A menudo se malinterpreta el concepto de discipulado únicamente como algo que los cristianos hacen. Estudiamos las Escrituras, nos bautizamos y hablamos a otros de Jesús. Debemos hacer estas cosas, pero debemos entender que quienes somos como discípulos es tan importante como lo que hacemos. El núcleo del discipulado es la relación, y lo que somos en nuestra relación con Jesús crea un marco sólido para lo que hacemos por Él.
El discipulado es un trabajo en equipo, por lo que este artículo es co-escrito por profesores del Departamento de Discipulado y Educación Continua (DSLE, por sus siglas en inglés) en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día en la Universidad de Andrews, donde cada uno comparte una breve reseña de su área de especialidad o marco en el discipulado. Como parte de un énfasis de todo el departamento en aclarar y llamar la atención sobre el concepto de discipulado, los autores han recolectado breves respuestas de una página de estudiantes del seminario a nivel mundial con una tarea titulada, “¿Quién te Discipuló?” El siguiente testimonio fue escrito por un estudiante de seminario que fue discipulado por varios de sus maestros en las escuelas de la iglesia adventista e ilustra este punto:
Más que palabras, el discipulado es amor en acción Un testimonio personal
“Mi discipulado nunca fue nada formal. Nadie eligió específicamente caminar a mi lado para enseñarme a formar una vida espiritual. Crecí en la iglesia y estaba familiarizado con la importancia de la oración, la lectura de las Escrituras y la devoción diaria. Aunque entendía la importancia de estas cosas, no tenía un marco decente de cómo ponerlas en práctica. Mis padres querían que adoptara estos hábitos espirituales, pero rara vez los vi dedicar mucho tiempo a desarrollar su vida espiritual fuera de la iglesia los sábados.
“Donde sí experimenté lo que podría considerar discipulado fue en los ejemplos de maestros que tuve en la secundaria. Muchos de mis maestros traían pensamientos devocionales y oraciones antes de comenzar la clase. Me daba cuenta de que la espiritualidad y la conexión con Dios eran importantes para ellos. También veía cómo manejaban las situaciones difíciles con actitudes semejantes a las de Cristo. Cuando mis maestros luchaban con alumnos problemáticos o hacían cumplir las normas, lo hacían con un aire de misericordia. Incluso en mis propios errores, mis maestros me mostraban la gracia divina. No estaba seguro de cómo desarrollaban su vida espiritual, pero sabía que querían que mi vida espiritual se pareciera a la suya.
“El discipulado más notable que recibí fue en la universidad. Como estudiante de teología, pude hablar con profesores que estaban profundamente arraigados en la Palabra de Dios, algunos de los cuales habían sido pastores, que era lo que yo quería ser. Durante mi estancia en la universidad, pude hacer preguntas como: “¿Cómo te habla Dios?” y “¿Cómo afrontas las oraciones sin respuesta?” Hacer preguntas más profundas y recibir respuestas bien pensadas fue de gran ayuda para los cimientos de mi vida espiritual. Además, mis profesores se interesaban por mi bienestar. Me preguntaban sinceramente cómo estaba o cómo podían orar por mí. Su interés me impactó profundamente”.1
Los maestros primeramente deben verse a sí mismos como discípulos que necesitan ser atraídos más cerca del corazón de Dios para que luego puedan compartir con otros lo que han experimentado personalmente.2 Yo (S.W.) siempre les digo a mis estudiantes del Seminario que si tienen una buena relación con Jesús y un momento devocional significativo con Él, siempre tendrán algo listo para compartir de su experiencia con Jesús esa mañana, el día anterior, o la semana, o cuando sea que haya ocurrido el momento devocional significativo más reciente. Todos los educadores saben, y es obvio por la historia anterior, que los estudiantes nos ven por lo que realmente somos, y cuando Jesús brilla en nosotros, no pueden dejar de notarlo. Y luego, si seguimos hablando al respecto, puede inspirarlos en su propia búsqueda de sentido para sus vidas.
