Editorial | Faith-Ann A. McGarrell

¡Exprésate, Annalee!

Crear espacios confiables para el éxito de los estudiantes.

Annalee Johnson1 rara vez hablaba en clase. Evitaba el contacto visual y se negaba a participar en los grupos de aprendizaje cooperativo, los grupos de escritura o en cualquier tipo de actividad grupal. El día que con firmeza insistí en que trabajara con sus compañeros, ella se soltó llorando y se fue a un rincón del fondo del aula de clases. Su intenso llanto agitaba a sus compañeros, quienes a su vez me miraban como si fuera mi culpa. “Maestra McGarrell, ¡hizo llorar a Annalee!” La situación empeoró cuando el Sr. Johnson, el padre de Annalee, irrumpió en mi aula poco después de las 3:00 p.m. que sonó la campana de salida y anunció con una mirada intensa y apuntando hacia mí: “¡NO es su trabajo ARREGLAR a mi hija! ¡Enséñele a leer y escribir! ¡Eso es todo!”

¿Me equivoqué al insistir que Annalee participara en clase? Mi intención era que todos los alumnos estuvieran todo el tiempo involucrados en clase. Cuando yo era estudiante, rara vez me iba bien en las evaluaciones de “participación”. Durante mis estudios de licenciatura, aprendí que la participación necesitaba ser cuantificable, activa y medible y no solo una cualidad subjetiva y confusamente observable. Así que cuando finalmente tuve mi propio grupo de estudiantes, me aseguré de que todos supieran a qué me refería con “participación” para tener éxito en sus evaluaciones. No iba a permitir “espectadores silenciosos” en mi aula de clases. Por lo menos eso pensaba hasta que tuve a Annalee de alumna.

En mi celo por crear un ambiente de clase robusto y con un ritmo rápido, rico en conversaciones, actividades y creatividad, terminé transmitiendo otro mensaje inadvertidamente: uno carente de gracia, misericordia y el reconocimiento de que cada persona es única y se comunica de diferentes maneras. Susan Cain, autora del bestseller del New York Times, El poder de los introvertidos, una detallada reflexión sobre los introvertidos en una sociedad extrovertida, dijo lo siguiente: “El propósito de la escuela debería ser preparar a los niños para el resto de sus vidas, pero con demasiada frecuencia los niños necesitan estar preparados para sobrevivir día a día en la escuela”.2 Y esto no se limita a aprender a cómo interactuar con los compañeros, sino que también implica aprender a navegar con los temperamentos de los maestros, los entornos únicos del aula de clases, las demandas curriculares, las expectativas de los padres y mucho más.

Como maestra de Annalee, yo creía que ella necesitaba aprender a expresarse, a trabajar con sus compañeros y a aprender a prosperar en un ambiente activo, ya que esto es lo que la sociedad requiere y lo que me había dicho a mí misma constantemente. Para Annalee, ese ambiente era estresante y no daba espacio para su propia forma única y maravillosa de dar una respuesta bien pensada a una pregunta o tarea, o para su necesidad esencial de suficiente tiempo para procesar antes de hablar y tiempo de estar a solas para recargar sus emociones.

Thomas Armstrong, en el libro Mindfulness in the Classroom: Strategies for Promoting Concentration, Compassion, and Calm [Atención plena en el aula de clases: Estrategias para promover la concentración, la compasión y la calma], aborda lo que él llama “unirse a la revolución silenciosa”.3 Armstrong observa que los estudiantes en las escuelas estadounidenses están experimentando niveles de estrés nunca antes vistos en la historia, y que es necesario dedicar un tiempo a la reflexión silenciosa en cada periodo de clases.4 La falta de este elemento es el causante de varios hallazgos alarmantes tales como un aumento en el número de niños en escuelas primarias de Estados Unidos que sufren de migrañas y úlceras, para los cuales se ha establecido una clara conexión con el estrés relacionado con la escuela,5 al igual que un tercio de adolescentes deprimidos o abrumados por el estrés, siendo la escuela la mayor fuente de su estrés.6

Estos desafíos no existen solo en Estados Unidos. Países como China, Japón, Corea del Sur e India reportan que los alumnos sufren altos niveles de estrés escolar, la mayoría proveniente de la presión de preparase para los exámenes nacionales que son determinantes para su futuro.7 A diferencia de la fuente de estrés de Annalee, estos estudiantes pasan muchas horas dentro y fuera del aula de clases estudiando y en sesiones de tutorías (algunas veces más de 12 horas al día) y sus familias invierten tiempo y recursos para asegurarse de que tengan éxito. Y aun así, la mayoría de las universidades en estos países solo pueden aceptar entre el dos o tres por ciento de los que obtienen buenos resultados. Aquellos que no son aceptados en la universidad se sienten decepcionados, avergonzados y en algunos casos extremos hasta se suicidan.8

