John Wesley Taylor V

¿El porqué de la educación adventista?

Perspectivas iniciales sobre el valor de la educación adventista

La iglesia adventista del séptimo día gestiona un sistema educativo global con 111,476 maestros y 2,064,741 estudiantes en 9,589 instituciones educativas, desde la primaria hasta la universidad.1 La extensión del sistema escolar adventista es en sí misma una declaración del valor actual que la denominación concede a la educación en el contexto de la fe. ¿Ha sido siempre así? Consideraremos las evidencias iniciales del valor percibido de la educación adventista dentro de un contexto histórico.

Los inicios

La denominación Adventista del Séptimo Día surgió del Movimiento Millerita, que se centraba en el esperado regreso de Cristo en 1844. En previsión, muchas familias retiraron a sus hijos de la escuela.2 Cuando el regreso de Cristo no se produjo como se había previsto, algunos creyentes sostuvieron que la venida de Cristo seguía siendo inminente y, en consecuencia, no creyeron que la educación fuera importante o necesaria.3 Además, aquellos hijos de familias adventistas que sí asistían a la escuela eran a menudo acosados por su fe. Como resultado, en los años posteriores a 1844, así como antes del Gran Chasco, algunos padres optaron por no enviar a sus hijos a la escuela.4

Este punto de vista anti-educativo persistió en algunos segmentos del adventismo. Casi dos décadas más tarde, por ejemplo, W. H. Ball escribió a la revista The Advent Review and Sabbath Herald5 y preguntó si era “correcto y consistente para nosotros, que creemos de todo corazón en la venida inmediata del Señor, tratar de dar a nuestros hijos una educación”.6 Todavía en 1872, G. I. Butler, presidente de la Asociación General, observó que había adventistas que se sentían “muy afligidos ante la perspectiva [de establecer una escuela denominacional], pensando que es una negación de nuestra fee n la pronta venida de Cristo, y que todo terminará en formalidad y muerte espiritual”.7

No pasaron muchos años después de 1844, sin embargo, antes de que al menos ciertos adventistas observadores del sábado empezaran a reconocer la necesidad de educación para sus hijos. Siguiendo una práctica común en la época, especialmente en las zonas rurales, una o más familias contrataban a un maestro para enseñar a sus hijos. Es digno de mencionar que la educación en estas primeras cooperativas adventistas de educación en casa corría a cargo de alguien que compartía sus creencias religiosas.8

Primeras escuelas adventistas sabatarias

Una de las primeras escuelas adventistas sabatarias9 comenzó a funcionar el 16 de diciembre de 1853 en Bucks Bridge, Nueva York, bajo la dirección de un granjero predicador, John Byington, que más tarde sería el primer presidente de la Asociación General de la Iglesia. La hija de John Byington, Martha (Foto 1), de 19 años, era la maestra y tenía 17 alumnos matriculados.10 Al año siguiente, Lucinda Payne se convirtió en la maestra, y en 1855 la batuta pasó al hermano de Martha, John Fletcher Byington. Para entonces la escuela se reunía en el edificio de la iglesia y no en una casa, y también se matriculaban algunos niños de familias no adventistas.11

Mientras tanto, en 1845, comenzó una escuela adventista en Jackson, Michigan,12 y otra en Northfield, Vermont, bajo la dirección de Josiah Hart, un pastor adventista, con Mary Baker como maestra de los cuatro hijos de Hart.13 Algunos de los primeros intentos de educación en el hogar pueden haber sido influenciados por un artículo de Joseph Bates en la revista Second Advent Review and Sabbath Herald en el que instaba a los padres a proporcionar instrucción religiosa a sus hijos,14 así como también por el artículo de Elena G. White sobre “El deber de los padres para con sus hijos” en el que abogaba: “Padres, si desean salvar a sus hijos, sepárenlos del mundo, manténganlos alejados de la compañía de niños malvados”.15

En octubre de 1855, James y Elena G. de White trasladaron la imprenta adventista a Battle Creek, Michigan. Su hijo, Edson, recordaría más tarde que se matriculó en “la primera escuela adventista en Battle Creek [que] dirigía la maestra M. M. Osgood . . . Funcionó aproximadamente por un año”. 16 En 1856, Robert Holland, con poco más de 20 años y después de haber sido maestro en una escuela pública, abrió una escuela privada en Battle Creek para los hijos de los adventistas que guardaban el sábado. Sin embargo, la escuela duró poco tiempo debido a la insatisfacción de los padres con la disciplina negligente de la escuela.17 Por esa misma época, Jaime White escribiría una serie de artículos en tres partes en la revista The Advent Review and Sabbath Herald, defendiendo que sería mejor que los niños fueran educados en casa por los padres o por un tutor que guardara el sábado a ser expuestos a la inmoralidad en las escuelas públicas.18

En 1858, con el apoyo de los líderes de la iglesia de Battle Creek, John Fletcher Byington (Foto 2), que había enseñado en la escuela de Bucks Bridge, planeó abrir una escuela en Battle Creek. Jaime White promovió la escuela en la revista The Advent Review and Sabbath Herald, con la siguiente declaración: “El hermano J. F. Byington proyecta abrir una escuela en Battle Creek el primer día de febrero de 1858, para beneficio de los hijos de quienes guardan el sábado que viven en la zona, y también de los que están en el extranjero”.19 Señaló que “varios hermanos de otras ciudades han expresado mucha ansiedad con respecto a enviar a sus hijos a una buena escuela en Battle Creek. Esto, y las necesidades de nuestros propios hijos, nos ha inducido a invitar al hermano Byington a abrir una escuela aquí”.20

Lamentablemente, la escuela no duró mucho. W. C. White señaló que “las grandes esperanzas del hermano White y de los oficiales de la iglesia de Battle Creek respecto a este esfuerzo de la escuela nunca se realizaron. La gente que criticó a Roberto Holland por su falta de disciplina, criticó a Fletcher Byington por su excesiva disciplina, y tras una breve y tormentosa experiencia, la empresa fue abandonada”.21 No obstante, la iniciativa de John Fletcher Byington puede denotar la primera escuela promovida por la iglesia entre los adventistas que guardan el sábado.

Sin embargo, Jaime White, estaba desanimado. En 1861, en respuesta a William Russell, que había escrito a la revista The Advent Review and Sabbath Herald con la esperanza de establecer una escuela en Battle Creek, Jaime White, como editor, contestó: “Hemos probado a fondo una escuela en Battle Creek, en circunstancias muy favorables, y hemos renunciado a la iniciativa porque no satisfizo las expectativas de los interesados. Por lo tanto, deseamos que nos excuse de desempeñar cualquier papel en relación con su iniciativa”.22

No ayudó el hecho de que en 1862 la ciudad de Battle Creek construyera una nueva escuela, conocida como “Número Tres”, en la sección oeste de la ciudad, donde vivían la mayoría de las familias adventistas. W. C. White recordó que se contrataron buenos maestros, que se esforzaron por dirigir la escuela en armonía con los principios cristianos. Como resultado, muchos adventistas que guardaban el sábado enviaron a sus hijos a esta escuela pública. Sin embargo, cuando los alumnos se graduaban de la Número Tres y pasaban a la escuela secundaria, “los padres se quedaban perplejos y ansiosos al observaban que las influencias mundanas e irreligiosas estaban moldeando el carácter de sus hijos”.23 Había que hacer algo.