Y también debemos considerar otras influencias que pueden impedir que los discípulos experimenten plenamente a Jesús y vivan para Él. Los seres humanos fueron creados para tener una relación con Dios (Génesis 2:24-28; 3:8, 9). Tener una relación con Dios es fundamental para nuestra existencia ahora y por toda la eternidad (Juan 15:5). Es posible hacer muchas cosas por Jesús sin tener una relación diaria y un pacto con Él. Pero es imposible tener una relación comprometida con Jesús sin compartir nuestra experiencia con los demás, comprometiéndonos con ellos en formas que infundan esperanza y alivien el sufrimiento de la humanidad.
Visión general del discipulado (Scott R. Ward)
Es importante señalar que una relación con Jesús y un tiempo devocional con Él no es un tipo de compromiso único para estudiantes o educadores. Los discípulos de Jesús vienen en todas las formas, tamaños y colores, y hablan cientos de idiomas diferentes que representan culturas y relaciones dinámicas que cubren un vasto espectro en su diversidad. Numerosos estilos de aprendizaje, lenguajes de amor y temperamentos definidos científicamente influyen en nuestra forma de relacionarnos con el mundo que nos rodea. Las diferencias en nuestra forma de amar y aprender influyen en nuestra forma de relacionarnos. La forma en que nuestros padres y abuelos practicaban su fe puede ser muy diferente de las formas que hemos encontrado para nutrir nuestra espiritualidad, y lo más probable es que sea algo diferente a algunas formas que ayudan a nuestros alumnos a conectarse con Jesús. Yo (S. W.) creo que, como educadores, necesitamos encontrar nuestra propia conexión personal que nutra nuestra espiritualidad para que nuestro ministerio de enseñanza fluya del corazón y no de meras obligaciones religiosas.3
Además, cada generación reacciona ante la generación anterior y se adapta a ella. Cada generación realiza cambios que dan lugar a nuevas formas de pensar e interactuar, adaptándose y creando una nueva cultura. Estos cambios no siempre son positivos o alineados con los principios bíblicos y pueden promover ideologías supresoras y destructivas. La realidad de que todos vivimos en un mundo pecaminoso en el que todos somos víctimas de diversas aflicciones y abusos también afecta nuestra capacidad de mantener relaciones sanas con Jesús y con otros seres humanos.
Aunque somos diversos en cultura, idioma y temperamento, colectivamente, tenemos similitudes en las prácticas devocionales y en la forma en la que interactuamos con Jesús. A veces, estas similitudes se convierten en encuentros ritualistas que dividen e impiden el crecimiento espiritual. Por lo tanto, nuestras diferencias y similitudes nos desafían como educadores y líderes del ministerio a evaluar las necesidades individuales y colectivas para el discipulado y desarrollar enfoques para satisfacer las necesidades en cada contexto.
Debemos reconocer la diversidad y las luchas entre la increíble variedad de personas y circunstancias que nos rodean cuando nos dedicamos al discipulado. Un enfoque integral del discipulado de los alumnos exige que tratemos de comprender sus necesidades espirituales y emocionales.
Uno de los retos del discipulado integral es la tendencia a compartimentar nuestras vidas y los problemas a los que nos enfrentamos. Yo (S.W.) creo que compartimentar nuestras vidas contribuye a métodos idealistas de discipulado que no logran satisfacer adecuadamente las necesidades espirituales y emocionales de muchas personas. Todo lo que afecta a nuestra dinámica relacional (positiva o negativamente) con Jesús o con los demás debe incluirse en nuestro camino de discipulado. Cuando todas nuestras experiencias se cuentan como oportunidades para sanar y nutrir, es más probable que nos convirtamos en discípulos sanos que muestren los frutos del Espíritu.
