Richard A. Sabuin • John Wesley Taylor V

Fe por Diseño

Crear y aplicar un plan maestro de desarrollo espiritual

Estábamos interactuando con un grupo de estudiantes. Era parte de una visita a la institución en la que estaban inscritos, y queríamos tener una idea de lo que pensaban de las experiencias de la vida espiritual en la escuela. “Es bastante estándar, supongo”, dijo uno de los estudiantes. “Tenemos clases de Biblia y un periodo de asamblea cada semana, pero las asambleas son principalmente anuncios. A veces, sin embargo, tienen un buen devocional. Pero parece aleatorio”. “La mayoría de las veces es bastante aburrido”, dijo otro estudiante. “Incluso los profesores de las clases [de religión] rara vez hablan de cosas relevantes”.

“¿Sientes que los asuntos espirituales son importantes en tu vida?”, les preguntamos. Los estudiantes asintieron. “¿Qué crees que se podría hacer para que la experiencia espiritual aquí sea más relevante y significativa?”

El grupo cobró vida. Hablaron de la necesidad de una comunidad espiritual, de lugares seguros para compartir sus preguntas, de personas comprensivas que los animaran y oraran con ellos, y de mensajes que conectaran la Biblia con las situaciones y decisiones a las que se enfrentaban. Reflexionaron sobre experiencias anteriores de construcción de la fe en sus vidas: un grupo pequeño, actividades de servicio, un retiro de fin de semana, una cena de ágape; y hablaron de cómo desearían que se pudieran re-crear en la escuela.

Más tarde nos sentamos con el capellán. “Sí, tenemos un plan maestro de desarrollo espiritual. Es uno de mis proyectos de verano, para tenerlo listo para el nuevo año”. Le preguntamos qué sirve de aportación o retroalimentación. “Bueno, observo cómo se desarrollaron algunas cosas el año anterior y tomo nota de lo que debo cambiar”. Preguntamos si la institución hizo una previsión presupuestaria para el programa de vida espiritual. “No exactamente”, respondió el capellán, “pero si tuviéramos un proyecto o programa especial, pudiéramos hacer una petición, y a veces se financia”.

Hablamos con el rector sobre la vida espiritual en la institución. “Tenemos un buen capellán, y cada año recibo una copia del plan maestro de desarrollo espiritual”. Le preguntamos cuál era su papel como líder de la institución, en la vida espiritual de la misma. “¡Contratar un buen capellán!”1

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La educación Adventista del Séptimo Día se basa en el concepto del desarrollo integral de la persona.2 Una dimensión primordial en este proceso estimar el desarrollo espiritual. Elena de White, que tuvo un papel decisivo en la fundación del sistema educativo adventista, escribió: “Los alumnos de nuestras escuelas y todos nuestros jóvenes deben recibir una educación que los fortalezca en la fe”.3

Un propósito esencial de la educación adventista es que los estudiantes puedan experimentar la gracia salvadora de Dios. Elena de White describió esta experiencia como el propósito redentor de la educación.4 Aunque el desarrollo de habilidades y comprensión en las disciplinas es vital, el enfoque redentor da prioridad a llegar a ser un discípulo de Jesús y luego en un hacedor de discípulos, extendiendo el reino de Dios a través del testimonio y el servicio desinteresado (Mateo 28:18-20). Como nos recuerda Jesús, “¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma?” (Marcos 8:36, NTV).5 “Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mateo 6:33, RVA-2015).6

Fe por diseño

La formación y la afirmación de la fe están en el centro de la educación adventista. Sin embargo, para ser eficaces, estos procesos deben ser intencionales. Debemos nutrir la fe por diseño7. La intención es que las personas que forman parte de una escuela adventista “crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18), experimentando una vida basada en la Biblia, centrada en Cristo, llena del Espíritu y dirigida al Reino.

Para hacer tangible la intencionalidad, cada institución educativa debe crear e implementar un plan maestro de desarrollo espiritual. Este enfoque organizado y centrado en el fomento de la vida espiritual es fundamental para la misión y la filosofía de la educación adventista.8 Con este fin, el primer elemento del área de Desarrollo Espiritual, Servicio y Testificación de las Normas de la Asociación de Acreditación de Escuelas, Colegios y Universidades Adventistas del Séptimo Día (AAA) destaca la expectativa de que “La institución posee un Plan Maestro de Desarrollo Espiritual que es intencional, coherente, detallado y actualizado, aprobado por la Junta directiva, que sirve como base del desarrollo espiritual efectivo del personal docente, administrativo y estudiantil.”9

