Los niños no nacen cristianos. Tampoco nacen adventistas. Deben ser llevados a Jesús individual y personalmente. El discipulado no ocurre simplemente por estar en un ambiente cristiano; debe haber un proceso muy intencional para cada niño. Enseñar a los niños solo la doctrina no los hace cristianos ni adventistas; puede darles una imagen maravillosa de quién es Dios, pero no puede reemplazar una relación personal con Jesús. Según mi experiencia, sólo cuando la hermosa historia del evangelio de quién es Jesús y lo que ha hecho, es presentada a los niños y jóvenes en nuestras escuelas y aulas, entonces estarán más dispuestos a entregar sus vidas a Jesús. Abrazar las hermosas verdades que nuestra denominación sostiene, nutrirá esa relación en la vida más plena que se puede tener tanto ahora como en la eternidad.

La importancia de la historia

En mis 31 años de experiencia en el ministerio, dirigiendo programas de estudiantes colportores, ministerios de niños, ministerios de jóvenes, y de jóvenes adultos, inclusive enseñando en el seminario, he encontrado que la mayoría de los jóvenes que están dentro del adventismo parecen entender las doctrinas de nuestra iglesia mejor de lo que entienden el evangelio. Una vez serví con el pastor principal de la iglesia que dijo, “¿El evangelio? El evangelio es para que otros cristianos lo enseñen, nosotros tenemos la verdad. ¡Nosotros enseñaremos la verdad!”.

Pero la verdad es que la visión del mundo se forma en las etapas tempranas de la infancia. Estos desarrollos significativos deben ocurrir en cada fase de la vida, en el hogar y en la escuela, para que los niños construyan una base sólida de la doctrina correcta en la cual apoyarse y construir una relación personal sana con Jesús. Esta perspectiva es la razón por la que debemos comenzar a guiar a nuestros hijos hacia Dios desde el nacimiento: la enseñanza del gran Shemá,1 el fundamento de las escrituras judías.

Ejemplos en las Escrituras

Al establecer un enfoque narrativo bíblico para educar a los jóvenes desde sus primeros años, podemos aprender mucho del apóstol Juan, que escribió:

“Les anunciamos al que existe desde el principio, a quien hemos visto y oído. Lo vimos con nuestros propios ojos y lo tocamos con nuestras propias manos. Él es la Palabra de vida. Él, quien es la vida misma, nos fue revelado, y nosotros lo vimos; y ahora testificamos y anunciamos a ustedes que él es la vida eterna. Estaba con el Padre, y luego nos fue revelado. Les anunciamos lo que nosotros mismos hemos visto y oído, para que ustedes tengan comunión con nosotros; y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Escribimos estas cosas para que ustedes puedan participar plenamente de nuestra alegría” (1 Juan 1:1-4, NTV).2

Este pasaje de las Escrituras es el testimonio personal de Juan que ayuda a explicar por qué escribió sus relatos evangélicos en la forma como lo hizo. Tal vez incluso nos ayude a entender por qué más tarde utilizaría imágenes vívidas para describir con gran detalle narraciones similares a películas, que fueron dadas en visión en la Isla de Patmos y registradas en el libro de Apocalipsis. A través de sus escritos, Juan desea comunicar la historia de Jesús y cómo las vidas de los creyentes pueden formar parte de esa historia.

Una de las narraciones más transparentes y valiosas que he utilizado en este enfoque de las Escrituras se encuentra en Juan 1:35-39, el llamado de los primeros discípulos. He predicado este pasaje en bodas, en todas las clases bautismales que he impartido, en innumerables sermones y en mis clases del seminario. Mi trabajo como profesor del seminario es enseñar a mis alumnos cómo llegar a los niños colaborando con las escuelas de iglesia. Para ello, debo dar el ejemplo de usar la narrativa si espero que ellos hagan lo mismo porque entiendo que lo más probable es que hagan más lo que “hago” que lo que “digo”. Así, pues, este pasaje es el que siempre comparto cuando hablo de cómo discipular a los niños en la tradición del gran Shemá.

“Al día siguiente, Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos. Al pasar Jesús, Juan lo miró y declaró: ‘¡Miren! ¡Ahí está el Cordero de Dios!’. Cuando los dos discípulos de Juan lo oyeron, siguieron a Jesús.

Jesús miró a su alrededor y vio que ellos lo seguían.

—¿Qué quieren?—les preguntó.

Ellos contestaron:

—Rabí (que significa ‘Maestro’), ¿dónde te hospedas?

—Vengan y vean—les dijo.

Eran como las cuatro de la tarde cuando lo acompañaron al lugar donde se hospedaba, y se quedaron el resto del día con él” (Juan 1:35-39).