Yo (S.W.) me he dedicado a discipular a los jóvenes, conduciéndolos a una relación creciente con Jesús que produce naturalmente el fruto del Espíritu. A través de mi carrera como pastor de jóvenes y maestro (maestro voluntario de arte en la secundaria, maestro de Biblia por contrato, y actualmente profesor del Seminario), me he enfocado en enseñar a los jóvenes prácticas de vida devocional y servicio a través de grupos devocionales en el campus a la hora del almuerzo y proyectos de alcance en la academia adventista local y en los grados avanzados de la primaria. Estos proyectos han incluido servicios comunitarios, viajes misioneros y otros métodos de evangelización. Muchos de estos jóvenes continúan desarrollando sus hábitos devocionales y están comprometidos con Jesús mientras sirven a la humanidad.
El discipulado es también una tarea comunitaria. A través de los esfuerzos de colaboración, también pude construir y fomentar la comunidad, participando en el ministerio de discipulado de la iglesia y la escuela, facilitando un club cristiano en el campus de una de las escuelas secundarias públicas locales. Estos son solo algunos de los resultados prácticos de mi enfoque en el discipulado y la espiritualidad bíblica durante mis estudios de doctorado. Con los años, mi pasión por el discipulado a través de la lente de las relaciones y la comunidad se ha profundizado. Me esfuerzo por equipar a maestros y pastores con herramientas para la colaboración entre la iglesia y la escuela en su enfoque del discipulado.
Discipulado y trauma (David Sedlacek)
Vivimos en un mundo caído. Como resultado, existen heridas, dolor y traumas que interfieren en la capacidad de las personas para confiar en Dios. Yo (D. S.) creo que dado que el discipulado, por definición, es ayudar a las personas a desarrollar una relación amorosa e íntima con Dios, el objetivo de Satanás es interferir tanto como sea posible en el proceso de discipulado. Lo hace de varias maneras. Sabe que la iniquidad de los padres recae sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación (Deuteronomio 5:9). La ciencia moderna confirma esta realidad bíblica.4 Tanto la genética como el modelo paterno hacen que los niños sean vulnerables a los traumas domésticos, como tener padres divorciados, enfermos mentales, adictos o en prisión. Aún más directamente, el abuso físico, emocional y sexual en el hogar, la violencia doméstica o la negligencia emocional y física de las necesidades básicas de un niño pueden ser traumáticos.5 Otros tipos de traumas incluyen el trauma comunitario, como vivir en un vecindario inseguro, el acoso escolar o estar expuesto a un tiroteo masivo. Los traumas ambientales, como los daños causados por una inundación, un incendio, un terremoto, un tornado o un huracán, el calor extremo, etc., pueden generar ansiedad e hipervigilancia en las personas expuestas a ellos.6
En el diseño de Dios, los padres deben estar en Su lugar para discipular a sus hijos en una relación amorosa con Jesús. Sin embargo, cuando los padres, debido a su propio estado pecaminoso, no están presentes de forma emocional o física para sus hijos o son activos en el abuso de sus hijos, la capacidad de los niños para ver a Dios con amor incondicional se ve disminuida. Si no se puede confiar en los padres que los niños ven y experimentan, ¿se puede confiar en un Padre celestial que no se puede ver? Aunque los niños pasen por la escuela sabática, los servicios religiosos, los Aventureros y los Conquistadores, puede que tengan una relación cognitiva con Dios y sean muy obedientes en la forma en que practican su fe, pero puede que no crean que Dios los ama o que se puede confiar plenamente en Él.7 Además, dado que los alumnos matriculados en las escuelas adventistas también proceden de hogares seculares, agnósticos o de diversas tradiciones religiosas y pueden no haber tenido contacto con el discipulado, los educadores adventistas tendrán que estar especialmente atentos a sus necesidades.