Recientemente, los autores de este artículo tuvieron la oportunidad de liderar un grupo de trabajo calificado y comprometido en el desarrollo de una guía actualizada para la creación e implementación de un plan maestro de desarrollo espiritual en colegios adventistas, universidades y escuelas secundarias, con aplicación a las escuelas primarias. Esta guía, Fe por diseño, incorpora las contribuciones y los comentarios de capellanes, administradores y líderes educativos experimentados de todo el mundo. El documento, disponible en línea,10 está organizado en tres secciones: (1) Los fundamentos, para aquellos que ya tienen experiencia como capellán o director de vida espiritual o vicerrectores en una escuela, colegio o universidad adventista; (2) Los detalles, para aquellos que pueden ser nuevos en sus funciones o que quisieran profundizar en el proceso; y (3) Los materiales, una gran cantidad de plantillas, instrumentos y otros recursos para aquellos que buscan nutrir la fe.

Posibles obstáculos

Al repasar nuestra experiencia colectiva, nos dimos cuenta de que había peligros potenciales que podían obstaculizar el logro de una vida espiritual vibrante en un colegio, universidad o escuela secundaria adventista. Ciertas perspectivas o situaciones pueden limitar a menudo la eficacia de nuestros esfuerzos para desarrollar y fortalecer la fe.

Por ejemplo, los planes de vida espiritual que solo logran una eficacia limitada tienden a haber sido creados en el vacío, sin una amplia consulta con las partes interesadas (por ejemplo, ex alumnos, miembros y líderes de la iglesia, padres y la comunidad en general). Estos planes suelen centrarse casi exclusivamente en los estudiantes, sin tener en cuenta la formación espiritual del profesorado y del personal de apoyo que sirven de modelo y mentores a los estudiantes en su jornada de fe. Y cuando se centran en los estudiantes, las actividades e iniciativas espirituales tienden a dirigirse únicamente a los estudiantes residentes, sin tomar en cuenta el desarrollo espiritual de los estudiantes fuera del campus o en línea.

En estas instituciones, a menudo se extiende la creencia de que el cuidado de la vida espiritual de la institución es una tarea reservada a los capellanes o pastores. Los propios capellanes y pastores a menudo parecen creer que el programa de vida espiritual se define principalmente por los cursos de religión y los principales eventos religiosos, ya sean organizados por la institución o por la iglesia institucional, o que una mera colección de actividades espirituales, sin un propósito integrador, creará un ambiente espiritual y afirmará la fe.

Los planes maestros de desarrollo espiritual que suelen quedarse cortos no especifican quién es el responsable de una determinada iniciativa, cuándo se llevará a cabo o qué recursos se necesitarán.  Como consecuencia, la iniciativa rara vez pasa del concepto a la realidad. Y como no se elabora un presupuesto anual formal, la administración asigna poca o ninguna financiación para el programa de vida espiritual de la institución, mientras que sigue esperando que ésta sea eficaz a la hora de nutrir la fe y promover el desarrollo espiritual. Muchos planes maestros e iniciativas espirituales no se someten a evaluaciones formales rigurosas, y los administradores se basan en anécdotas para su examen y revisión. En algunos casos, ni siquiera se actualiza el plan anualmente, aplicándose básicamente el mismo programa espiritual año tras año.

Otra carencia se refiere a la cuestión de la iglesia institucional en un internado. A menudo, el pastor de la iglesia se elige mediante un proceso de nombramiento que excluye la participación institucional. Como resultado, el programa de la iglesia institucional tiende a centrarse principalmente en satisfacer las expectativas de los miembros de la comunidad circundante, mientras que desatiende las necesidades de la familia institucional, y especialmente de los estudiantes, como su misión principal.

Obstáculos como estos ponen en riesgo la vida espiritual de una institución.

Mejores prácticas

Nosotros, como equipo (los autores y los que participaron en el desarrollo de Fe con propósito), nos esforzamos por destilar las prácticas más eficaces que nutren la vida espiritual en las instituciones educativas adventistas. He aquí una breve lista de estas prácticas:

  1. El programa de vida espiritual de un colegio, universidad o escuela (principalmente secundaria) es considerada la razón misma de su existencia, y no un mero servicio a la institución o un beneficio añadido a la educación adventista.
  2. El programa de vida espiritual de la institución debe alinearse estrechamente con la filosofía, la misión y los valores de la institución y con la misión, las creencias y las prioridades de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
  3. El plan maestro de desarrollo espiritual debe ser un componente central del plan estratégico de la institución, ocupando un lugar prioritario e interactuando con los planes maestros académico, financiero, de recursos humanos y de instalaciones de la institución (véase la Figura 1).
  4. El rector/director es el líder espiritual de la institución. Esta función puede compartirse con el pastor de la iglesia, el capellán, el maestro de Biblia u otras personas involucradas en el programa de vida espiritual de la institución, pero no puede delegarse en ellos.
  5. La persona que supervisa la implementación del programa de vida espiritual de la institución reporta directamente al rector/director de la institución.
  6. Las distintas partes interesadas, como el profesorado, el personal de apoyo y, especialmente los estudiantes, deben participar en el desarrollo, la aplicación y la actualización del plan maestro espiritual.
  7. El programa de vida espiritual debe ser exhaustivo y abarcar las distintas categorías de estudiantes (incluyendo los estudiantes no residenciales y en línea), así como los administradores, el profesorado y demás personal.
  8. La iglesia de un internado, colegio o universidad sirve, en primer lugar, a los que componen la familia institucional, incluyendo estudiantes, administradores, profesorado y personal de apoyo.
  9. La administración debe proporcionar recursos adecuados para el programa de vida espiritual de la institución en consonancia con la prioridad del desarrollo espiritual y la fe en la vida de la institución.
  10. El programa de vida espiritual tiene que ser deliberado, planificado cuidadosamente y ejecutado de manera tal que cumpla con los resultados esperados.
  11. El programa de vida espiritual tiene que ser dinámico, siendo evaluado y actualizado periódicamente para reflejar las necesidades y aspiraciones espirituales de la familia institucional.

Estas prácticas, a su vez, pueden servir como principios guiadores en el desarrollo y la implementación del programa de vida espiritual, dirigiendo el proceso a través de sus fases clave.

Cuatro fases

En nuestras revisiones de los programas de vida espiritual que han tenido éxito, parece que hay cuatro fases cruciales que se producen. Estas fases, Preparar, Desarrollar, Implementar y Evaluar, responden a las preguntas: ¿Quiénes somos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo llegaremos allí? ¿Qué impacto tuvimos?

La primera fase, Preparar, incluye dos pasos: organizar y examinar. En el paso de Organización, se crea un comité permanente en vida espiritual, compuesto por personas que representan a grupos significativos dentro de la institución, incluyendo a los estudiantes. El comité está presidido por el rector/director como líder espiritual de la institución, y el capellán principal o maestro de Biblia que suele actuar como secretario. Las funciones principales de este comité son preparar el plan maestro de desarrollo espiritual y proporcionar orientación sobre su aplicación y evaluación.

El segundo paso es examinar. En este, el comité de vida espiritual encarga y recibe datos relevantes que proporcionan un perfil de diagnóstico de la vida espiritual de la institución. Esta evaluación pretende identificar el buen funcionamiento, donde se requiere un ajuste y que debe ser añadido o eliminado. Este diagnóstico implica que todos los grupos interesados deben ser consultados.

La segunda fase, Desarrollar, también implica dos pasos: el desarrollo de metas y la creación de planes de acción. En cuanto a las metas, los resultados previstos del programa de vida espiritual deben estar en consonancia con la misión y las prioridades estratégicas de la institución, teniendo en cuenta la demografía de los estudiantes y los empleados. Estos resultados podrían incluir lo siguiente:

  • Percepción personal de una relación más vibrante con Jesucristo y del desarrollo de la fe mediante su experiencia en la institución.
  • Compromiso con Cristo y con el plan divino para la vida y el aprendizaje, expresado mediante una comprensión creciente de las dimensiones e implicaciones de la cosmovisión bíblica.
  • Comprensión, aceptación y práctica crecientes de las enseñanzas de la Biblia, incluyendo la manera en que estas son transmitidas mediante la misión, las creencias y las prácticas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
  • Participación en prácticas personales y corporativas en el desarrollo de la fe, incluida la oración, el estudio de la Biblia y la adoración.
  • Manifestación del compromiso y participación en el servicio y la testificación, buscando marcar una diferencia positiva en el mundo para Dios.

Las metas también pueden incluir creencias, valores y principios específicos basados en la evaluación de necesidades.12 Puede ser útil desarrollar un marco conceptual. Por ejemplo, una institución utilizó el marco: Conocer a Cristo. Crecer en Cristo. Servir con Cristo. Mientras que otra institución encuadra su plan maestro de desarrollo espiritual dentro del marco: Pertenecer. Creer. Transformar.13

Al crear los planes de acción, delineamos cómo, cuándo y en qué lugares se prevé la producción de cambios espirituales en la vida de los alumnos y empleados. También especificamos quién es responsable de cada iniciativa y damos una estimación de los recursos necesarios. Por último, identificamos los indicadores de cómo se determinará el éxito de la iniciativa.