La invitación es a venir y ver. Es venir y vivir. Es venir y seguir las huellas de Jesús, aprendiendo sus caminos y siguiendo su ejemplo. Me parece interesante que gran parte de las Escrituras y casi todas las enseñanzas de Jesús están en forma de narrativa que nos “muestran” cómo vivir realmente. Sin embargo, la mayoría de lo que se ha enseñado en muchas aulas adventistas y desde muchos púlpitos, históricamente tiende a ser más doctrinal por naturaleza, y a entretejer una variedad de Escrituras para formar enseñanzas en lugar de enseñar a través de historias. Afortunadamente, esto está cambiando en algunos lugares, especialmente con el Currículo Bíblico de Encuentro.3 Sin embargo, todavía nos queda un largo camino por recorrer, por lo que es muy importante establecer este enfoque de las Escrituras en todas las asignaturas y el currículo oculto de nuestras escuelas.

Cómo perdimos el rumbo

¿Ha pensado alguna vez en las historias del profundo y apasionado amor que los fundadores milleritas de nuestra denominación sentían por Jesús? Piense en la clase de pasión que deben haber tenido para vender todas sus posesiones terrenales porque estaban tan emocionados de tener la oportunidad de estar con Jesús. Imagine lo que supondría renunciar a todo aquello por lo que habían trabajado durante toda su vida. ¿Cómo eran sus vidas devocionales? ¿Qué hábitos encendían tanta pasión? Creo que tenemos una idea general de que sí eran apasionados, pero quiero entender mejor “cómo” alimentaban y mantenían viva esa pasión. Debemos recordar que este fervor y esta pasión ya existían durante el gran despertar religioso en Estados Unidos a mediados del siglo xix cuando tuvo lugar el movimiento millerita.

Esta gran pasión por Jesús condujo al descubrimiento de las verdades doctrinales de nuestra denominación, y no al revés. Me cuesta creer que todos esos sacrificios se hicieran por deber religioso; es mucho más probable que se hicieran por un amor apasionado hacia Jesús, igual que los apóstoles del Nuevo Testamento, que sacudieron el mundo debido a sus profundas y extraordinarias experiencias con Jesús y a sus posteriores relaciones con Él.

El problema central que veo en el enfoque actual frecuentemente adoptado para llevar a los jóvenes a Cristo es que, aunque hemos conservado fielmente las grandes verdades descubiertas durante la fundación de nuestras denominaciones, de alguna manera hemos olvidado el apasionado y ardiente contexto evangélico que hizo posible el descubrimiento de estas verdades. Por eso nos cuesta compartir el Evangelio, incluso con nuestros propios hijos, porque nos centramos en sostener los pilares de la verdad en lugar de sostener a Jesús, que es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). ¿Notó que el “camino” viene antes de la verdad? Y tal como yo lo leo, camino y vida, ambos se refieren fuertemente a la teología de la relación y al discipulado.

Me encantan las doctrinas de nuestra iglesia a las que nos referimos como “la Verdad”. Ellas son de vital importancia porque pintan la imagen más hermosa y convincente de quién es Dios y por qué debemos amarlo, pero si fallamos en colocar un énfasis en Jesús mismo, la verdad se vuelve irrelevante para las personas a las que intentamos llegar, incluidos los niños de nuestras escuelas. Considero que este es un reto importante para nuestras iglesias y escuelas de hoy: volver a poner los cimientos del Evangelio bajo la verdad, para que pueda mantenerse firme y erguirse de nuevo.

Cómo encontrar nuestro camino

¿Cómo colocar de nuevo los cimientos del Evangelio? En mi opinión, la hermenéutica adecuada es una hermenéutica narrativa, basada en el Evangelio, es decir, una teología de las relaciones, la historia del amor de Dios, que establezca una base sólida para el discipulado. Curiosamente, pareciera que Elena de White dio este ejemplo al escribir más sobre la vida de Cristo y contar las historias de su ministerio más que sobre cualquier otro tema.4 Además, su serie más vendida, la serie El conflicto de los siglos, cuenta una historia tras otra, mostrando cómo la historia de Dios puede mezclarse con las humanas en la historia más grande jamás contada: la historia de la redención.

Así que, mientras seguimos analizando las historias, debemos recordar que el discipulado debe tener lugar de acuerdo con el Shema que se encuentra en Deuteronomio 6: todos los días, durante todo el día, mientras los niños están aprendiendo sobre su mundo. Si les enseñamos los caminos de Dios y compartimos las historias de su amor, eso ganará sus mentes y prevalecerá. Pero, por otro lado, si no le enseñamos diariamente a los niños matriculados en escuelas adventistas las historias de Dios, entonces las historias que el mundo está contando a través los de teléfonos inteligentes, computadoras y películas, y en otras innumerables formas y medios tendrán prioridad. En la sociedad actual, donde en muchas familias ambos padres tienen que trabajar, es prioritario que los líderes de la iglesia y los administradores educativos trabajen juntos para abogar y apoyar el tener a nuestros hijos en lugares donde puedan ser discipulados diariamente por maestros cristianos adventistas amorosos que enseñan desde una cosmovisión evangélica como fundamento para la vida y la verdad. Esta es la única manera en que podemos esperar que nuestros hijos permanezcan con nosotros en este mundo y en el mundo venidero.