El objetivo de discipular a personas quebrantadas y traumatizadas es darles tal experiencia de amor incondicional (ya sea a través de comunidades seguras o mediante un proceso de asesoramiento terapéutico) para que, en lugar de verse gravemente afectadas por la ansiedad o la hipervigilancia, se vean capacitadas para abrir sus corazones al amor de Dios (1 Juan 4:18). Las comunidades seguras podrían incluir programas de 12 pasos centrados en Cristo como Journey to Wholeness [Un viaje hacia la plenitud] (https://www.adventistrecoveryglobal.org/resources/journey-to-wholeness/) o grupos de hombres o mujeres que se centren en la cura emocional. Las intervenciones profesionales deben centrarse en el trauma e incluir un elemento empírico. La herida se produjo en una relación con otra persona, y la curación se realiza mejor de un modo que incluya componentes tanto cognitivos como empíricos. Es importante señalar que estas intervenciones y oportunidades de curación son importantes no solo para los alumnos con los que trabajamos, sino también para los educadores, pastores y padres.
Nosotros (S.W. y D.S.) hemos visto la importancia de tomar en cuenta el dolor y el trauma de una persona en la relación de discipulado. Es importante comprender la trayectoria de una persona para que podamos entender mejor los próximos pasos en el discipulado de ese individuo y cómo podemos rodearlo y apoyarlo mejor. Esto incluye la comprensión de la trayectoria de nuestros compañeros maestros, así como la de nuestros estudiantes. Cuanto más comprendamos todos (pastores, maestros, padres y alumnos) que todos somos víctimas de un trauma, más podremos trabajar juntos para apoyarnos mutuamente en nuestros itinerarios espirituales y en la formación de una verdadera comunidad espiritual.
Discipulado y cultura (Rogelio Paquini)
El discipulado juvenil es un aspecto esencial del desarrollo espiritual de los jóvenes. Es un espacio donde los jóvenes pueden reunirse, crecer en su fe y construir comunidad. En este contexto, la cultura y la espiritualidad se entrecruzan de manera significativa. En mi experiencia (R. P.), y con el apoyo de la literatura y la investigación sobre el discipulado, he encontrado que la cultura informa sobre cómo los jóvenes entienden y se comprometen con la espiritualidad, un factor esencial en la formación de su cultura. James Emery White define la cultura como “el contexto integral y penetrante que abarca la vida y el pensamiento, el arte y la palabra, el entretenimiento y la sensibilidad, los valores y la fe”.8
La dinámica de la sociedad y las estructuras sociales conforman la cultura de los jóvenes. En muchos grupos, el deseo de independencia, pertenencia y búsqueda de sentido y propósito definen la cultura juvenil.9 La forma en que los jóvenes abordan la espiritualidad y la fe parece ser una expresión de su cultura juvenil. Quieren entender sus creencias, espiritualidad y prácticas de un modo que tenga sentido para ellos, y sea relevante para sus experiencias.
Uno de los principales retos del ministerio juvenil es ofrecer a los jóvenes un espacio para explorar su fe y su espiritualidad en un entorno seguro y propicio. Las buenas prácticas de discipulado requieren un entorno abierto e inclusivo en el que se anime a los jóvenes a hacer preguntas y compartir sus pensamientos y sentimientos. En el otoño de 2019, antes del COVID-19, el Instituto Springtide, en los Estados Unidos, encuestó a una muestra representativa de 1,000 jóvenes, de 13 a 25 años. Además de las encuestas, los investigadores realizaron 35 entrevistas en profundidad. Las respuestas indicaron que el 36 por ciento de esta población “no tiene a nadie con quien hablar”.10 La investigación postpandemia está en curso, pero lo que este estudio sigue revelando es que uno de cada tres adultos jóvenes en los Estados Unidos se siente completamente solo, el 40 por ciento cree que no tiene a nadie con quien hablar y el 45 por ciento cree que no se le entiende.11 Los educadores y otros líderes comprometidos en el ministerio con los jóvenes deben demostrar la voluntad de escuchar y participar en conversaciones abiertas y honestas con los jóvenes a su cargo.