Las bases de la primera escuela denominacional

En mayo de 1863, se organizó formalmente la denominación Adventista del Séptimo Día.24 Para 1866, se había establecido el Instituto de Salud, la labor editorial de la Review and Herald estaba en expansión y la iglesia de Battle Creek había crecido hasta contar con casi 400 miembros.

Por esa época, un maestro de Michigan de unos 30 años, Goodloe Harper Bell (Foto 3), acudió al Instituto de Reforma Sanitaria del Oeste en Battle Creek en mal estado de salud.25 Aunque en gran parte autodidacta, Bell también había estudiado en el Colegio Oberlin,26 aunque no se había graduado, debido a la muerte de su padre. Gracias al programa de salud, Bell se recuperó y se hizo Adventista del Séptimo Día. Mientras estuvo en Battle Creek, Bell empezó a enseñar gramática y escritura a varios jóvenes adventistas, entre ellos el hijo de Jaime White, Edson.27

Cuando los líderes de la iglesia de Battle Creek se enteraron del trabajo de Bell, lo contrataron en 1868 para enseñar en una escuela.28 Después de un año, sin embargo, la iglesia de Battle Creek abandonó su patrocinio debido a la carga financiera de la escuela. Bell, sin embargo, continuó con la escuela (Foto 4) durante un tiempo como esfuerzo personal.29

Mientras tanto, los jóvenes que trabajaban en la editorial y en el Instituto de Salud comenzaron a solicitar oportunidades educativas. Ellen G. White recomendó que “los empleados de la Review and Herald tuvieran la oportunidad de combinar los privilegios de la escuela con su trabajo”.30 En respuesta, se organizaron clases matutinas de caligrafía y clases nocturnas de gramática, junto con instrucción en doctrinas bíblicas y ciencias, con la contribución de Bell.

Con el tiempo, sin embargo, Bell sucumbió a la fuerte presión de las responsabilidades en la iglesia de Battle Creek y a las críticas, y abandonó Battle Creek en algún momento de 1871. El 10 de diciembre, Elena G. White escribió una severa reprimenda a la iglesia de Battle Creek por el trato que le habían dado a Bell, al tiempo que reconocía que él también había cometido errores.31

El comité escolar

Mientras tanto, Jaime y Elena White habían regresado a Battle Creek desde Greenville, Michigan, donde habían estado viviendo durante dos años, “y se dedicaron de lleno a la planificación y preparación de una escuela que se convertiría en la Escuela de Formación para Obreros Cristianos y, finalmente, en una escuela denominacional”.32

A principios de 1872, se llevaron a cabo varias reuniones entre los adventistas de Battle Creek sobre el tema de la educación. Jaime y Elena White convocaron estas reuniones y hablaron sobre la importancia de fundar una escuela denominacional. Como resultado, se estableció un comité para el “establecimiento inmediato de una escuela”, presidido por Urías Smith (Foto 5).33

El 16 de abril de 1872, el comité publicó en la revista The Advent Review and Sabbath Herald un artículo titulado “Una escuela en Battle Creek”.34 El artículo comenzaba con una serie de preguntas:

“¿Nos apoderaremos, como pueblo, del tema de la educación y formaremos una sociedad educativa? ¿Tendremos una escuela denominacional, cuyo objetivo será, de la manera más breve, completa y práctica, capacitar a los jóvenes, hombres y mujeres, para desempeñar algún papel, más o menos público, en la causa de Dios? ¿Habrá algún lugar donde los jóvenes puedan ir a aprender tales ramas de las ciencias que puedan poner en uso inmediato y práctico, y al mismo tiempo ser instruidos en los grandes temas de la verdad profética y otras verdades bíblicas?”

Aunque el desarrollo de una institución formal era el objetivo general, el comité opinó que “la necesidad más inmediata era poner en marcha la escuela de alguna forma. Para ello nos gustaría una respuesta inmediata de todos los que estarían encantados de asistir a una escuela así”. Se pidió a los futuros estudiantes que respondieran al primer estudio de mercado de la educación adventista:

  1. Qué estudios has cursado ya y qué aprovechamiento has tenido?
  2. Qué estudios de las ramas regulares de inglés desea cursar?
  3. Desea aprender francés, alemán, griego o latín, uno o todos?
  4. Es su objetivo especial prepararse para tomar parte en la obra de Dios?

En la edición del 7 de mayo de 1872 de la revista The Advent Review and Herald of the Sabbath, George I. Butler, presidente de la Asociación general, escribió: “La escuela debe comenzar lo antes posible. Dos hermanos vienen de Europa, para ser educados en el idioma inglés, y familiarizarse más plenamente con nuestra fe”. Explicó que la escuela “no está diseñada para ser un asunto local, destinado a los hijos de quienes guardan el sábado aquí en Battle Creek. . . . Este movimiento está diseñado para el beneficio general de la causa”.35

Enfatizó el propósito de la escuela: “Hay muchos lugares en el país donde cualquiera de esta clase podría ir para obtener una educación en otros idiomas, gramática, retórica, lógica, historia, filosofía y las ciencias en general; pero les faltaría la otra ventaja que necesitarían, es decir, la sociedad y la influencia de aquellos de una fe similar, y enseñanza e instrucción sobre los diferentes puntos de la verdad bíblica tal como ellos los sostienen”.

Una actualización del 14 de mayo informó que el comité escolar había solicitado formalmente a la Junta de la Asociación General que asumiera la gestión del proyecto.36 La Asociación General accedió, y la escuela propuesta se convirtió en la primera iniciativa educativa de la denominación. La actualización incluía el anuncio de que el primer periodo escolar comenzaría el 3 de junio y duraría 12 semanas. “Se proporciona un lugar y se contrata a un profesor”.37 La actualización concluía señalando que el objetivo principal es “ayudar a quienes contemplan la posibilidad de convertirse en trabajadores públicos en la causa de la verdad”.38

En un artículo posterior, Butler declaró: “Queremos que nuestro pueblo controle una escuela en la que los alumnos puedan recibir influencias de carácter moral que tiendan a preservarlos de esas influencias tan comunes y perjudiciales en la mayoría de las escuelas de la actualidad; y en esta escuela queremos un departamento en el que aquellos que quieran trabajar en el ministerio o en otros puestos públicos de utilidad puedan recibir la instrucción que los capacite para los deberes de esos puestos. . . . Queremos que nuestros niños tengan una oportunidad de cultura mental sin pérdida moral”. Afirmó que la Junta de la Asociación General supervisaría la escuela.39

En la edición del 11 de junio de la revista The Advent Review and Herald of the Sabbath, Urías Smith anunció que la escuela había comenzado el 3 de junio, tal como estaba previsto, con 12 alumnos y Goodloe Harper Bell como maestro.40

