Con un cociente intelectual (CI) de 165, Theodore era el sueño hecho realidad de cualquier maestro. Su naturaleza inquisitiva y sus logros académicos le permitieron saltarse dos cursos, entrar en la Universidad de Harvard a los 16 años y obtener un Doctorado en Matemáticas a los 20. Sin embargo, este alumno único, considerado por algunos un genio, también era socialmente torpe y emocional y profesionalmente disfuncional.1 Aunque Theodore se ofreció como voluntario para ser psicoanalizado mientras estudiaba en Cambridge, nadie sospechaba que se convertiría en un asesino famoso y amenazante cuyas bombas anónimas por correo aterrorizarían a un gran número de personas durante 17 años. Según su autobiografía, Theodore Kaczynski, también conocido como el Unabomber, mató a tres personas y dañó físicamente al menos a otras 12 en un iluso intento de encaminar a Estados Unidos por la senda de la libertad. Argumentaba que la tecnología estaba esclavizando a los seres humanos, y que las bombas que creaba, enviadas por correo y que detonaban en las manos de los destinatarios, eran su forma de transmitir un mensaje.2
Los actos morbosos de Kaczynski no pueden justificarse. Actuó en un intento no de purgar su dolor debido al abuso mental, las burlas y la incompetencia social, sino de mejorar su turbulento estilo de vida.3 En el libro La Educación, Elena de White escribió que: “Hay en su naturaleza una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin ayuda, él no podría resistir. Para hacer frente a esa fuerza . . . puede encontrar ayuda en un solo poder. Ese poder es Cristo”.4 El caso de Kaczynski nos recuerda que el mal existe y podría ejercer un poder controlador sobre las personas cuyo núcleo emocional humano ha sido descuido. Y, aunque descuidar el afecto no convertirá a la mayoría de las personas en asesinos en serie o terroristas, prestar atención al afecto ofrece la oportunidad de influir en las decisiones que los alumnos tomarán en sus vidas.
Sin embargo, las expectativas de calidad académica, los horarios frenéticos, los importantes puntos de referencia de los maestros y los objetivos de clases planificados pueden impedir que los educadores presten la debida atención al “giro afectivo” en la educación (véase el Recuadro 1). Comprender el afecto es fundamental para ayudar a los alumnos a entender por qué tienen determinados sentimientos,5 y es esencial en las aulas de hoy en día. Theodore Kaczynski fue a la universidad cuando apenas se hablaba del impacto de los afectos y las emociones. Según Freire, los alumnos sin emociones pueden desarrollar comportamientos destructivos y acabar amenazando con hacerse daño a sí mismos o a sus compañeros. Afirmó: “Lo importante en la enseñanza no es la repetición mecánica… sino la comprensión del valor de los sentimientos, emociones y deseos”.6 Dicho de otro modo, la verdadera educación implica el desarrollo adecuado de las influencias mentales, físicas, psíquicas y emocionales de una persona, pero, sobre todo, ayuda a los alumnos a crecer en fortaleza espiritual.7 Centrarse en las emociones de alumnos y maestros reduce la tensión y ayuda a los alumnos a convertirse en adultos empáticos y solidarios.8 Los maestros pueden beneficiarse de comprender y aprender a aplicar las últimas investigaciones sobre el giro afectivo en la educación.9
La teoría afectiva
“Afecto” es una reacción o respuesta física involuntaria del cuerpo a un estímulo.10 Los afectos son vínculos entre el cuerpo y el cerebro que comienzan cuando el cerebro percibe una situación que exige una respuesta emocional.11 Según Frank y Wilson,12 Silvan Tomkins, el famoso psicólogo y teórico de la personalidad, sugirió tres tipos de afecto: positivo, neutro y negativo. Cada uno de estos procesos se produce automáticamente por debajo del nivel de conciencia.13 Las investigaciones de Tomkins le llevaron a identificar dos afectos positivos que tienen los seres humanos: disfrute-gozo e interés-entusiasmo. En el ámbito de los afectos negativos, identificó el miedo-terror, la aflicción-angustia, la ira-cólera, la vergüenza-humillación, el asco y el mal olor (una reacción ante un olor desagradable), como resultado de incidentes con una asociación indeseable. Según Tomkins, solo hay un afecto neutro, sorpresa-sobresalto, que describe el estado de disposición instantánea a responder.14
