://en.wikipedia.org/wiki/Curiosity; George M. Whitesides, “Curiosity and Science,” Angewandte Chemie 57:16 (2018): 4126-4129; Matthias J. Gruber, Bernard D. Gelman, and Charan Ranganath, “States of Curiosity Modulate Hippocampus-dependent Learning via the Dopaminergic Circuit,” Neuron 84:2 (2014): 486–496; Celeste Kidd and Benjamin Y. Hayden, “The Psychology and Neuroscience of Curiosity,” Neuron 88:3 (2015): 449-460.
- Hugo Lagercrantz and Jean-Pierre Changeux, “The Emergence of Human Consciousness: From Fetal to Neonatal Life,” Pediatric Research 65 (2009): 255–260. doi.10.1203/PDR.0b013e3181973b0d; Alison Gopnik, Andrew N. Meltzoff, and Patricia K. Kuhl, The Scientist in the Crib: What Early Learning Tells Us About the Mind (New York: William Morrow & Co., 1999); Alison Gopnik, “Scientific Thinking in Young Children: Theoretical Advances, Empirical Research, and Policy Implications,” Science 337:1623 (September 28, 2012): 1623-1627.
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- “What Is an Electron Really?”: http://sciexplorer.blogspot.com/2014/08/what-is-electron-really.html.
- Zora Neale Hurston, Dust Tracks on a Road: A Memoir (New York: HarperPerennial, 1996), 143. Hurston is best knowns for her 1937 novel Their Eyes Were Watching God.
- Colin G. DeYoung, “The Neuromodulator of Exploration: A Unifying Theory of the Role of Dopamine in Personality,” Frontiers in Human Neuroscience 7:762 (November 14, 2013). doi.10.3389/fnhum.2013.00762.
- Elena G. de White, Mente, Carácter y Personalidad (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1989), 1:358.
- Elena G. White nos recuerda como lectores que la búsqueda continuará por la eternidad. En La Educación escribió, “El cielo es una escuela; su campo de estudio, el universo; su maestro, el Ser infinito. . . . Allí se desarrollará toda facultad y toda aptitud aumentará. Se impulsarán las mayores empresas, se lograrán las más elevadas aspiraciones y se realizarán las mayores ambiciones. Y se presentarán nuevas alturas a las cuales llegar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender nuevos objetos que despertarán las facultades del cuerpo, la mente y el alma”. (La Educación (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2009, 271, 275).
- Ibid., 14.
- Emily Dickenson, “This World Is Not Conclusion”: https://www.poetryfoundation.org/poems/47653/this-world-is-not-conclusion-373.
- Elena G. de White, “In Demonstration of the Spirit,” Advent Review and Sabbath Herald 65:36 (September 4, 1888): 561.
- 1 Corintios 13:12 (RVR1960): “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”.
- A collection of quotations published as “COUNSEL: Advancing Truth,” Ministry (July 1952): https://www.ministrymagazine.org/archive/1952/07/advancing-truth.
- Elena G. de White, El Evangelismo (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 219.
- __________, Joyas de los Testimonios (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2004), 2:306.
- __________, Mente, Caracter y Personalidad, 1:89.
- John Wesley Taylor V, “Elena White y el papel de la investigación,” Revista de Educación Adventista 82:2 (2020).
- Por ejemplo, la cita “El infierno está hecho para los curiosos” se atribuye a Agustín (véase http://thinkexist.com/quotation/hell-was-made-for-the-inquisitive/361320.html). Mientras que Tertuliano, en Sobre la regla del hereje, escribió: “¡No queremos ninguna disputa curiosa después de poseer a Cristo Jesús, ninguna inquisición después de disfrutar del evangelio! Con nuestra fe, no deseamos ninguna otra creencia, porque esta es nuestra fe palmaria, que no hay nada más que debamos creer”. Véase Tertullian, The Writings of Tertullian Vol II (Ontario, Canada: Devoted Publishing, 2017), 30.
- Martin Hanna, “Science and the Gospel: A Dialogue,” Adventist Review (April 29, 2021): https://adventistreview.org/magazine-article/2105-20/.
- Comunicación personal, FECHA?
- “Experimento Tuskegee” (24 de marzo de 2022): https://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_Tuskegee.
- “Martin Shkreli” (June 13, 2022): https://en.wikipedia.org/wiki/Martin_Shkreli.
- Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día (2022): https://gc.adventist.org/about-us/departments-services/#education; Ministerios de Salud de la Asociación General (2022): https://www.healthministries.com/history/; Marcos Paseggi, “White Coat Ceremony Dedicates Inaugural Class at School of Medicine in Rwanda,” Adventist World (November 2021): https://www.adventistworld.org/white-coat-ceremony-dedicates-inaugural-class-at-school-of-medicine-in-rwanda/.
- Agradecimientos y gratitud a los colegas, amigos, familiares y personal de la Revista que sirvieron de revisores del manuscrito.