Los artículos sobre la “Educación Apropiada”

Elena G. White (Foto 6) apoyó el proyecto de la escuela a través de sus artículos. A partir del número de septiembre de 1872 de la revista The Health Reformer y durante el año siguiente, prepararía un artículo sobre el tema de la educación para casi todas las ediciones mensuales, muchos de estos artículos llevaban el título de “Educación Apropiada”. Estas publicaciones se basaban en el manuscrito “Educación apropiada”, su primer ensayo extenso sobre el tema de la educación, escrito en enero de 1872.41

Comenzó la serie afirmando: “Tratar con mentes jóvenes es el trabajo más agradable que jamás hayan asumido hombres y mujeres. En la educación de la juventud se debe poner el mayor cuidado en variar la manera de instruirla para que despierte las facultades elevadas y nobles de la mente”.42 Aunque la parte final de ese primer artículo trataría sobre la salud y el desarrollo físico, como cabría esperar en una revista de salud, su énfasis principal estaba en “como dirigir el intelecto en desarrollo”. Explicaba:

“Este [desarrollo] abarca más que el mero conocimiento de libros. Abarca todo lo que es bueno, virtuoso, recto y santo. Comprende la práctica de la templanza, la piedad, la bondad fraternal y el amor a Dios y a los demás. Para alcanzar este objetivo, debe presentarse atención a la educación física, mental, moral y religiosa de los estudiantes”.

El objetivo era formar personas que pudieran pensar y actuar por sí mismas, que tuvieran “opinión propia” y “confianza en sí mismas”. Elena G. White señaló que “aquellos que se proponen educar a sus alumnos de tal manera que puedan ver y sentir que el poder reside en ellos mismos para hacer hombres y mujeres de principios firmes, calificados para cualquier posición en la vida, son los maestros más útiles y permanentemente exitosos”.

Los siguientes artículos de la serie destacarían la importancia del trabajo manual en la escuela, el papel de la investigación y la reflexión, la necesidad de los recursos escolares, las ventajas de un comienzo retrasado para los niños pequeños, la enseñanza a través del ejemplo, la educación para la vida práctica y la influencia perniciosa de compañeros de clase impíos, entre otros temas. Concluiría el ensayo completo afirmando: “Necesitamos una escuela”.43

Transición hacia la formación universitaria

Jaime White (Foto 7) no solo imaginó la escuela selecta de Bell, sino también una institución de educación superior. En un discurso pronunciado el 11 de marzo de 1873 ante la reunión de la Asociación General, declaró: “Queremos una escuela denominacional . . . en donde los idiomas hablados y escritos de la actualidad sean aprendidos por hombres y mujeres jóvenes con el fin de prepararlos para ser impresores, editores y maestros; y si no podemos hacer más, donde nuestros jóvenes que están a punto de entrar al ministerio, y las mujeres también, que van a ser obreras en esta gran labor, puedan ser instruidos a fondo en las ramas comunes, donde sus mentes puedan ser disciplinadas para estudiar. . . . No conozco ninguna rama que necesite tanto nuestra atención en la actualidad como una escuela denominacional”.44

La sesión de la Asociación General procedió a adoptar tres resoluciones sobre el tema de la educación. La primera fue “tomar medidas inmediatas para la formación de una Sociedad Educativa, y el establecimiento de una escuela denominacional”.45 La resolución final delineaba la función de la escuela como un lugar “donde aquellos que se entregan a la obra del Señor puedan disciplinar sus mentes para estudiar, y al menos capacitarse para leer, hablar y escribir correctamente el idioma inglés; donde nuestra gente pueda enviar a sus hijos e hijas con relativa seguridad; y donde hombres y mujeres puedan estudiar aquellos idiomas especialmente hablados actualmente por la gente de aquellas naciones de las cuales esperamos recoger una cosecha de almas para el Señor”.46

El siguiente mes (abril de 1873), John Nevins Andrews (Foto 8) escribió un editorial en la revista The Advent Review and Herald of the Sabbath: “Es muy evidente que se necesita grandemente un lugar así para la instrucción. No basta que aquellos que se ofrecen para ser obreros en la obra del ministerio sean hombres de piedad. Esto es ciertamente indispensable, pero también es necesario que quienes enseñan a otros tengan conocimientos que impartir”. Sostuvo además que “las llamadas que llegan de todos los sitios, de hombres que hablan otros idiomas, deben ser atendidas por nosotros. No podemos hacerlo en nuestras circunstancias actuales. Pero podemos hacerlo si el Señor bendice nuestro esfuerzo en el establecimiento de la escuela que proponemos”.47

George Butler (Foto 9) presidente de la Asociación General, estuvo de acuerdo: “La siguiente gran necesidad entre nosotros es la escuela. . . . No podemos llevar a cabo esa obra a menos que tengamos edificios apropiados para enseñar, dar clases e instruir a los que tienen algo que hacer en la causa, así como a nuestros hijos, a quienes deseamos mantener alejados de las influencias que prevalecen mayormente en las escuelas seculares de la época actual. . . . Ninguna otra gran tarea es tan urgente como esta”.48

En julio, Jaime White destacaría la cuestión del financiamiento: “Deberíamos haber tenido una escuela denominacional de cierta magnitud para la educación de hombres y mujeres jóvenes, preparatorios para dedicarse a los diversos departamentos de la gran obra. . . . Deberían recaudarse inmediatamente $50,000 dólares para nuestra primera escuela”.49

Para el otoño de ese año, se habían prometido fondos que superaban el objetivo, y ya se contaba con $10,000 dólares. Para el 31 de diciembre de 1873, se había comprado un terreno de 12 acres para construir la nueva escuela.50 Sin embargo, esto conllevó la necesidad de organizar formalmente una asociación educativa que se hiciera cargo de los bienes.

La creación de la sociedad educativa

Para organizar la sociedad legal necesaria para establecer la escuela, se convocó a una reunión en Battle Creek el 11 de marzo de 1874. El grupo reunido eligió a George Butler como presidente de la Asociación General y a Urías Smith como secretario. De acuerdo con las disposiciones de las leyes de Michigan, se eligió una junta de fideicomisarios compuesta por siete miembros.51 Estos firmaron entonces los Estatutos de la Asociación (Foto 10), que otorgaban a la Sociedad Educativa Adventista el derecho a “poseer bienes raíces, construir edificios adecuados y establecer y administrar un colegio para la instrucción de jóvenes de ambos sexos en ciencias, idiomas y las Sagradas Escrituras”.

Los estatutos describían el plan para la institución, que incluía “un departamento primario, un departamento para la instrucción en las ramas comunes del inglés, también para la enseñanza de otros idiomas, para dar instrucción en las verdades de la Biblia, y para los demás estudios que los fideicomisarios consideren necesarios en educar adecuadamente a los asistentes”.

La Sociedad Educativa Adventista del Séptimo Día, con sede en Battle Creek, se construyó legalmente el 16 de marzo de 1874.