Un total de nueve expresiones faciales universales corresponden a los distintos afectos. Estas expresiones faciales comunes están presentes en los bebés desde el nacimiento. Por ejemplo, cuando experimentan placer-emoción, los seres humanos utilizan universalmente una sonrisa, que se caracteriza porque los bordes de los labios se vuelven hacia arriba. Los ojos fijos y las orejas atentas representan el afecto interés-emoción. Por el contrario, el miedo-terror produce cejas levantadas y ojos muy abiertos y sorprendidos. Un afecto negativo, aflicción-angustia, se manifiesta con llanto, cara roja y ojos cerrados. Si la aflicción-angustia no se calman, los bebés, e incluso los adultos, pasan a la ira-cólera, que va unida a una expresión facial exigente. Cuando la vergüenza-humillación conmueve a una persona, los músculos del cuello se ablandan y la cabeza tiende a bajar hacia delante. A veces, la persona se cubre la cara como respuesta automática de ocultamiento. La expresión facial relacionada con repugnancia es una expresión de náusea, que suele incluir los ojos cerrados y la lengua fuera de la boca. Este afecto se produce ante un sabor, un ruido o un elemento visual perturbador. El asco es una expresión no verbal peculiar que consiste en alejarse de un objeto desagradable y visible o invisible con un olor desagradable. El afecto sorpresa-estímulo se considera un afecto neutro.15 Ostrofsky explicó que los signos visibles del afecto sorpresa-estímulo implican “abrir los ojos para ver bien y respirar rápidamente para prepararse para la acción necesaria”.16 El afecto sorpresa-estímulo es una forma muy breve y automática de comunicar sentimientos positivos o negativos, por lo que se considera un afecto neutro. Los afectos son el producto de los estímulos; también amplifican los estímulos. Es importante que los educadores comprendan que estas reacciones son respuestas involuntarias y naturales que se producen en todas las interacciones sociales y en todos los aspectos de la vida, incluidos los entornos educativos.
Tanto los educadores como los alumnos se comprometen con el currículo educativo. Pero sus cuerpos y mentes exigen más que un libro de texto, un objetivo académico, un punto de referencia o pruebas estandarizadas. En cada clase, cada día, se plantean retos y problemas psicológicos, sociales y políticos profundamente complejos.17 El afecto es un tema difícil porque este fenómeno es a la vez biológico (físico), neuronal, subjetivo, histórico, social y personal.18
Estudiosos como Zembylas y Leys19 consideran que los términos afecto, emociones y sentimientos son sinónimos e intercambiables. Damasio sugirió que es difícil elegir un único término para describir las emociones o los “impulsos y motivaciones y estados de dolor y placer”20 que desencadenan lo que él clasificó como emociones de fondo, primarias y secundarias. En educación, los conceptos de afecto, sentimientos o emociones pueden utilizarse de diversas maneras. Por consiguiente, es esencial reconocer las creencias sobre el afecto y aplicarlas cuando se trata de reparar la brecha de comunicación entre educadores y alumnos en las aulas de hoy en día.
El giro afectivo en la educación
Múltiples disciplinas utilizan el afecto para influir eficazmente en las personas y sus emociones. Esta influencia puede ser positiva y edificante o negativa y manipuladora. Maestros y alumnos deben aprender a reconocer cuándo y cómo se utiliza el afecto para influir en decisiones y elecciones. El mundo del espectáculo, por ejemplo, induce al público a sentir emociones a través de la música, el habla y el movimiento corporal. Los cineastas crean escenas de tristeza, dolor, felicidad, sorpresa, asco para producir las respuestas que los productores desean generar. Los actores no solo interiorizan las palabras de un guión, sino que deben encontrar la manera de expresarlas de forma creíble y expresiva utilizando la voz, las manos y las expresiones faciales para estimular y provocar las respuestas deseadas.21 Los políticos utilizan la teoría del afecto para crear campañas electorales. Los escritores y oradores expertos preparan discursos cargados de emociones utilizando palabras poderosas que influyen en la mente de los oyentes. Las emociones son respuestas externas a experiencias internas y externas. Esto significa que los afectos provocan que el cuerpo responda de muchas maneras, como con lágrimas, risa, sorpresa o ira.