Juntos, las metas y los planes de acción, constituyen el corazón del plan maestro de desarrollo espiritual (véase la Figura 2 para una lista de verificación de los ingredientes clave).

La tercera fase, Implementar, incorpora dos elementos clave: la participación de toda la familia institucional y el proceso de evaluación formativa. Algunos planes maestros de desarrollo espiritual se centran casi exclusivamente en los estudiantes. Si bien es cierto que los estudiantes son un objetivo clave, es igualmente esencial implementar con éxito las iniciativas para el profesorado y el personal de apoyo. Cuando se promueve la experiencia espiritual de los empleados, éstos pueden influir más eficazmente en la fe de los alumnos.

La evaluación formativa es un componente esencial de aplicación y supone circuitos de retroalimentación y ajustes sobre la marcha. Los circuitos de retroalimentación proporcionan datos en una fase temprana del proceso en cuanto al funcionamiento correcto y los ajustes que deben ser hechos. Estos datos, obtenidos mediante breves encuestas o entrevistas a grupos reducidos, o basados en otros parámetros, como los índices de participación, pueden servir de fundamento para las decisiones que deban tomarse a mediados del curso. La conclusión es que no queremos esperar hasta el final de un ciclo escolar para descubrir que una iniciativa concreta está fallando cuando, con un ajuste sobre la marcha, podría haber tenido efectos óptimos.

La fase final, Evaluar, implica una evaluación sumativa y un informe anual. Una evaluación integral de fin de año del programa de vida espiritual incluye evaluaciones formales realizadas por los estudiantes, el profesorado y el personal. Éstas deben diseñarse con la suficiente especificidad para evaluar el progreso hacia los objetivos del plan maestro de desarrollo espiritual, así como la eficacia de las diversas iniciativas (véase la Figura 3 para las posibles estrategias de evaluación).

Sobre la base de la evaluación de fin de año, se prepara un informe anual que documenta la eficacia del programa de vida espiritual de la institución. Este informe se presenta, en primer lugar, al comité directivo de vida espiritual, luego a toda la administración y al consejo de administración/consejo escolar, y los aspectos más destacados de dicho informe se comparten con diversos grupos de la institución. Este informe sirve también como elemento clave en el diagnóstico que guía la actualización del plan maestro espiritual para el nuevo año escolar, completando así el ciclo (véase la Figura 4).

Reflexiones finales

Los colegios, universidades y escuelas adventistas tratan de alcanzar y mantener un alto nivel académico. Estos se hacen tangibles iniciando programas académicos de calidad, definiendo objetivos y resultados, diseñando un plan de estudios relevante y coherente, e implementando un sistema de evaluación bien alineado con los objetivos y resultados. Ha llegado el momento en que las escuelas adventistas sean también intencionales en el desarrollo de la fe de toda la comunidad educativa: estudiantes, administradores, profesores y personal de apoyo. De hecho, Jesús promete que cuando nosotros, como hijos de Dios, priorizamos intencionalmente el desarrollo de la fe, otros aspectos esenciales le seguirán (Mateo 6:33). Como educadores, podemos reclamar esta promesa y confiar en que esto resultará en el desarrollo armonioso de cada estudiante: dimensiones académica, física, socio-emocional y espiritual. Se alcanza esta meta cuando las escuelas adventistas preparan, desarrollan, implementan y evalúan un plan maestro de desarrollo espiritual adecuado: la fe por diseño.

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Volvamos, pues, a la escuela de la viñeta compartida al principio de este artículo. Imaginemos que vemos el entusiasmo de los alumnos cuando nos hablan de su participación en el desarrollo y la implementación del programa de vida espiritual de la institución. En lugar de preocupaciones, comparten testimonios afirmativos de cómo el programa espiritual responde a sus intereses y necesidades de manera significativa. Imagínese que escuchamos al rector o al director decir: “Yo presido la reunión mensual del comité de vida espiritual en la que se vigila de cerca el latido espiritual de la institución”. Y el capellán también dice: “El plan maestro de desarrollo espiritual impregna todos los aspectos de la vida del campus. Es la razón general, el motor de todas las actividades de nuestra institución”. Sobre todo, imagina escuchar la afirmación del profesorado, el personal de apoyo y los estudiantes. Este es el objetivo: “¡Nuestra fe aumenta!”.