El primer colegio denominacional

El establecimiento de la primera universidad adventista fue un proceso gradual. En junio de 1872, la denominación había patrocinado su primera escuela, adoptando la escuela selecta de Bell y acordando asumir la supervisión administrativa. Ese mes, Urías Smith escribiría en The Advent Review and Herald of the Sabbath, “Esto le puede parecer a algunos un pequeño comienzo. Pero un comienzo, por pequeño que sea, es algo. . . . Amigos de la causa, ahora tienen otra institución para recordar en sus oraciones. No olviden la escuela”.52

El 25 de julio, Ademar Vuilleumier, ciudadano suizo, se matriculó como primer alumno extranjero. Cuando comenzó el curso de otoño, el 12 de septiembre, el número de alumnos se había duplicado con creces hasta 40 alumnos, a los que se unieron otros 15 becarios, principalmente trabajadores de la casa publicadora Review que asistían a una clase nocturnas de gramática.53 La escuela se trasladó entonces al edificio de la iglesia y continuó allí durante aproximadamente un año.

Dos meses después de la apertura de la escuela, Jaime White escribió en The Advent Review and Sabbath Herald: “Hace tiempo que sentimos la necesidad de una escuela denominacional, para beneficio especial de aquellos que creen que es su deber dedicar sus vidas a la causa de Dios como maestros de su palabra. Uno de los principales objetivos de tal escuela sería un curso completo de instrucción en los principios fundamentales de la fe y la esperanza de los adventistas del séptimo día”.54

Para el trimestre de invierno, que comenzó a mediados de diciembre de 1872, se contrataron dos maestros más. En el otoño de 1873, Sidney Brownsberger (Foto 11), de unos 20 años y recién convertido al adventismo, fue asignado a la dirección de la escuela. Brownsberger se había graduado del departamento clásico de la Universidad de Michigan, tenía 10 años de experiencia en la enseñanza y había estado sirviendo como superintendente de escuelas en Maumee, Ohio.55

M. E. Olsen describió la apertura del curso de invierno el 15 de diciembre de 1873: “La escuela, con una matrícula de 110 alumnos, se trasladó al nuevo tercer edificio de la Review and Herald, que acababa de ser construido. Calentado a vapor y provisto de pupitres, era una decidida mejora con respecto a la iglesia, que se calentaba muy insuficientemente con dos estufas. Con la apertura del tercer trimestre, G. H. Bell reanudó su relación con la escuela como jefe del Departamento de Inglés”.56

Con la compra del terreno y la creación de la Sociedad Educativa, en 1874 se construyó un edificio universitario de tres plantas con capacidad para 400 estudiantes.57 En esa época, Jaime White fue elegido primer presidente de la institución, cargo que ocuparía hasta 1880. 58 Brownsberger era el director y responsable del funcionamiento diario de la institución para primaria y secundaria.59

El curso de otoño comenzó el 24 de agosto con siete maestros de tiempo completo. Los programas incluían un curso clásico de cinco años (el programa universitario), un curso de inglés de tres años (que se convertiría en el programa de formación de maestros) y un curso especial de dos años para preparar obreros evangélicos.60

En diciembre, la construcción estaba casi terminada, y la escuela trasladó sus operaciones a las nuevas instalaciones, “con salas para el departamento de ciencias en el sótano, salas de estudio y lectura en el primer y segundo piso, y una gran capilla y salón de actos en el tercer piso” (Foto 12).61 La inauguración del edificio tuvo lugar el 4 de enero de 1875, a las 10:00 a.m., con temperaturas exteriores de 10 grados bajo cero. Jaime White pronunció el discurso inaugural.62

La institución, sin embargo, no tenía nombre.63 Al principio, se había propuesto que la institución se llamara “Colegio Jaime White”, ya que White había desempeñado un papel decisivo en el establecimiento de la universidad, pero él no estuvo de acuerdo.64 Finalmente, el número de la revista The Advent Review and Herald of the Sabbath del 11 de febrero de 1875 anunció que la nueva escuela se designaba oficialmente como Colegio de Battle Creek.65

El Colegio de Battle Creek, primera institución universitaria de la denominación, evolucionaría hasta convertirse en el Colegio Misionero Emanuel en 1901 con el traslado a Berrien Spring, Michigan, y luego en la Universidad de Andrews en 1960. Lleva el nombre de J. N. Andrews, el primer misionero adventista oficial, que había sido enviado a Europa en 1874 y que, en la sesión de la Asociación General de 1873, había presentado la cuestión para establecer la institución.

Análisis del valor percibido

La educación fue la última de las cuatro piedras angulares de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en desarrollarse, precedida por el ministerio de publicaciones (1849), la organización centralizada de la denominación (1863) y el ministerio de salud (1866). Como contraste, la primera escuela de la denominación se estableció en 1872, y el primer centro educativo se inauguró en 1875, mientras que la educación primaria adventista no se propagó hasta alrededor de 1900.

Aunque hubo focos de resistencia al concepto de educación, los primeros líderes adventistas articularon con bastante frecuencia el valor de la educación adventista, ya fuera en relación con las primeras iniciativas escolares, dispersas y de corta vida, o con la fundación del primer colegio en Battle Creek.

En la literatura denominacional examinada desde la década de 1850 hasta mediados de la década de 1870, el valor de la educación adventista se mencionó al menos 50 veces, sobre todo en artículos y anuncios que aparecían en la Review. Entre los portavoces se encontraban Jaime White, George I. Butler y Elena G. White, además de los miembros del Comité Escolar y de la Sociedad Educativa en general. Otros, como J. N. Andrews y Urías Smith, también contribuyeron.

Algunas de las primeras expresiones relativas al valor percibido incluían: (1) ser enseñado por alguien de la misma fe, (2) estar separado de la inmoralidad en las escuelas públicas, y (3) recibir instrucción tanto en asuntos de religión como en “las ramas comunes”. Otros matizarían estos valores como la salvaguarda de los intereses espirituales y morales de los niños, la provisión de un refugio seguro frente a influencias corruptoras, la asociación con estudiantes de la misma fe y el conocimiento más completo de los principios de la fe adventista.

Aunque Elena G. White coincidía con estos valores percibidos, destacó especialmente el valor de la educación adventista en términos de formación del carácter, el desarrollo de personas que pudieran pensar y actuar por sí mismas, y el propósito redentor de la educación adventista, temas que no fueron desarrollados significativamente por otros defensores. Incluso en referencia al colegio, ella escribiría: “

Cuando el ángel de Dios me mostró que se debía establecer una institución para la educación de nuestros jóvenes, vi que sería uno de los medios más grandes ordenados por Dios para la salvación de las almas”.66

A partir de 1872 y después de los artículos de Elena G. White, el énfasis en el valor de la educación adventista cambió. Aunque seguía habiendo referencias ocasionales a los aspectos anteriores, la atención se centró sobre todo en el valor de la preparación de obreros evangélicos. Esto incluía ser instruido a fondo en las ramas comunes, incluidas las ciencias; obtener un dominio del idioma inglés y de idiomas extranjeros, estos últimos con el propósito de la misión; y recibir una base sólida en “las verdades de la Biblia”, con el propósito del ministerio.