Massumi22 creía que el afecto debía producir un cambio en la forma de socializar en el aula, y esto es lo que las escuelas y la educación deben atender en el ciclo de enseñanza y aprendizaje. Sin duda, el modo en que los maestros utilizan el afecto puede provocar cambios. Los educadores enseñan utilizando palabras, y muchas veces éstas no son del todo concretas. Las palabras construyen ideas que ayudan a conformar y crear la identidad de los alumnos. A veces, la forma en que se expresan las palabras limita las posibilidades del pensamiento subjetivo y abstracto. Los niños repiten lo que oyen en la escuela, en casa y en la televisión. Repiten lo que les afecta. Al mismo tiempo, las palabras repetidas están ligadas a sus experiencias individuales. El cuerpo y la mente se estimulan para crear una realidad y, al mismo tiempo, utilizan esa realidad para intentar influir en los demás.
Debido al poder de las emociones, el estudio del afecto se ha convertido en objeto de investigación académica. Los educadores “reúnen las teorías de la subjetividad y la sujeción, las teorías del cuerpo y la corporeidad, las teorías políticas y el análisis crítico de los afectos y las emociones”.23 Se está formando a los educadores para que utilicen menos lo que Freire llamaba “un discurso estándar dominante”24 y más habilidades de pensamiento crítico. Esta forma de instrucción utiliza los sentimientos, las ideas y la formación del carácter. El giro afectivo en la educación vincula la parte emocional de los alumnos con los aspectos sociales, psicológicos y culturales de los alumnos.
El giro afectivo en la educación también aborda la relación entre las emociones y lo que ocurre en la formación docente. Estudiosos como Gilles Deleuze, Baruch Spinoza, Blackman y Brian Massumi sugieren que el giro afectivo es algo más que insertar la emoción en la pedagogía. El aprendizaje es una modificación duradera del comportamiento que se produce a través de experiencias conmovedoras. Un tipo continuado de afecto positivo, neutro o negativo puede moldear el rendimiento académico del alumno de forma positiva o negativa. En las escuelas, los educadores tienen el poder de utilizar la teoría afectiva para abordar las emociones de los alumnos e influir en las mentes con razón y pasión. Hay que tener cuidado de que esta influencia se utilice de forma positiva y no manipuladora. Este enfoque también afecta a los educadores porque los afectos pertenecen simultáneamente a ambas partes de la relación: los maestros son a la vez alumnos y maestros.25
A lo largo de mi dilatada carrera como maestra de primaria, muchos de mis alumnos, si no todos, me han conmovido profundamente. Algunos de estos recuerdos se narran a continuación porque incluyen la utilización del afecto para modificar el comportamiento, mejorar el rendimiento académico, abordar problemas de hiperactividad y de capacidad de atención e integrar la tecnología. Los comparto para conectar la teoría del afecto con la práctica de recurrir al afecto en la educación.
Hacer adaptaciones para facilitar la modificación del comportamiento
El afecto influye en la forma en que una persona se relaciona con el mundo y sus realidades felices y tristes.26 Las relaciones están influidas por el afecto y la acumulación de experiencias emocionales de cada persona en la relación. Mi alumno, Manuel,27 pedía constantemente atención en clase. Era el menor de su familia y contaba con la atención de sus padres, hermanos mayores y abuelos. Disfrutaban con sus payasadas, admiraban sus interjecciones y alababan su talento como cómico. En la escuela, sin embargo, interrumpir, bromear y distraer la clase constantemente producía afectos (respuestas) negativos en mí, su maestra. Sin embargo, yo controlaba mis sentimientos para intentar producir afectos positivos en Manuel. Llevó un tiempo que educador y alumno (y ambos éramos un poco de cada cosa) conectáramos y nos conformáramos el uno con el otro. Ya sea que se tratara de pequeñas recompensas, elogios o de convertir a Manuel en el protagonista de una obra de teatro, las interacciones afectivas que se revisaban continuamente tuvieron lugar a lo largo del curso académico. Como observó Wetherell, “los ciclos de prácticas afectivas pueden persistir durante un breve periodo o pueden durar y reelaborarse”.28 Las prácticas afectivas están interconectadas y pueden formar patrones que finalmente producirán hábitos mentales.29 Damasio explica la ciencia que subyace al proceso emocional en los seres humanos en el siguiente párrafo:
“El castigo hace que los organismos se encierren en sí mismos, se congelen y se retiren de su entorno. La recompensa hace que los organismos se abran y salgan hacia su entorno. Acercarse a él, buscarlo y, entonces, aumentar tanto sus oportunidades de supervivencia como su vulnerabilidad”.30
Manuel y yo conectamos recientemente a través de las redes sociales. En una publicación, mi ahora adulto y exalumno expresó que me consideraba su maestra favorita. Aunque no todas las intervenciones producen resultados satisfactorios, estoy convencida de que, para enseñar con eficacia, debe existir una conexión afectiva, una labor nutritiva,31 entre educador y educando: “El afecto tiene que ver tanto con el sentido como con la sensibilidad. Es práctico, comunicativo y organizado”.32 Hace más de un siglo, James33 llegó a la conclusión de que los educadores deben motivar y orientar a los alumnos a la vez que identifican sus aptitudes para elevar su autoconcepto.