Entonces, ¿qué hacemos con el estrés escolar? ¿Cómo aseguramos de que los estudiantes a nuestro cargo sean vistos, escuchados y comprendidos? Armstrong presenta como respuesta “la solución con atención plena para el estrés”.9 Señala que las escuelas en Estados Unidos, el Reino Unido y Australia están invirtiendo en capacitar a los maestros en enfoques de integración con atención plena en todo el currículo escolar. Los resultados muestran que estos enfoques tienen el potencial de aliviar el estrés de los estudiantes, impulsar la autorregulación y las habilidades sociales y emocionales, la memoria funcional y las destrezas de como aprender a concentrarse, planear, organizar. Todos estos procesos son necesarios para completar con éxito las tareas diarias.10

Desde 1970, se han presentado más de 3,000 artículos de investigación y estudios sobre los beneficios de usar la atención plena para tratar el estrés, la ansiedad, la depresión y muchos otros problemas.11 Hay varios tipos de prácticas de atención plena (respiración consciente, caminar, comer, etc.) y lo más importante de cada una de ellas es la capacidad de concentración. Los investigadores del área de educación ahora recomiendan que se dedique tiempo durante el día, de preferencia al inicio de cada periodo de clase, para la respiración y la reflexión profunda. Willard y Sultzman ilustran cómo enseñar la atención plena a los estudiantes con el siguiente ejemplo: para un ejercicio temprano en la mañana, el maestro le pide a los alumnos que pasen cinco minutos respirando profundamente mientras contemplan los pensamientos y preocupaciones que han experimentado desde que se levantaron hasta ese momento en particular del día; después pasan 20 minutos escribiendo una recapitulación y reflexión; y al final pasan 20 minutos en una discusión activa.12 Lo más fascinante es la declaración de Saltzman: “lo que los maestros descubren es que si comienzan la clase con cinco minutos de atención plena, con movimientos, respiración o escribir un diario, la mayoría de los maestros reportarán que terminan tendiendo más tiempo de enseñanza”.13

¿Le suena familiar? Pues debería. Aunque la atención plena puede ser la tendencia educativa popular en este momento, esto es lo que muchos educadores adventistas han hecho en las escuelas y en sus aulas de clase por años. Los cultos matutinos de toda la escuela, donde los alumnos cantan, comparten y oran; los devocionales en el aula de clases y los momentos de oración en grupos pequeños o dirigidos por el maestro; o las oportunidades de dedicar tiempo a la escritura reflexiva y participar en pequeños grupos o bandas de oración: todas estas actividades se llevan a cabo en la mayoría de las escuelas adventistas. Y deberíamos hacer esto más a menudo y con más consistencia. Debemos enseñarles a nuestros alumnos a aferrarse a promesas reconfortantes como “no se inquieten por nada”, y a que pidan “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:6-7, NVI).14 También podemos compartir palabras de inspiración, las cuales nos recuerdan que “La oración es el aliento del alma. Es el secreto del poder espiritual. . . La oración pone al corazón en inmediato contacto con la Fuente de la vida.”15 Además, debemos tomar medidas para asegurarnos que los alumnos sepan que estamos interesados en cómo navegan frente a los desafíos y las presiones de sus compañeros, de su hogar y de la escuela. ¿Tomamos suficiente tiempo en el día para escucharlos? ¿Oramos con ellos? ¿O solo seguimos adelante con nuestros planes, arrastrándolos, pateando y gritando, todo para el bien común de prepararlos para este mundo?

La reacción de Annalee me llevó a reflexionar profundamente. Con humildad cambié mi ambiente del aula de clases proporcionando más tiempo para que los estudiantes se relajen, trabajen independientemente y experimenten una instrucción más equilibrada. Cain recomienda estrategias como Think-Pair-Share (piensa, agrupate, comparte), usar tiempos de espera antes de pedirle a los alumnos que participen, involucrar a los alumnos y a sus padres en busca de una mejor manera de tratar la ansiedad de los alumnos o usar grupos de manera efectiva, como formas efectivas de integrar el apoyo adicional en el ambiente del aula de clases que beneficie a los alumnos.16

Varios artículos en esta edición abordan la importancia de crear espacios confiables para que los estudiantes se desarrollen y se conviertan en los individuos únicos e irremplazables que Dios creó, mientras seleccionamos el contenido curricular, los enfoques de instrucción, las prácticas de evaluación y tantas otras decisiones que realizan los maestros cada día. Janie Daniel Hubbard escribe sobre la toma de decisiones curriculares culturalmente sensibles, como artículo final en esta serie (véase la edición Enseñanza Culturalmente Sensible en las Escuelas Adventistas para artículos adicionales) y Ramona L. Hayman comparte varias estrategias para animar a los jóvenes escritores a expresarse por medio de la poesía. En el artículo “La retroalimentación como una conversación: El poder de la retroalimentación bidireccional”, Julie Cook aborda formas efectivas al no solo dar retroalimentación a los alumnos sino también de recibir retroalimentación por parte de los alumnos, para asegurar que están comprendiendo. Jerome Thayer explora cómo usar los principios de justicia y misericordia en las prácticas de evaluación como forma de modelar la manera cómo Dios interactúa con las personas.