Este artículo ha pasado por la revisión de pares.

Richard A. Sabuin

Richard A. Sabuin, PhD, es director de educación de la División Norasiática del Pacífico de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en la ciudad de Goyang, Gyeonggi-do, Corea del Sur.

John Wesley Taylor V

John Wesley Taylor V, PhD, EdD, ha sido director asociado de Educación de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día desde 2010. Obtuvo un Doctorado en Educación (PhD) de la Universidad de Andrews y un Doctorado en Educación (EdD) en Psicología Educativa en la Universidad de Virginia (Charlottsville, Virginia). Este artículo se basa en una presentación en una Conferencia sobre Identidad Adventista, del 13 al 15 de octubre de 2022, en la Universidad de Andrews. El correo electrónico del Dr. Taylor es [email protected].

Citación recomendada:

Richard A. Sabuin y John Wesley Taylor V, “Fe por diseño: Crear y aplicar un plan maestro de desarrollo espiritual”, Revista de Educación Adventista 84:2 (2022).

Figura 4. Fases del programa de vida espiritual de una escuela, colegio o universidad

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. 1. Estas viñetas proceden de un collage de interacciones en varios campus universitarios.
  2. En los párrafos principales del libro La Educación, Elena de White escribió:
  3. “La verdadera educación es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales. Prepara al estudiante para el gozo de servir en este mundo, y para un gozo superior, proporcionado por un servicio más amplio en el mundo venidero” ([Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1998], 13). Lucas 2:52 también describe el desarrollo multifacético: “Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente” (Nueva Versión Internacional (NVI). Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.)
  4. Elena G. de White, Manuscript 106, 1905.
  5. “La obra de la educación y la de la redención, son una” (La Educación, 30).
  6. Nueva Traducción Viviente (NTV). La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.
  7. A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera Actualizada (RVA-2015). Versión Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano.
  8. Deuteronomio 6:5 al 9 y Salmos 78:5 al 7 indican que la fe por diseño es un concepto divino que se nos ordena poner en práctica.
  9. El Reglamento de Trabajo de la Asociación General (2021), por ejemplo, destaca que el plan maestro de desarrollo espiritual es una expectativa clave para escuelas primarias y secundarias (GCWP A15-25) y para colegios y universidades (GCWP A15-30).
  10. Manual de acreditación (Silver Spring, MD: Asociación de Acreditación de Escuelas, Colegios y Universidades Adventistas, 2019), III-10, Criterio de revisión 2.1. Disponible en https://www.adventistaccreditingassociation.org/wp-content/uploads/AAA-Handbook-2019-Spanish-Complete.pdf
  11. Véase https://www.adventist.education/wp-content/uploads/Plan_Maestro_Desarrollo_Espiritual_Guia_2021.pdf
  12. Agradecimientos especiales por las contribuciones de Stefan Albu, capellán, Campus Adventista de Sagunto; Juvenal Balisasa, director de educación, División Africana Centro-Occidental; Gordon Bietz, director asociado de educación, División Norteamericana; Dilys Brooks, capellana universitaria, Universidad de Loma Linda; Rich Carlson, vicerrector de asuntos espirituales, Union College; Mario Ceballos, exdirector de los Ministerios de Capellanía Adventistas, Asociación General; Gamaliel Florez, exdirector de educación, División Interamericana; Prema Gaikwad, profesor de educación, Instituto Internacional Adventista de Estudios Avanzados; Edgar Luz, director de educación, División Norasiática del Pacífico; Daryl Murdoch, director nacional de las Escuelas Adventistas de Australia; Ivan Omaña, director asistente de los Ministerios de Capellanía Adventistas, División Norteamericana; y Niesha Steinke, capellana, AdventHealth University; y a todos los que han aportado sus valiosos comentarios.
  13. En esencia, los objetivos deben ser SMART: Simple, Medible, Alcanzable, orientado a Resultados y Temporalmente definido.
  14. Otro marco que se ha utilizado eficazmente en la educación adventista es: Discipulado abundante: Llegando a ser como Jesús; Piedad audaz: Desarrollando carácter e identidad cristiana; Conexión intencional: Edificando la comunidad de fe; Aprendizaje deliberado: Buscando la sabiduría mediante un lente de la cosmovisión bíblica; Alcance pródigo: Compartiendo a Jesús con otros. Se pueden encontrar más detalles en https://www.imags.com.au/published/Abide_Master_Plan/20/ (documento en inglés).