El autoconcepto es cómo se sienten las personas consigo mismas, y es posible que los educadores eviten que los alumnos sientan vergüenza personal por ser ellos mismos.
Reconocer el impacto del afecto en el rendimiento académico
Cuando empecé a dar clases hace más de 30 años, pensaba que podía cambiar el mundo. Aspiraba que mis alumnos se sintieran bien con las características mentales y sociales positivas que encarnaban. Como dicen Clough et al., yo era un cuerpo en movimiento con “más pasión por vivir de la que jamás hayas experimentado”.34 Como maestra principiante, tomé muchas decisiones impopulares para ayudar a alumnos que sabía que estaban afectados negativamente. Dejé que mi sistema nervioso “reaccionara de formas particulares al contacto con características concretas del entorno [de mi aula]”.35 La mayoría de las veces salí de la experiencia con resultados positivos, aunque no siempre tuve éxito en mis intentos de ayudar.
Recuerdo cómo una alumna, Diana, empezó a balancearse hacia delante y hacia atrás de forma monótona durante la instrucción. Era preocupante porque su experiencia académica se veía comprometida por este comportamiento. Se negaba a participar en el aprendizaje. Tras varios intentos infructuosos, un día la senté en mis rodillas, a pesar de que hoy en día está mal visto que los maestros lo hagan. Este método la ayudó a relajarse y a sentirse cómoda narrando detalles desgarradores sobre la infidelidad de su padre y su posterior abandono del hogar.
La familia de Diana se enfrentaba a varias dificultades económicas y relacionales. Una de ellas era encontrar fondos para comprarle un vestido que pudiera llevar a la escuela. Yo no podía cambiar su situación familiar, pero sí su imagen de sí misma y su orgullo. La mayoría de las alumnas de la clase presumían de sus ropas nuevas, pero Diana no tenía ninguna, por lo que afectaba su autoestima. Los teóricos del afecto señalan que las comparaciones interpersonales pueden tener un efecto significativo en el bienestar emocional de las personas: “El afecto es … una energía que puede aumentar o disminuir en el transcurso de la interacción”.36
Al final de la jornada escolar, a la salida, llevaba un sobre en la mano y pedía donativos. Esto lo hice sin que los demás supieran que era para ayudar a Diana a comprarse un vestido nuevo. Llamé a la madre de Diana para comunicarle que la llevaría a comprar un vestido, que se compró, milagrosamente, con la cantidad exacta de dinero recaudado. Diana estaba eufórica tras la experiencia. Los movimientos pendulares cesaron y su rendimiento académico mejoró. Los problemas en casa continuaron, pero ella sabía que en la escuela la cuidaban; por lo tanto, su aprendizaje mejoró. Diana levantó la cabeza en el programa de la escuela con su precioso vestido azul marino de estilo náutico, y yo, como su maestra, también lo hice.
Cada estudiante es único. No creo que los educadores deban romper las reglas, como hice yo al principio de mi práctica educativa, para ayudar a los afectos de los alumnos. Sin embargo, sí creo que todo educador debe ser consciente de la atmósfera del aula. Las aulas inclusivas centradas en el alumno forman parte del giro afectivo de la educación. Para lograrlo, todo educador debe dedicarse diariamente a la autorreflexión y al autocontrol para estimular reacciones afectivas positivas y discernir lo que los alumnos intentan decir con o sin palabras en el aula.37
Aplicar una variedad de estrategias e intervenciones
Leys y otros38 afirman que la emoción y la cognición están vinculadas. Las emociones perturbadas, por tanto, conducen a problemas de razonamiento y comprensión en la escuela. Para evitar el fracaso escolar de los alumnos con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que también presentan actitudes desordenadas debido a una historia de traumas familiares, culturales, sociales o de otro tipo, la solución más común parece ser la medicación.39
Cuando conocí a Levi, era un alumno enigmático, inteligente pero impulsivo, de una de mis clases de 4º grado. Sin embargo, desde el primer día, me di cuenta de que había una historia detrás de los rumores de que tenía TDAH. Los rumores sobre los problemas de conducta de un alumno, según Anderson, Gregg, and Seigworth40 pueden aumentar la ansiedad y provocar desilusión en los niños, los maestros y el personal de la escuela. Así es exactamente como percibí el estado emocional de Levi: aprensivo y desilusionado.