Quizá sea significativo que el desarrollo del primer colegio adventista fuera paralelo a este énfasis en la formación de obreros. No sería hasta la década de 1890 que habría un renovado enfoque en la educación de los niños de la iglesia, en el que las primeras expresiones de valor, y en particular las delineadas por Elena G. White, volverían a recibir atención. En esta época, la educación adventista entraría en un periodo de crecimiento exponencial y sostenido.

Conclusión

Aunque sobresalientes en diferentes momentos, hay factores centrales en la justificación de la educación adventista que se articularon claramente en la historia adventista temprana y que se unen en una identificación continua para la educación Adventista del Séptimo Día.

En correspondencia con estas primeras perspectivas sobre el valor de la educación adventista, las Escrituras también identifican una misión multifacética para la educación adventista. Jeremías 13:20, por ejemplo, plantea la pregunta: “¿Dónde está tu rebaño—tu hermoso rebaño—que él te encargó cuidar?” (NTV).67 Esto apunta al valor de proporcionar un lugar donde los niños y los jóvenes puedan recibir una educación en el contexto de la fe, interactuando con maestros y compañeros de estudios en un entorno que conserve un claro enfoque adventista.

Mateo 28:19 presenta una segunda dimensión: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones . . . enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (RVR1995). Esto proclama la verdad de la Palabra de Dios que informa cada área temática. Destaca la función evangelizadora y discipuladora de la educación adventista, en la que procuramos que los alumnos comprendan el plan divino, desarrollando una cosmovisión bíblica para la vida y el aprendizaje.

Una tercera faceta en la educación adventista prepara a los discipuladores: Aquellos que irán a alcanzar a los no alcanzados, habiendo sido eficazmente equipados para llevar adelante la misión del evangelio. Esto responde al llamado de Cristo: “A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos” (Mateo 9:37, RVR1995). No obstante, la preparación de obreros evangélicos, no se limita a la educación superior ni únicamente a la formación de empleados denominacionales. Debe comenzarse temprano inculcando la perspectiva de que todos deben ser obreros junto con Dios, y brindando oportunidades significativas para el testimonio y el servicio.

Sin embargo, el propósito redentor de la educación adventista abarca estas tres funciones clave: Que los alumnos experimenten la gracia salvadora de Dios y elijan unirse a la familia de Dios, ahora y por toda la eternidad (Salmo 25:5; 2 Timoteo 3:15). Esto es primordial. Elena G. White, por ejemplo, recordó a los educadores que “lo más importante” debería ser la salvación de sus alumnos.68 Y afirmó aún más ampliamente que “la obra de la educación y la de la redención son una”.69

Aunque este fundamento multifacético de la educación adventista (Figura 1) presenta ciertamente el desafío de forjar estos objetivos en un enfoque cohesivo de la vida real, también ofrece a la educación adventista la oportunidad de crear un sistema educativo distintivo centrado en Cristo, basado en la Biblia, enfocado en la misión y dirigido al reino, transformando vidas ahora y para la eternidad. Este es el papel crucial de la educación basada en la fe como elemento perdurable de la identidad Adventista del Séptimo Día.


Este artículo ha pasado por la revisión de pares.

John Wesley Taylor V

John Wesley Taylor V, PhD, EdD, ha sido director asociado de Educación de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día desde 2010. Obtuvo un Doctorado en Educación (PhD) de la Universidad de Andrews y un Doctorado en Educación (EdD) en Psicología Educativa en la Universidad de Virginia (Charlottsville, Virginia). Este artículo se basa en una presentación en una Conferencia sobre Identidad Adventista, del 13 al 15 de octubre de 2022, en la Universidad de Andrews. El correo electrónico del Dr. Taylor es [email protected].

Citación recomendada:

John Wesley Taylor V, “¿Para qué sirve la educación adventista? Perspectivas iniciales sobre el valor de la educación adventista,” Revista de Educación Adventista 85:1 (2023).