Relacionarse con otras culturas es esencial para discipular a los jóvenes, porque les ayuda a ampliar sus perspectivas y a desarrollar empatía hacia quienes son diferentes de ellos. Jennifer Guerra Aldana lo dice mejor que nadie: “La diversidad es un regalo”.12 La exposición a la diversidad puede conducir a una mayor comprensión y aceptación de diversas prácticas culturales, creencias y valores. Cuando los jóvenes se relacionan con otras personas de orígenes diferentes, es más probable que tengan una mentalidad abierta y acepten la diversidad; es imprescindible en el mundo actual, en el que estamos más conectados que nunca. Los jóvenes deben comprender y respetar las diferencias culturales de quienes los rodean. Como educadores, también somos responsables de enseñarles a utilizar el conocimiento de los principios bíblicos para entender de qué manera ayudar a la humanidad a progresar y, luego ofrecerles oportunidades de que lo apliquen a sus vidas. Relacionarse con otras culturas puede promover el crecimiento espiritual y una comprensión más profunda del amor de Dios por todas las personas, independientemente de su origen.
Sin embargo, aunque los jóvenes son cada vez más diversos, muchos ministerios aún no han contextualizado sus prácticas para acoger a esta población y comprometerse con ella. Un ejemplo claro y directo de falta de contextualización es la ausencia de integración de los jóvenes en la participación e implicación en el proceso de toma de decisiones en la mayoría de las iglesias, incluso cuando dichas organizaciones proclaman preocuparse por ellos. En estos casos, los programas y estilos muestran más interés por complacer los gustos e intereses de las generaciones previas que aquello relevante para los jóvenes.
Los entornos universitarios y académicos tienen una ventaja sobre las iglesias locales debido a la mayor población de jóvenes y operan en el contexto de ellos. Los encargados de la hora de adoración y líderes espirituales son jóvenes estudiantes voluntarios; sin embargo, como he escuchado de muchos estudiantes de ambos niveles, las clases de biblia no se relacionan con sus necesidades. Por lo tanto, los profesores y maestros de biblia deben concientizar las características de esta generación y crear ambientes de aprendizaje que apoyen a los estudiantes dentro de ese contexto.
Cada cultura del mundo se relaciona de forma diferente y de acuerdo con sus diversas tradiciones y prácticas culturales. Como ya se ha dicho, la espiritualidad y el discipulado no son actividades que se ajusten a todos los casos. Es de vital importancia conocer donde se encuentran las personas dentro de su cultura, ya sea étnica o generacional, para darles la mejor oportunidad de entender el mensaje del Evangelio y ser atraídos a la nueva cultura de discipulado del contexto de la iglesia local.
Un marco bíblico-teológico para entender y practicar el discipulado (Jasmine R. Fraser)
Un marco bíblico-teológico para entender y practicar el discipulado se centra en la Gran Comisión (Mateo 28:19, 20) de predicar, enseñar y bautizar. Jesús dio el mandato en sus palabras de despedida antes de ascender al cielo. Sin embargo, creo (J. F.) que no debemos pasar por alto la practicidad del discipulado expresada a lo largo de la vida de Jesús en sus relaciones con la gente, particularmente con los 12 hombres de su círculo íntimo. Jesús es el modelo supremo del discipulado. Él modeló lo que enseñó; mostró a sus discípulos cómo era la vida devocional con el Padre (Marcos 1:35; Mateo 11:25-30; Juan 17). Jesús también modeló lo que implicaba satisfacer las necesidades emocionales de sus discípulos; expresó empatía y compasión al atender esas necesidades (Mateo 9:36; 14:14; 20:34; Marcos 1:41; Juan 11:32-38).
En varios casos, vemos que Jesús adoptó un enfoque integral del discipulado, satisfaciendo las necesidades físicas, fisiológicas, psicológicas y, en última instancia, espirituales de aquellos a quienes servía. Mateo 9:36 nos dice que cuando Jesús vio a las multitudes, “tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor” (NVI).13 Al presenciar el sufrimiento de las personas a las que servía, Jesús sintió su angustia y se compadeció de ellas. Su compasión lo llevó a atender sus necesidades físicas y fisiológicas sanando a los enfermos, devolviéndole la vista a los ciegos y alimentando a la multitud (Mateo 14:14-21; 20:34). La respuesta triste de Jesús (Juan 11:35) a Marta y María por la muerte de su hermano Lázaro indica que, psicológicamente, estaba sensibilizado ante la angustia emocional que acompaña al dolor y la pérdida. Él entra en la experiencia de sus discípulos, empatizando con ellos, compartiendo su aflicción y llevando consuelo al que sufre. El autor del Libro de los Hebreos también nos dice de Jesús, “[puede] compadecerse de nuestras debilidades” (cap. 4:15, RVR1960), confirmando su enfoque compasivo y empático del discipulado.