Un mes de haber comenzado las clases, supe más cosas de Levi. En ese momento de su vida, tomaba dos pastillas estimulantes recetadas. Un tercer fármaco combatía su ansiedad, sus pensamientos irracionales y sus pesadillas. Los medicamentos calmaban su comportamiento en clase y parecía concentrado en el aprendizaje. Sin embargo, además de su estado emocional, Levi luchaba con su peso y tenía antojos de alimentos procesados poco saludables.
Como resultado del ambiente de clase, Levi empezó a creer que se le valoraba y pronto se hicieron cambios para reducir sus medicamentos a una pastilla por la mañana los días de clases. Poco a poco, a medida que él y sus padres aprendían más sobre alimentación saludable, respondía a lo que estaba aprendiendo y comía más frutas, verduras y legumbres como parte de su dieta diaria. Como su maestra, pasaba mucho tiempo con él después de la escuela, haciendo las tareas y practicando deporte. Como parte de un horario estructurado, Levi participaba en lecturas bíblicas y oraba todas las noches. Los resultados fueron significativos. No solo cambió la actitud de Levi hacia la vida, sino que también mejoró su rendimiento académico, bajó de peso y mi vida como maestra se vio afectada de manera positiva.
La teoría del giro afectivo conlleva un riesgo asociado. La gestión de los cuerpos medicados es un reto, ya que los padres y los educadores no siempre tienen las herramientas necesarias para manejar la situación.41 Afortunadamente, el médico de Levi estaba satisfecho con los resultados de la reducción del medicamento, una dieta más sana, un entorno estructurado y más apoyo emocional. Con el paso del tiempo, yo también experimenté efectos positivos al observar cómo Levi se transformaba en un niño mucho más sano, seguro de sí mismo y emocionalmente equilibrado.
Utilizar la tecnología para potenciar el giro afectivo en la educación
Los estilos de enseñanza son emocionalmente distintivos y constituyen una parte importante de las experiencias pasadas del alumno. Los maestros que modifican deliberadamente sus estilos de enseñanza para adaptarse a alumnos singulares cosecharán los beneficios. La práctica afectiva se centra en las emociones tal y como aparecen en las vidas y acciones de los alumnos y los ayuda a encontrar su voz.42 “Voz” se refiere generalmente a la forma audible de comunicarse, pero también puede expresarse por escrito. Mediante palabras, los maestros intentan comprender los sentimientos que los alumnos traen al aula. Pero, cuando los alumnos no son verbales y no pueden utilizar lápiz o pluma para escribir con claridad, es difícil comprender sus emociones y sus afectos.
Zacarías era un alumno no verbal y poco comunicativo al que solo pude llegar modificando mi estilo de enseñanza. Creé un blog en el aula para ayudar a Zacarías a comunicarse de forma afectiva y eficaz. A través de sus entradas de blog, expresaba actitudes positivas sobre temas de ciencias, ciencias sociales y lenguaje y literatura. Blackman43 explicó que las voces tienen potencial para abrir el afecto en los alumnos y darles forma a través de la historia personal.
Algunos académicos se centran en cómo un estado de ánimo positivo ayuda a incluir un pensamiento que implica una mayor creatividad y flexibilidad durante la resolución de problemas. Proverbios 17:22 dice, “Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos” (NVI).44 Zacarías fue capaz de dominar habilidades como aprender los estados y capitales de Estados Unidos, las reglas para usar las mayúsculas y las capas de la atmósfera. No solo dominó diversas destrezas, sino que también fue capaz de reflexionar sobre las actividades, mostrando así sus emociones. “Me gusta el blog, profe. Es genial”, escribió en su primera entrada del blog. Se estableció una conexión. Interpreté el comentario positivo de Zacarías como su máximo deseo: “Conozco el deseo. Conozco el deseo. Yo también quiero libertad. Siento que me empuja por dentro, subiéndose hacia mi garganta, pulsando. Yo también quiero. Alivio”.45 Para Zacarías, la combinación físico-digital del blog amplió su abanico de conocimientos. La experiencia tecnológica en este estilo de enseñanza basado en los afectos le permitió concretar lo abstracto.46 Zacarías se sintió abierto a experimentar la libertad en su trayectoria académica.