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. 31 de diciembre de 2021. Departamento de Educación de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, disponible (en inglés) en https://www.adventist.education/education-statistics/.
  2. Mary P. Cummings a Flora H. Williams, 9 de diciembre de 1927: “Los hijos de los que abrazaron el mensaje en ese momento, fueron todos removidos de la escuela, porque el Señor iba a venir pronto” (Flora H. Williams Papers, RG 9, Box 58, General Conference Archives). Véase también Arthur Whitefield Spalding, Captains of the Host: First Volume of a History of Seventh-day Adventists Covering the Years 1845-1900 (Washington, D.C.: Review and Herald, 1949), pages 421 and 439-441.
  3. En la portada del primer número de The Youth’s Instructor, por ejemplo, Jaime White escribiría: “Es un hecho que muchos que profesan esperar a Cristo y el juicio, han descuidado grandemente su deber para con sus hijos. Algunos han pensado que, porque Cristo venía pronto, no necesitaban dedicar mucho trabajo a sus hijos. Este es un grave error, suficiente para hacer descender el ceño del Cielo” (“An Address” [August 1852], 1).
  4. M. Ellsworth Olsen, A History of the Origin and Progress of Seventh-day Adventists, (Washington, D.C.: Review and Herald 1932). 331. Mary P. Cummings a Flora H. Williams, 1927, registraron que “a la familia de R. F. Cottrell de cuatro hijos, su hermano Harvey Cottrell con cuatro hijos, la familia del hermano Solomon con cuatro o cinco [hijos], uno o dos más y yo fuimos] nos sacaron de las escuelas y no volvimos a ir a la escuela hasta cinco años después, al menos la mayoría no fue, algunos nunca regresaron”.
  5. Desde 1849, ha habido varios nombres para la publicación insignia de la iglesia: The Present Truth, The Advent Review, the Second Advent Review and Sabbath Herald, The Advent Review and Sabbath Herald, the Review and Herald, The Advent Review and Sabbath Herald, y a partir de 1987, Adventist Review (véase https://adventistreview.org/feature/our-roots-and-mission/). En lo sucesivo, se hará referencia a la publicación como la Review en el cuerpo del artículo; en las notas finales, se ha insertado el título en la fecha de la publicación.
  6. “Questions and Answers,” The Advent Review and Sabbath Herald 21:4 (December 23, 1862): 29. Ball preguntó: “Si es así, ¿deberíamos enviarlos a una escuela de distrito o del pueblo, donde aprenden el doble de lo malo que de lo bueno?” Jaime White respondió que “el hecho de que Cristo venga muy pronto no es razón para que no se mejore la mente. Una mente bien disciplinada e informada puede recibir y aprender mejor las sublimes verdades de la Segunda venida”. Aunque Jaime White reconoció las influencias nocivas en las escuelas públicas, declaró: “Sacar a los niños de la escuela, donde recibiría algún tipo de disciplina, y dejarlos correr por las calles, como algunos han hecho, para obtener una educación callejera corrupta, es una locura”. Añadió, sin embargo: “Ninguna regla general puede aplicarse a todos los niños. Debemos tomar en cuenta una variedad de circunstancias; a saber, el carácter de las escuelas, que abarca tanto a los maestros como a los alumnos, las disposiciones de nuestros niños, las instrucciones y el gobierno que reciben en casa, etc. Las madres, si son lo que deben ser, son las mejores maestras de los niños pequeños”. White se refirió entonces a su propia experiencia: “No hemos enviado a nuestros hijos a la escuela pública hasta que el mayor cumplió quince años. Considerando todas las circunstancias, creemos plenamente que hemos actuado sabiamente al mantenerlos alejados de las escuelas que carecían disciplina, y luego al enviarlos cuando se estableció en nuestra parte de la ciudad una escuela del más alto orden de disciplina que se puede encontrar entre las escuelas comunes”.
  7. “Our School at Battle Creek,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 39:25 (June 4, 1872): 197.
  8. Washington Morse, uno de los primeros ministros Adventistas, recordaba: “Durante los años 1853-54, prevaleció entre los adventistas el sentimiento de que sus hijos debían ser educados más directamente bajo la supervisión de los de la misma fe que en las escuelas públicas. De acuerdo con esta idea, hubo muchos casos de escuelas en casa entre nuestro pueblo, donde se reunían los hijos de una o más familias, y se procuraba un maestro firme en la fe y competente para instruir en asuntos de religión, así como en las ramas comunes de la educación escolar” (“Items of Advent Experience During the Past Fifty Years – No. 6,” The Advent Review and Sabbath Herald 65:44 [November 6, 1888]: 689).
  9. Aunque con una función y un formato algo diferentes, seríamos negligentes si no diéramos crédito a la primera y más grande escuela adventista, dotada de maestros, alumnos y un plan de estudios formal: la escuela sabática. Ya en 1852, se hizo incapié en establecer escuelas sabáticas para los hijos de los adventistas, siento Jaime White uno de los primeros defensores. En el número del 8 de julio de 1852 de la revista The Advent Review and Sabbath Herald, Jaime White señaló que “estas escuelas [sabáticas] pueden llevarse a cabo donde hay solo dos o tres niños o donde haya más” (3:5:37). El mes siguiente, publicó el primer número del Youth’s Instructor e incluyó “Lecciones de Escuela Sabática”. El número del 28 de octubre de 1852 de The Advent Review and Sabbath Herald, Jaime White animó: “Recomendamos a todos los que no han establecido escuelas sabáticas, que lo hagan de inmediato” (3:13:104). Las escuelas sabáticas se afianzaron. El número del 6 de enero de 1953 de The Advent Review and Sabbath Herald, por ejemplo, publicó una carta de John P. Kellogg (con fecha del 28 de diciembre de 1852) que decía: “Tenemos aquí una escuela sabática de quince alumnos. Están muy interesados en el Youth’s Instructor” (3:17: 136).
  10. El registro escolar incluía los siguientes nombres: “Cynthia, Seymour, Sydney, Eddie (hijos de Aaron Hilliard); Clark, Cyrus, Parmelia (hijos de Henry Hilliard); John, Orange, Ellen, Lucy (hijos de Penoyer); hijo de Sam Crosby; y los niños Peck” (G. Amadon, “The First President of the General Conference: John Byington, Farmer-Preacher,” The Advent Review and Sabbath Herald 121:25 [June 22, 1944]: 6, 7).
  11. John Byington Buck a Flora Williams, 28 de septiembre y 3 de octubre de 1927, Flora H. Williams Papers. La escuela de Bucks Bridge y otras escuelas adventistas se describen con más detalle en W. C. White, “Pioneer Pilots in Christian Education”; y Edson White, “The Early Schools Among Seventh-day Adventists in Battle Creek,” in Founders’ Golden Anniversary Bulletin, 1874-1924, pages 26-29 and 46 respectively, General Conference Archives, LF 5706; Keld J. Reynolds, “Centennial Day in Adventist Education,” The Advent Review and Sabbath Herald 130:49 (December 3, 1953): 24; and Ethel L. Young, “Our Elementary Schools of Yesterday, Today, and Tomorrow,” ibid. 149:14 (April 6, 1972): 7-11.
  12. Myrta Kellogg Lewis a Flora Williams, citado en Flora H. Williams, Forerunners of Our Educational System: Sketches Relating to Our First Schools, RG 9, Box 58, General Conference Archives, n.d. Alonzo Kellogg y su hermano Lucius estaban entre la lista de estudiantes.
  13. Además, a principios de la década de 1850, Marion Concordia Stowell enseñó en la casas de un predicador sabatario, George W. Holt, en Oswego, New York.
  14. Joseph Bates, “Duty to Our Children,” Second Advent Review and Sabbath Herald, 1:5 (January 1851): 39, 40.
  15. Elena G. White, “Duty of Parents to Their Children,” The Advent Review and Sabbath Herald 6: 6 (September 19, 1854): 46. El artículo de Jaime White en The Youth’s Instructor 1:1 (August 1852), señalado anteriormente, también puede haber influido.