También es necesario comprender el papel fundamental del Espíritu Santo en el proceso de discipulado. Pablo habla de los diversos dones que el Espíritu Santo otorga a los discípulos como herramientas para construir relaciones y comunidades sanas (Efesios 4:1-12). Luego, en los versículos 14 al 16, enfatiza la razón de ser y los beneficios de los dones del discipulado. Aunque los dones son multifacéticos, el objetivo común de Jesús es la formación en cada discípulo (vs. 13). Esta formación conduce a la madurez. “El objeto de la concesión de dones es que los hijos de Dios desarrollen su madurez espiritual”.14 La manifestación de los dones del Espíritu es el fruto del Espíritu. A medida que crecemos en la fe, se nos capacita para vivir y compartir la verdad en amor, asemejándonos cada vez más a Jesús, que es Amor y Verdad. A medida que cada discípulo experimenta la transformación a través de encuentros devocionales y relaciones con Jesús y en comunidad, colectivamente, crecemos en unidad, edificando el cuerpo de Cristo. (Véase la Barra lateral para los Atributos del Modelo Relacional-Comunitario del Discipulado).
Definición básica del discipulado
Antes de hacer algunas sugerencias finales para participar en el discipulado integral en el aula, veamos una breve definición y luego un desglose del discipulado integral.
Discipulado: Dirigir a las personas a una relación creciente con Jesús
Dirigir: Todos los líderes guían con el ejemplo, lo sepan o no; las acciones son más poderosas que las palabras. No se puede guiar a otros si no se tiene una relación personal con Jesús.
Creciente: El desarrollo saludable, según los principios de la educación adventista descritos por Elena G. de White, se nutre incluyendo cuerpo, mente y espíritu.15
- El cuerpo, es físico y emocional y se ve afectado por los traumas;
- La mente, es tanto cognitiva como afectiva e implica diversos estilos de aprendizaje, lenguajes del amor y temperamentos.16 Todos ellos se ven afectados por la cultura y la ubicación generacional.
- El espíritu, es nuestra experiencia con Jesús a través del Espíritu Santo. También puede implicar la guerra espiritual y la lucha contra las influencias demoníacas y la opresión/depresión, no solo dentro del individuo, sino también afectando a toda la creación de Dios de principio a fin: el Gran Conflicto.
Las tres áreas (cuerpo, mente y espíritu) trabajan juntas para una salud y crecimiento óptimos, y todas necesitan ser nutridas por prácticas efectivas de discipulado que finalmente lleven a equipar y enviar (Hechos 2). Al abordar estas áreas del cuerpo, mente y espíritu, debemos tener en cuenta que todas se ven afectadas por diversos traumas que las personas experimentan en la vida. Una comunidad de discipulado saludable se levantará mutuamente y ayudará en todas estas áreas de la vida para producir seguidores de Jesús bien equilibrados.
Relación: La relación es entre “las personas” y “Jesús”. Y la relación con Jesús es grandemente impactada por la comunidad de “personas” con “personas”. También hay una diferencia entre saber de Jesús y entrar en una relación personal con Él, a “conocerlo” verdaderamente e íntimamente para que Su vida transforme a una persona, reformándola a Su imagen.