Los maestros y el giro afectivo en la educación
El aprendizaje recíproco entre educador y educando conduce a un mayor valor y comprensión para ambos. El giro afectivo en la educación es una transacción bidireccional que implica, según Freire, “sueños, utopías, ideas”.47 Numerosos estudios que coinciden con Picard et al.,48 vinculan las relaciones interpersonales entre educadores y alumnos con el aprendizaje productivo. Entre las estrategias eficaces que favorecen las relaciones sanas y el aprendizaje productivo se incluye la utilización de formularios del perfil del alumno al comienzo del curso escolar. Este formulario proporciona a los maestros información valiosa sobre cada alumno que les permite crear un entorno acogedor, afirmar la diversidad y dedicar tiempo a cada alumno que se sienta valioso. Desempeña un papel importante en el desarrollo socioemocional de los estudiantes, así como en su rendimiento académico.49
Los maestros que luchan con la naturaleza afectiva de la enseñanza podrían beneficiarse de contemplar el ejemplo del maestro por excelencia, Jesucristo, que “fue un cuidadoso observador, percibió muchas cosas que los demás pasaron por alto. Siempre estuvo dispuesto a ayudar, siempre listo para hablar palabras de esperanza y de simpatía a los desanimados y atribulados”.50 Jesús demostró con su ejemplo que “el verdadero propósito de la educación es restaurar la imagen de Dios en el alma”.51 Los maestros que se centran en observar, darse cuenta, ayudar y restaurar a los alumnos comprenden que al “hacer lo que [Dios] les pide” (Mateo 6:33, TLA),52 todo lo demás (académico, estándares establecidos, logros en los exámenes) serán alcanzados por cada estudiante.
Los educadores también se benefician de vivir de acuerdo con lo que el rey Salomón escribió hace miles de años: “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23, NVI). Proteger el corazón contra los efectos negativos de la enseñanza y el aprendizaje, como la tristeza y la ira, es importante no solo para evitar sentirse abrumado, sino también para aprender a manejar adecuadamente estas emociones. Las historias angustiosas que los alumnos traen al aula siguen afectando al corazón de los educadores durante el tiempo que enseñen, pero la experiencia los ayuda a sobrellevar el dolor.
Conclusión
En este artículo se ha compartido historias personales para ejemplificar la importancia del afecto en la educación a fin de valorar los sentimientos, las emociones y los sueños de los alumnos. La verdadera educación incluye tomar en cuenta el aprendizaje social y emocional no solo para tener niños cariñosos dentro y fuera de las aulas, sino también futuros adultos compasivos. Nuestra tendencia humana natural hacia el mal está ejemplificada en Theodore Kaczynski, y el único antídoto para eso es el carácter de Dios restaurado en el corazón humano. La filosofía adventista de la educación afirma: “La educación, en su sentido más amplio, es un medio para que los seres humanos restablezcan su relación original con Dios”.53
El giro afectivo no se produce por un mayor desarrollo profesional, o por la adquisición de la tecnología más avanzada para la educación. Es una interacción compleja entre educador y educando a nivel personal, y para el educador adventista, una colaboración con lo divino. El afecto puede modificar comportamientos, mejorar los esfuerzos académicos, ayudar a los jóvenes con una amplia gama de problemas de comportamiento y emocionales, y permitir que los alumnos encuentren su voz en el ámbito académico. Los educadores deben recordar que el conocimiento debe compartirse con espíritu crítico, pero también con sentimientos, intuición, emociones y autorreflexión.54 Entonces, podrán aplicar eficazmente el giro afectivo en la educación.
Este artículo ha pasado por la revisión de pares.
Citación recomendada:
Patricia Schmidt Costa, “Enseñar tomando en cuenta el “giro afectivo”: Conectar la teoría con la práctica”, Revista de Educación Adventista 84:4 (2022).
NOTAS Y REFERENCIAS
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- Las investigaciones han demostrado que el TDAH está vinculado a anomalías genéticas y a otros factores de riesgo físico, como lesiones cerebrales, exposición a toxinas ambientales, consumo de alcohol y tabaco por parte de la madre durante el embarazo, parto prematuro y bajo peso al nacer. Aunque los educadores pueden observar indicios conductuales de TDAH en las escuelas y en el aula, no se trata de causas. Para más información, véase el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, “¿Qué es el TDAH?” (9 de Agosto de 2022): https://www.cdc.gov/ncbddd/Spanish/adhd/facts.html#causes.
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- A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la Nueva Versión Internacional (NVI). Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.
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