  16. Edson White, “The Early Schools Among Seventh-day Adventists,” 46. En Wilbur Arthur Burton, “A History of the Mission of Seventh-day Adventist Education, 1844-1900,” PhD Dissertation, Kansas State University, 1987 se encuentra un cuidadoso análisis de las primeras escuelas de Battle Creek entre los adventistas y de las fechas y el orden de los maestros, a veces contradictorios:
  17. W. C. White, “Memories and Records” (DF 256), 1, disponible (en inglés) en https://ellenwhite.org/media/document/7478.
  18. Jaime White, “Sabbath-Keepers’ Children,” The Advent Review and Sabbath Herald 10:16 (August 20, 1857): 125, 126; 10:17 (August 27, 1857): 133, 134; 10:18 (September 3, 1857): 141. Afirmó, por ejemplo, “En muchos lugares, los observadores del sábado pueden emplear a maestros piadosos y devotos, quienes, con los esfuerzos unidos de los padres en el hogar, pueden hacer mucho para guiar a sus hijos por el camino de la virtud y la santidad. . . . Abogaríamos por los niños, para que, al menos, se les enseñe a leer y escribir el idioma inglés, y otras ramas comunes en la medida de lo posible, siempre que pueda hacerse sin exponerlos a las influencias corruptoras de nuestras escuelas [públicas]. . . . ¿Saldremos de Babilonia y dejaremos atrás a nuestros hijos?” No obstante, reconoció que era preferible que los niños asistieran a una escuela pública si no había otra alternativa. “Sacarlos de las escuelas comunes y dejarlos andar sueltos con los niños por las calles es un mal aún mayor” (véase ibid., August 20, 1857, page 125).
  19. Jaime White, “School at Battle Creek,” ibid. 11:10 (January 14, 1858): 80.
  20. Jaime White destacó que “el éxito en la enseñanza de John Byington ha sido bueno. La enseñanza es el negocio de su elección, y esperamos que enseñe una excelente Escuela”. El anuncio concluía diciendo que “los jóvenes y niños enviados aquí a la escuela tendrán que cumplir con las reglas del Maestro, y los deseos del Comité, fuera de la Escuela, así como en la Escuela, que les encontrará lugares de alojamiento con los hermanos en condiciones razonables. Aquellos que deseen enviar alumnos, por favor, escriban inmediatamente a Jaime White”.
  21. W. C. White, “Memories and Records,” 2. La escuela dejó de funcionar en 1859.
  22. The Advent Review and Sabbath Herald 18:1 (September 24, 1861): 184.
  23. W. C. White, “Memories and Records,” 3.
  24. En esta reunión de delegados, celebrada del 20 al 23 de mayo, se organizó la Asociación General y se adaptó una constitución. Sin embargo, en una reunión anterior, llevada a cabo del 4 al 6 de octubre de 1861, las iglesias de Michigan se habían unido para formar la primera asociación estatal. Aún antes, el nombre “Adventista del Séptimo Día” había sido seleccionado en una conferencia especial convocada en Battle Creek del 28 de septiembre al 1 de octubre de 1860.
  25. Bell también había enviudado recientemente, ya que su esposa, Catherine, había fallecido el 2 de febrero de 1866, dejándolo con varias hijas pequeñas.
  26. El Colegio de Oberlin en Ohio presentaba un plan de estudios innovador que prescindía de los clásicos y destacaba la salud, la formación religiosa, combinaba el trabajo con el estudio y preparaba a los estudiantes para la misión y el servicio (Olsen, A History of the Origin and Progress of Seventh-day Adventists, 193, 332; Floyd Greenleaf, In Passion for the World: A History of Seventh-day Adventist Education [Nampa, Idaho: Pacific Press, 2005], 23).
  27. Los artículos de E. M. Cadwallader y de Olsen recogen una descripción del encuentro inicial entre Bell y Edson White. E. M. Cadwallader, A History of Seventh-day Adventist Education (Payson, Ariz.: Leaves of Autumn Books, 1958, reprint 1975), p. 22; Olsen, A History of the Origin and Progress of Seventh-day Adventists, p. 333.
  28. Entre los alumnos se encontraban Edson y Willie White, John Harvey y William Keith Kellogg, Homer Aldrick, E. R. Jones, E. C. Loughborough, y J. Byron Sperry (Mary Alicia Steward, “The Beginnings of Our School Work,” The Advent Review and Sabbath Herald 101:38 [September 18, 1924]: 30). El número de la revista The Advent Review and Sabbath Herald del 18 de agosto de 1868, Jaime White informaría: “El Hno. G. H. Bell comenzará el segundo trimestre de su escuela selecta en Battle Creek, el 9 de septiembre. Hasta ahora esta escuela ha sido un éxito” (32:9, 144). Una “escuela selecta” significaba que la paga del maestro se basaba en la matrícula de los alumnos. A principios de 1869, la organización de la iglesia puso a disposición de la escuela selecta de Bell la imprenta original de la Review, un edificio de dos pisos de 6 por 9 metros.
  29. Bell fue editor de The Youth’s Instructor desde mayo de 1869 hasta febrero de 1871. También fue director de escuela sabática de la iglesia de Battle Creek, lo que influyó significativamente en el enfoque y el formato de la escuela sabática.
  30. Maud Sisley-Boyd a Mary Kelly-Little, 16 de abril de 1931, citado en Mary Kelly-Little, “Development of the Elementary Schools of Seventh-day Adventists in the United States” (MA thesis, University of Washington, 1932). Citado en M. E. Marroquin, “The Historical Development of the Religion Curriculum at Battle Creek College, 1874-1901” (Tesis doctoral, Universidad de Andrews, 2001), 36.
  31. Elena G. White, “Testimony to the Church at Battle Creek” (Battle Creek, Mich.: Steam Press of the Seventh-day Adventist Publishing Association, 1872); Ellen G. White Estate, Pamphlet 123, 1-10; Lindsay, “Goodloe Harper Bell: Teacher,” 53-55.
  32. W. C. White, “Memories and Records,” 4. Jaime White y Elena eran los principales defensores, se les unieron en este esfuerzo los ancianos Butler, S. N. Haskell, Uriah Smith, y J. N. Andrews, entre otros.
  33. Spalding señala que, en la creación de la escuela de formación, “la voz de Jaime White influyó en la gente e inclinó la balanza” (Captains of the Host, 247). El influyente papel de Jaime White como iniciador se describe con más detalle en Roy E. Graham, “James White: Initiator,” en George R. Knight, ed., Early Adventist Educators (Berrien Springs, Mich.: Andrews University Press, 1983), 11-25.
  34. Vol. 39, No. 18, 144.
  35. George Ide Butler, “The Proposed School,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 39:21 (May 7, 1872): 168.
  36. “The School,” ibid. 39:22 (May 14, 1872): 176.
  37. Ese maestro era Goodloe Harper Bell. En la correspondencia de marzo, Elena G. White había instado a Bell a regresar a Battle Creek y enseñar en la escuela que pronto se abriría. Bell contestó el 9 de abril que, aunque tenía dudas sobre ser aceptado o tener éxito, estaba dispuesto a regresar.
  38. Aunque el objetivo era equipar mejor a los obreros evangélicos, el artículo añadía: “Por supuesto, aquellos que no tengan ese objetivo en mente, sino que simplemente deseen adquirir una educación con las ventajas y en la sociedad que aquí se ofrece, tienen perfecta libertad para asistir”.
  39. G. I. Butler, “Our School at Battle Creek,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 39:25 (June 4, 1872): 196, 197.
  40. Uriah Smith, “The S. D. A. School,” ibid. 39:26 (June 11, 1872): 204.
  41. El manuscrito “Proper Education” [educación apropiada] se publicó en diciembre de 1872 como parte de Testimonios para la Iglesia, no. 20 (disponible en inglés e https://egwwritings.org/book/b12799). También está disponible en Testimonios para la Iglesia (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana) tomo 3, pp. 147-178, y en Fundamentals of Christian Education (Nashville, TN: Southern Publishing Assn., 1923), pp. 15-46. Un análisis detallado de la filosofía de la “educación adecuada” se puede encontrar en Burton, capítulo xii, “Philosophical Foundations for an Education Mission” [Fundamentos filosóficos para una misión educativa], pp. 134-143. La frase clave de Elena G. de White en el manuscrito fue la afirmación: “Somos reformadores” (“Special Testimony to Battle Creek Church,” PH086, 1898.).