Pasar a la acción
Sobre la base de la discusión y la definición anterior, aquí hay algunos pasos básicos que creemos ayudarán a los educadores a dar prioridad al discipulado integral con los estudiantes. Muchos educadores ya utilizan al menos algunos de estos pasos, por lo que el objetivo aquí es simplemente darnos a todos un recordatorio amistoso del potencial impacto espiritual:
1. La espiritualidad fluye de la propia vida devocional del líder. Si usted está luchando por saber cómo comprometerse devocionalmente o por priorizar el tiempo devocional, no está solo. El compromiso devocional es una disciplina, y no sucederá sin esfuerzo. La clave es reconocer el impacto positivo de una vida devocional activa y regular en las experiencias diarias. Como ya se ha indicado anteriormente en este artículo, el tiempo devocional no es una tarea única. Un buen recurso para entender mejor cómo mejorar la relación con Jesús y construir una vida devocional efectiva es el libro Authentic: Where True, Life-changing Christianity Begins (Hagerstown, Maryland: Review and Herald, 2012). Así como el Tiempo a solas con Dios (TAG Time, por sus siglas en inglés) ha demostrado grandes beneficios para los niños, es importante que los maestros y otros líderes educativos recuerden la importancia que tiene también para ellos. El tiempo TAG es también una de las mayores oportunidades para que los niños experimenten y descubran sus propios lenguajes de amor espiritual y estilos de aprendizaje.
2. Aparte de los padres, hay pocas personas que llegan a conocer mejor a los alumnos que sus propios maestros. Para ayudar a los niños a crecer en cuerpo, mente y espíritu, es de vital importancia dedicar tiempo a los alumnos que parecen tener dificultades. Orar con los alumnos que afrontan dificultades en casa o sufren acoso en la escuela (y aplicar activamente políticas para evitarlo) puede ser también un gran estímulo espiritual para ellos. Nunca debe subestimarse la importancia de la atención y la preocupación que los maestros ofrecen a sus alumnos. Esto es de vital importancia para formar comunidad, que es el fundamento de la Iglesia de Cristo en la tierra. También es importante saber cuándo remitir a los alumnos a recibir terapia profesional y otras formas de apoyo que puedan ser necesarias.
3. El servicio es un aspecto esencial de la espiritualidad y se menciona en la definición anterior como “equipar y enviar”. Dar a los estudiantes la oportunidad de participar en el servicio comunitario, además de ser útiles en el aula, es importante para su desarrollo espiritual. En mi experiencia (S.W.), el servicio comunitario y el concepto básico de aprender a ayudar a los demás puede ser un gran catalizador para un mayor interés y desarrollo espiritual. Si su escuela aún no cuenta con un programa sólido de servicio a la comunidad, visite http://collaborativeministry.org para obtener más ideas de servicio a la comunidad y saber cómo encaja el compromiso con la comunidad en la espiritualidad general de su escuela. Servir a la comunidad es un resultado natural de una espiritualidad más profunda, y al igual que la vida devocional del líder es fundamental para la espiritualidad, también lo es el compromiso activo en el servicio a los demás, mano a mano, trabajando junto con los alumnos, los pastores y los padres.
Conclusión
El discipulado requiere que sepamos quiénes somos como discípulos y qué estamos llamados a hacer. Como educadores adventistas, debemos predicar con el ejemplo, y esto significa cultivar nuestra propia relación con Cristo y estar preparados y dispuestos a compartirla. Debemos demostrar interés por nuestros estudiantes, y esto requiere que entendamos sus vidas, sus traumas, y busquemos intencionalmente maneras de animarlos y apoyarlos mientras se desarrollan física, mental y espiritualmente. No solo debemos crear entornos que los animen y apoyen, sino también implicarlos en la ayuda y el servicio a los demás. Estos principios sirven como fundamento del discipulado y pueden ayudar a construir un marco para conducir a las personas a una relación creciente con Jesucristo, que es el verdadero propósito de la educación adventista.17
Este artículo ha pasado por la revisión de pares.
Este artículo fue coescrito por los docentes del Departamento de Discipulado y Educación Continua (DSLE, por sus siglas en inglés) en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día en la Universidad de Andrews, donde cada uno comparte desde el punto de vista de su especialidad particular en el departamento.
Citación recomendada:
Scott R. Ward et al., “Discipular al alumno en su totalidad,” Revista de Educación Adventista 85:2 (2023).