Es esencial comprender claramente que cada entorno intenta discipular a los niños; no hay entornos neutrales en el mundo. Las empresas quieren discipularnos en el materialismo, los ateos quieren discipularnos en el ateísmo, Hollywood quiere discipularnos en el hedonismo, y así sucesivamente. Especialmente en una sociedad capitalista, todo el mundo parece querer vendernos lo que sea que estén produciendo para aumentar sus ganancias intentando contarnos historias sobre lo felices que seremos si compramos su filosofía de vida. Si nuestros jóvenes no pueden ver cómo la historia de las Escrituras encaja en la historia que viven a diario, tendrán grandes dificultades para ver la importancia y la relevancia de ser cristianos. Lo más probable es que prevalezcan las historias contrapuestas que cuenta el mundo.

Teniendo esto en cuenta, la narrativa es la principal hermenéutica en la que me centro en lo que respecta al trabajo con jóvenes. Jens Brockmeier y Hanna Meretoja están de acuerdo con esta hermenéutica cuando afirman: “Proponemos considerar la narrativa como una práctica hermenéutica en sí misma, una práctica de creación de significado. Esta práctica, o quizás mejor, esta plétora de prácticas tiene una importancia crucial para los complejos procesos de interpretación que subyacen, por ejemplo, a nuestras ideas del yo y de la identidad”.5 Es especialmente importante recordar esto, teniendo en cuenta que encontrar la propia identidad es una de las principales tareas a las que se enfrentan los jóvenes, y nuestro objetivo es ayudarles a encontrar esta identidad en Cristo, dentro de la comunidad cristiana adventista de creyentes.

Una hermenéutica narrativa basada en el evangelio

Es muy interesante para mí que uno de los mejores pasajes que me ayuda a tener presente el discipulado a lo largo del día se encuentra en el Antiguo Testamento. Pero cuando lo piensas, el discipulado no comenzó con Jesús en el Nuevo Testamento, ¿verdad? Comenzó cuando Jesús vino al Jardín del Edén para caminar y hablar con Adán y Eva. Durante este tiempo, Jesús le estaba enseñando a Adán y Eva a cuidar el jardín, y les estaba enseñando todas sus maneras de crear y realzar la belleza que los rodeaba, y también advirtiéndoles de los peligros potenciales en su mundo. Curt Thompson, en su libro Anatomía del alma [Anatomy of the Soul], también destaca esta belleza en las Escrituras cuando escribe:

“Por eso creo que contar y escuchar fielmente nuestras historias es una de las cosas más importantes que podemos hacer como seguidores de Jesús. Contar historias inevitablemente afecta nuestra memoria, tanto la del orador como la de los oyentes, y abre la puerta a un futuro diferente. La Biblia es tan poderosa en parte porque contiene la historia de la creación, la rebelión, la redención y la recreación, todo ello narrado en el rico, desordenado, hermoso, trágico y esperanzador tapiz de las vidas del antiguo pueblo de Dios”.6

En mi propia enseñanza en el seminario, utilizo un enfoque tripartito:7 Primero, debemos entender la historia bíblica (por ejemplo, la historia de David si estamos estudiando el Salmo 23), luego compartir nuestra propia historia, es decir, cómo aplicamos el texto a nuestras vidas, y luego enviar a nuestros estudiantes a reflexionar y encontrar su propia historia. Así es como este pasaje y el ejemplo de mi aplicación pueden ayudar a descubrir cómo este pasaje de la Escritura puede acercarlos a Jesús y tener un impacto en la forma en que interactúan con el mundo que les rodea. Cuando hacemos esto, se convierte en su historia (la de Jesús/Dios/bíblica), en nuestra propia historia y en la historia de ellos. Esta es quizás la parte más importante de mi enfoque narrativo evangélico de la Escritura: debemos ver nuestra historia “dentro” de la historia de Dios, y debemos entender nuestra historia a través de la lente de la historia de Dios, y luego compartir nuestra “historia impactada por Dios”, ya que se cruza con las historias de aquellos con quienes nos encontramos.