John Wesley Taylor V, en el artículo “La investigación y la búsqueda de la verdad” continúa la discusión sobre cómo crear una base bíblica para la investigación; y el artículo final de nuestra serie de Juntas escolares, Robert Crux escribe sobre “Cuando un miembro de la junta escolar se revela” ( véase la edición Juntas escolares para artículos adicionales).

Esperamos que los artículos en esta edición sirvan para la reflexión y esperamos sus comentarios. Considere enviarle una carta al editor (link) o un correo electrónico: [email protected]; o comparta sus propias reflexiones por medio de un artículo para la sección Mejores prácticas de trabajo [Best Practices at Work], un espacio creado específicamente para que los maestros compartan su trabajo. Visite la sección Para autores para más información sobre cómo publicar. También puede compartir temas más cortos y reflexivos en nuestro Blog de Educadores Adventistas. ¡Esperamos que nos escriba pronto!

Faith-Ann A. McGarrell

Faith-Ann A. McGarrell, PhD, es la editora de la Revista de Educación Adventista®. Su correo electrónico es: [email protected].

Citación recomendada:

Faith-Ann McGarrell, “¡Exprésate, Annalee! Crear espacios confiables para el éxito en los estudiantes.,” Revista de Educación Adventista 81:4 (July–September, 2019). Disponible en https://www.journalofadventisteducation.org/es/2019.81.4.1.

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. Seudónimo.
  2. Susan Cain, El poder de los introvertidos (Barcelona: RBA Libros, 2012). Varios otros artículos, libros y publicaciones de blogs útiles en este tema: Jessica Lahey, “Class Participation: Let’s Talk About It,” Quiet Revolution (2019): https://www.quietrev.com/class-participation-lets-talk-about-it-2/; Susan Cain, “Help Shy Kids: Don’t Punish Them,” The Atlantic (February 2013): https://www.theatlantic.com/national/archive/2013/02/help-shy-kids-dont-punish-them/273075/ ; and, Katherine Schultz, Rethinking Classroom Participation: Listening to Silent Voices (New York: Teachers College Press, 2009).
  3. Thomas Armstrong, Mindfulness in the Classroom: Strategies for Promoting Concentration, Compassion, and Calm [Atención plena en el aula de clases: Estrategias para promover la concentración, la compasión y la calma] (Alexandria, Va.: Association for Supervision and Curriculum Development, 2019), 7.
  4. Ibid.
  5. Vicki Abeles, “Is the Drive for Success Making Our Children Sick?” New York Times (2 de enero de 2016): https://www.nytimes.com/2016/01/03/opinion/sunday/is-the-drive-for-success-making-our-children-sick.html .
  6. Sophie Bethune, “Teen Stress Rivals That of Adults,” American Psychological Association 45:4 (Abril de 2014): 20: https://www.apa.org/monitor/2014/04/teen-stress.
  7. Louise Moon, “Inside Asia’s Pressure-Cooker Exam System, Which Region Has it Worst?” South China Morning Post (9 de junio de 2018): https://www.scmp.com/news/china/society/article/2149978/inside-asias-pressure-cooker-exam-sytem-which-region-has-it-worst; Sibnath Deb, Esben Strodl y Jiandong Sun, “Academic Stress, Parental Pressure, Anxiety, and Mental Health Among Indian High School Students,” International Journal of Psychology and Behavioral Sciences 5:1 (2015): 26-34. http://article.sapub.org/10.5923.j.ijpbs.20150501.04.html#Ref. doi:10.5923/j.ijpbs.20150501.04.
  8. Hossein Sharif, “Suneung: The Day Silence Falls Over South Korea,” BBC (26 de noviembre de 2018): https://www.bbc.com/news/world-asia-46181240; SI-UK, “Why Indian Students Are More Stressed Than Ever?” (https://www.studyin-uk.in/study-guide/why-indian-students-are-more-stressed-ever/.
  9. Armstrong, Mindfulness in the Classroom: Strategies for Promoting Concentration, Compassion, and Calm, 18.
  10. Ibid.
  11. Ibid., 8, 9.
  12. Christopher Willard y Amy Saltzman, Teaching Mindfulness to Kids and Teens (New York: Guilford Press, 2015), 361-364.
  13. Armstrong, Mindfulness in the Classroom: Strategies for Promoting Concentration, Compassion, and Calm, 15.
  14. Nueva Versión Internacional (NVI) Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.
  15. Elena G. de White, La oración (Nampa, ID: Pacific Press, 2006), 12.
  16. Cain, “Help Shy Kids: Don’t Punish Them.”