NOTAS Y REFERENCIAS
- Testimonio personal de un estudiante. Compartido con autorización.
- S. Joseph Kidder’s Journey to the Heart of God (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2019) es un recurso recomendado para profundizar en la reflexión sobre este concepto.
- Scott R. Ward se encuentra en la fase de edición de un libro que ayudará a pastores, maestros y padres a descubrir formas de conectar con Jesús y compartir su espiritualidad con los alumnos de su esfera de influencia. El título provisional es Following Jesus: Stories of Discipleship and Devotional Life [Siguiendo a Jesús: Historias de discipulado y vida devocional].
- Curt Thompson, Anatomy of the Soul: Surprising Connections Between Neuroscience and Spiritual Practices That Can Transform Your Life and Relationships (Carol Stream, Ill.: Tyndale House Publishers, 2010).
- Vincent J. Felitti et al., “Relationship of Childhood Abuse and Household Dysfunction to Many of the Leading Causes of Death in Adults, The Adverse Childhood Experiences (ACE) Study,” American Journal of Preventive Medicine 14:4 (May 1998): 245-258.
- The National Child Traumatic Stress Network, “Trauma Types” (n.d.): https://www.nctsn.org/what-is-child-trauma/trauma-types.
- David Sedlacek and Beverly Sedlacek, Cleansing the Sanctuary of the Heart: Tools for Emotional Healing (San Diego, Calif.: Readers Magnet, 2018).
- James Emery White, Meet Generation Z: Understanding and Reaching the New Post-Christian World
(Grand Rapids, Mich.: Baker Books, 2017), 80. - Kara Powell y Brad M. Griffin, en su estudio sobre la Generación Z, sostienen que, para estos jóvenes, encontrar un propósito es uno de los tres motores principales en la búsqueda de la identidad. Véase Kara Powell and Brad M. Griffin, 3 Big Questions That Change Every Teenager: Making the Most of Your Conversations and Connections
(Grand Rapids, Mich.: Baker Books, 2021). - Instituto de Investigation Springtide, Belonging: Reconnecting America’s Loneliest Generation (Winona, Minn.: Springtide Research Institute, 2020), 16. https://orsl.usc.edu/wp-content/uploads/2022/10/BelongingReport-Springtide.pdf.
- La investigación post-pandemia del Instituto de Investigación Springtide continúa y puede consultarse en https://www.springtideresearch.org/research/belonging.
- Jennifer A. Guerra Aldana, “Guiding Values for Multicultural Youth Ministry,” Fuller Youth Institute (March 29, 2018): https://fulleryouthinstitute.org/blog/guiding-values-for-multicultural.
- Las citas bíblicas en este artículo asignadas como NVI son tomadas de la versión de la Biblia Nueva Versión Internacional (NVI). Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015, 2022 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. Las citas bíblicas asignadas como RVR1960 son tomadas de la versión de la Biblia Reina-Valera 1960 (RVR1960). Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso.
- Comentario bíblico Adventista del Séptimo Día (Hagerstown, Md.: Review and Herald, 1980), 6:1024, 1025.
- Elena G. de White, Educación (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2009), 14.
- Yo (Jasmine J. Fraser) le pido a mis alumnos que realicen estos inventarios para ayudarlos a descubrir su estilo personal de compromiso devocional: Barsch Learning Style Inventory: https://sarconline.sdes.ucf.edu/wp-content/uploads/sites/19/2017/07/Barsch_Learning_Styles_Inventory11.pdf; Open-Source Psychometrics Project (Temperament): https://openpsychometrics.org/tests/O4TS/; Los 5 lenguajes del amor: https://5lovelanguages.com/quizzes/love-language;
Gospel Enneagram: https://www.gospelenneagram.com/assessment. - General Conference Policy Manual, “Seventh-day Adventist Philosophy of Education (Policy FE05, FE10)” (Silver Spring, Md.: General Conference of Seventh-day Adventists, 2003), 221-228.