  42. Elena G. de White, “Proper Education,” The Health Reformer 7:9 (September 1, 1872): 284-286.
  43. __________, “Proper Education,” Testimony for the Church — No. 22, 48. El papel de Elena G. White en la educación adventista es descrito con más detalle por George R. Knight en su ensayo “Ellen G. White: Prophet” [Elena G. White: Profeta] en Knight, ed., Early Adventist Educators, 26-49.
  44. Jaime White, “Conference Address Before the General Conference of the S. D. Adventists, March 11, 1873,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 41:23 (May 20, 1873): 180, 181, 184. Añadió, “Sienten que deben dar a sus hijos una educación: y los envían a la academia [de la ciudad], donde reinciden. Si la influencia moral y religiosa de la iglesia donde se establecerá nuestra escuela es buena, de modo que nuestros principales hombres y ministros puedan atestiguar que la influencia es buena, podemos tener una escuela de doscientos alumnos; sí, también podría decirse trescientos, o cuatrocientos, o quinientos. El patrocinio es seguro; se puede contar con él” (ibíd., 181).
  45. El segundo establecía que se exigiría un certificado de carácter a los futuros estudiantes y, en caso de que no cumplieran con el estándar, “serían dados de baja sin demora”.
  46. “Proceedings of the Eleventh Annual Meeting of the General Conference of S. D. Adventists,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 41:14 (March 18, 1873): 108.
  47. J. N. Andrews, “Our Proposed School,” ibid. 41:16 (April 1, 1873): 124.
  48. G. I. Butler, “The School,” ibid. 41:19 (April 22, 1873): 148.
  49. Jaime White, “Permanency of the Cause,” ibid. 42: 4 (July 8, 1873): 28, 29. Esta cantidad en 2022 representaría $1,276,599 dólares utilizando un cálculo del Índice de Precios al Consumo, $9,567,474 dólares en términos del salario relativo de un trabajador no cualificado y $18,547,006 dólares calculados sobre el PIB per cápita (https://www.measuringworth.com).
  50. G. I. Butler, “Our New School Grounds,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 43:4 (January 6, 1874): 29. Este terreno, sin embargo, no presentaba las condiciones que Jaime y Elena White habían previsto para la nueva escuela.
  51. Formada por George I. Butler, Harmon Lindsay, Ira Abbey, Urias Smith, E. B. Gaskill, Orrin B. Jones y Horatio Lindsay. Jaime White no estuvo presente, ya que él y Elena G. White habían partido de Battle Creek en diciembre de 1873 para apoyar la obra denominacional en California (Arthur L. White, Ellen G. White: The Progressive Years: 1862-1876 [Silver Spring, Md.: Ellen G. White Estate, 1986], vol. 2), 395.
  52. Uriah Smith, “The S. D. A. School,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 39:26 (June 11, 1872): 204.
  53. Cadwallader, A History of Seventh-day Adventist Education, 24-30. Olsen, A History of the Origin and Progress of Seventh-day Adventists, 335; Emmett K. Vande Vere, The Wisdom Seekers (Nashville, Tenn.: Southern Publishing Assn., 1972), 18.
  54. James White, “Denominational School,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 40:8 (August 6, 1872): 60.
  55. Para ás información, véase Joseph G. Smoot, “Sidney Brownsberger: Traditionalist: Teacher,” in Knight, ed., Early Adventist Educators, 72-94. Bell había sido considerado para el puesto de director de la escuela en crecimiento, pero como no tenía ningún título universitario oficial, la junta había decidido buscar en otra parte.
  56. Olsen, A History of the Origin and Progress of Seventh-day Adventists, 335, 336. Véase también Carl William Shafer, “History and Educational Philosophy of Seventh-Day Adventist Secondary Schools,” tesis de maestría, Universidad de Richmond, 1945, disponible en https://scholarship.richmond.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=2007&context=masters-theses.
  57. G. I. Butler, “Our Educational Society and School Building,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 43:16 (March 31, 1874): 124; Vande Vere, The Wisdom Seekers, 22.
  58. Floyd Greenleaf señala que Jaime White “fue el director de iure del Colegio de Battle Creek, aunque nunca reclamó el título” (“Heroes of Adventist Education,” Adventist Review 184:24 [August 23, 2007]: 24-27). Vande Vere afirma: “Sin embargo, es erróneo imaginar a White como una mera figura decorativa, ya que, en asuntos como la reducción de la deuda, la apertura de nuevos departamentos y la adopción del sistema de estudiantes tutores, sus políticas moldearon las acciones de la administración” (Vande Vere, The Wisdom Seekers, 29).
  59. Vande Vere, The Wisdom Seekers, 29. Aunque White continuaría recaudando fondos para el colegio y dando forma a sus políticas y desarrollo, sentía que necesitaba a alguien en quien delegar las responsabilidades operativas más rutinarias, especialmente porque Jaime y Elena White se encontraban con frecuencia fuera de Battle Creek.
  60. Maurice Hodgen, School Bells and Gospel Trumpets a Documentary History of Seventh-day Adventist Education in North America (Loma Linda Calif.: Adventist Heritage Publications, 1978), 17-20. Las enfermeras siguieron recibiendo formación separada en el sanatorio de Battle Creek. El Colegio Médico Misionero de América (AMMC, por sus siglas en inglés), que más tarde se desvincularía de la Iglesia Adventista y se fusionaría con la Facultad de Medicina de la Universidad de Illinois, fue fruto de las clases del sanatorio de Battle Creek.
  61. Olsen, A History of Origin and Progress of Seventh-day Adventists, 336.
  62. Uriah Smith, “The Opening of the School,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 45:2 (January 8, 1875): 12.
  63. En la Review, a la institución se le había denominado sistemática y simplemente “la escuela”. Aunque el Daily Journal de Battle Creek usaba el término colegio ya en noviembre de 1873, la Review no usó la designación hasta el 1 de diciembre de 1874 (Vande Vere, The Wisdom Seekers, 25, 26; Uriah Smith, “The Biblical Institute,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 44:23 [December 1, 1874]: 184).
  64. Olsen, A History of the Origin and Progress of Seventh-day Adventists, 337.
  65. Uriah Smith, “Battle Creek College,” The Advent Review and Herald of the Sabbath 45:7 (February 11, 1875): 56. Smith explicó: “Se ha decidido dar a nuestra escuela este nombre, más por conveniencia que por cualquier otra razón. Nuestros estatutos prevén todos los grados de instrucción, desde el primario hasta el superior. Por lo tanto, podemos usar este nombre, aunque todavía no tengamos todos los departamentos y el curso completo de instrucción que corresponden a un colegio propiamente dicho. Pero principalmente este nombre se adopta ahora para distinguir nuestra escuela de otras escuelas de esta ciudad. No hay otra institución de enseñanza aquí que lleve ese nombre, por lo que designará conveniente y plenamente a la nuestra”.
  66. Elena G. White, Conducción del Niño (Mountain View, CA: Pacific Press, 1964), 309.
  67. Texto bíblico tomado de la versión de la Biblia Nueva Traducción Viviente (NTV). La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados. Las citas bíblicas indicadas como RVR1995 son tomadas de la versión Reina-Valera 1995 (RVR1995) Copyright © 1995 by United Bible Societies.
  68. Elena G. White, Fundamentals of Christian Education, 436.
  69. __________ Educación (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1998), 30.