Como pastor de jóvenes, utilicé el enfoque tripartito para ayudar a los alumnos de la academia a preparar y presentar experiencias semanalmente en los servicios devocionales. Como profesor del seminario, llevo a estudiantes del seminario a las aulas de 8º grado cercanas a la universidad, y juntos enseñamos a los estudiantes cómo hacerlo. Es una experiencia atractiva para los alumnos. También colaboramos con la escuela para que los alumnos compartan sus charlas con los cursos inferiores. Los estudiantes también han compartido sus historias, a veces dos o tres a la vez, durante 10 minutos cada una, como sermón en los sábados educativos.

La historia del Evangelio debe estar en el centro, con el discipulado como proceso, y la meta de crear una relación personal con Jesús que produzca un cambio de vida. Creo que tener estas tres cosas en mente mientras estudiamos las Escrituras y mientras nos empapamos de ellas devocionalmente, nos ayudará a mantenernos en el buen camino y nos dará una verdadera comprensión del propósito y significado de las Escrituras que nos ayudará a guiar a nuestros hijos a Jesús y a encontrar su propia identidad en Cristo.

Conclusión

Hay mucho más que investigar y decir sobre este tema, especialmente en lo que se refiere a cómo un enfoque narrativo de la Escritura encaja con la psicología del desarrollo y las formas bien investigadas en que se necesita enseñar y nutrir espiritualmente a los niños en cada fase de la vida. Debemos recordar que, para los cristianos, el objetivo primordial de la adolescencia es ayudar a los jóvenes a encontrar su lugar en la historia de Dios. Debemos mostrarles dónde y cómo el elegir a Jesús puede cambiar sus vidas. Luego debemos mostrarles dónde encajan en la comunidad de creyentes y ofrecerles oportunidades para que “vivan” sus historias en oportunidades de misión y alcance en el mundo que les rodea. Debemos hacer nuestra parte estando listos diariamente para compartir cómo nuestros tiempos devocionales con Jesús cada día están impactando nuestras vidas y decisiones en casa y en el aula mientras compartimos la vida como parte de las familias de nuestra escuela y aula.8

Este artículo ha pasado por la revisión de pares.

Scott R. Ward

Scott R. Ward, DMin, es profesor asistente de discipulado y educación continua en el Departamento de Discipulado y Educación Continua (DSLE, por sus siglas en inglés)en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día en la Universidad de Andrews (Berrien Springs, Michigan, EE. UU.). Su Doctorado en Ministerio (DMin) es en Discipulado y Espiritualidad Bíblica, y ha sido pastor de jóvenes y profesor. Su apasionado compromiso en el estudio de la espiritualidad y el discipulado inicia esta discusión para proporcionar una mejor comprensión y práctica del discipulado.

Citación recomendada:

Scott R. Ward, “Un enfoque tripartito de la enseñanza de las Escrituras” Revista de Educación Adventista 84:3 (2022).

NOTAS E REFERÊNCIAS

  1. Deuteronômio 6:4-9.
  2. Salvo indicação em contrário, todas as citações bíblicas neste artigo são extraídas da Nova Tradução na Linguagem de Hoje da Bíblia.
  3. Eu recomendo dar uma olhada detalhada em como o Encounter Bible Curriculum faz isso em: http://encounter.adventisteducation.org. Veja especialmente os modelos de Crescimento Espiritual e Liderança na guia Abordagem e a Estrutura de Planejamento Transformacional na guia Estrutura.
  4. Veja estes livros de Ellen White: Caminho a Cristo, O Desejado de Todas as Nações, Parábolas de Jesus, No Deserto da Tentação etc.
  5. Veja Jens Brockmeier e Hanna Meretoja, “Understanding Narrative Hermeneutics,” StoryWorlds: A Journal of Narrative Studies 6:2 (inverno 2014): 1-27, p. 2.
  6. Curt Thompson, Anatomy of the Soul, Surprising Connections Between Neuroscience and Spiritual Practices That Can Transform Your Life and Relationships (Carrollton, Texas: Tyndale Momentum, 2010), 81.
  7. Como pastor de jovens, usei a abordagem de três narrativas para ensinar os jovens a compartilhar falas de adoração. Isso foi iniciado por Steve Case no norte da Califórnia. Os pastores de jovens daquela época eram todos treinados para usar essa abordagem com adolescentes. Consulte https://yfc.net/about/3story/ para obter mais informações.
  8. Para saber mais sobre esse assunto, consulte James K. A. Smith, You Are What You Love (Grand Rapids, Mich.: Brazos Press, 2016) e Kara Powell e Brad M Griffin, 3 Big Questions That Change Every Teenager: Making the most of Your Conversations and Connections (Grand Rapids, Michigan: Baker Books, 2021). Este livro aborda as três grandes questões: quem sou eu? Onde eu me encaixo? Que diferença posso fazer? Crianças e jovens precisam do apoio de pais, educadores, líderes de jovens e outras pessoas atenciosas que possam ajudar a orientá-las nas respostas. Eles precisam saber que fazem parte da grande obra-prima de Deus.